PUBLICIDAD

Espectáculos

Cuando un amigo se va

La amistad entre una mascota y su amo es entrañable e indisoluble, tanto así que decidir su eutanasia es un acto de lealtad

Leticia Solares
El Diario de Juárez

domingo, 16 octubre 2022 | 09:02

Especial | Poli y Polo, la pareja de Pastor Alemán que en vida fueron dignos y leales compañeros de su amo, en un retrato pintado por Iván, hijo de Omar

PUBLICIDAD

Nunca será una decisión sencilla. La eutanasia de una mascota nos puede brindar la serenidad de haber hecho lo correcto y también una gran aflicción ante su ausencia.

De cara ante el deterioro de un verdadero amigo, ‘dormir’ a una mascota, ladre o maúlle, requiere determinación, empatía y hasta bondad ante aquel que se encuentra enfermo o lastimado.

Para Omar Roldán Borja, quien hace unas semanas tuvo que despedir a Polo y a Poli, dos de sus más fieles integrantes de la manada, la decisión no ha sido nada fácil. Optar por ello significó dolor y también fue una manera de agradecer a sus leales amigos el tiempo que pasaron a su lado.

Polo, guardián implacable, compañero fiel, un Pastor Alemán tan gallardo como generoso. Tenía un espíritu grande. Aunque gustoso permitiera a quien se le acercara acariciar su bello pelaje, cuando se trataba de proteger a su amo, Polo podía llegar a ser peligroso.

Siempre a su lado, sin importar las horas que tuviera que aguardar su llegada, o acompañarlo en sus jornadas laborales, el afecto entre Polo y su amo Omar era inquebrantable. Fueron 13 años en su noble compañía.

Siendo cachorro, Polo fue atropellado por un auto y desde entonces sus patas y su cadera quedaron lastimadas. Eso no impidió que fuera un macho activo y juguetón, pero al paso de tiempo su andar empezó a ser lento, hasta que se convirtió en una pausa permanente.

Llegó el punto de estar la mayor parte del día tendido y con dolor en sus patas, eso sí, rodeado del cariño de su amo, del entorno familiar, así como por Poli, hermosa hembra también de la raza Pastor Alemán, quien hace siete años llegó a casa de Roldán Borja por obsequio de una amistad familiar.

Tras la partida de Polo, 15 días después, la noble Poli dejó de mover la cola cada vez que la llamaba por su nombre, ya no mostraba interés por saludar a las visitas. Su llama se fue extinguiendo como una señal del fin ante un sorpresivo diagnóstico de cáncer en el estómago.

Después de haber sido una pareja de canes amables y activos, era difícil verlos sin luz en su mirada y sin la cola moviéndose de un lado para otro.

Al igual que Polo, también Poli descansó con la eutanasia. Aquel cuerpo deteriorado finalmente se relajó. La eutanasia cobró su vida antes de que el cáncer, cruel, presuntuoso y egoísta, terminara de devorarla por dentro.

Para Omar, permanecer junto a Polo hasta el último aliento y despedirse de Poli minutos antes del procedimiento fue la manera de iniciar a procesar el duelo que conlleva esta pérdida, que al paso de los días tampoco ha sido sencilla; no obstante, Omar reemplazó la aflicción por momentos memorables compartidos y por la serenidad de haber tomado la resolución adecuada al poner fin al sufrimiento de dos seres vivos que dejan honda huella en su vida. “Gracias Polo y Poli por su compañía, buen viaje”.

PUBLICIDAD

ENLACES PATROCINADOS

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

close
search