Escaparate

El idilio de AMLO con la Historia

Otros gobiernos también hicieron patente su identificación con las tres transformaciones referidas por López Obrador

Reforma

domingo, 15 septiembre 2019 | 14:44

Reforma

Ciudad de México— La Administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador se distingue por el marcado acento que pone en la Historia, desde asumir su mandato como una Cuarta Transformación -después de los procesos de Independencia, Reforma y Revolución-, hasta las acciones de gobierno o los discursos cotidianos que refieren episodios y personajes del pasado.

"Es claro que en este sexenio hay mayor atención e interés por la Historia. A diferencia de otros Presidentes, a éste le es muy importante", señala Javier Garciadiego, director de la Academia Mexicana de la Historia, quien expresa para R sus opiniones a título personal.

"Esto no quiere decir que los anteriores ignoraran la Historia. No lo sé. Lo que sé es que muchos de ellos tenían sus preferencias individuales. A Miguel de la Madrid, por ejemplo, le gustaba el tema constitucional; Felipe Calderón dijo que simpatizaba con (José María) Morelos. Eso es una cosa; otra, convertir tus preferencias históricas en una política, en algo de interés público", añade el investigador de El Colegio de México.

Otros gobiernos, del PRI sobre todo, también hicieron patente su identificación con las tres transformaciones referidas por López Obrador.

"Esta continuidad histórica, la tríada, es la propuesta historiográfica de Jesús Reyes Heroles. Y las figuras que hasta ahora prioriza el Presidente López Obrador son personajes identificados con el canon de la Historia nacional: Madero, Cárdenas, Juárez. La novedad está en el acento, en la referencia constante a la historia", expone en entrevista.

Simplificar entre buenos y malos

Alfredo Ávila, académico del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, pondera también la importancia que adquiere la materia en este Gobierno y aprecia se coloque en la agenda pública; sin embargo, cuestiona la visión convencional que predomina.

"Sería la gran crítica que le haría, y cuando me refiero a muy convencional, lo que quiero decir es que simplifica: la historia de México es de buenos y de malos, de liberales progresistas contra conservadores retrógrados, vendepatrias", explica.

Pero desde una perspectiva más académica, más profesional, el neoliberalismo se considera incluso una gran transformación, apunta.

"Puede que no nos guste, pero claro que fue una gran transformación, lo mismo que el modelo del Desarrollo Estabilizador o Milagro Mexicano, entonces la visión que tiene la Administración actual tiende a simplificar las cosas, y la Historia de México".

Tal esquema convencional permea decisiones políticas, como la carta de López Obrador enviada al Rey de España, que propone al monarca pedir perdón por los abusos cometidos durante la Conquista de América.

"Tiene que ver con una visión muy convencional: España conquistó a los pueblos indígenas. Esto pasa por alto toda la investigación que se ha hecho y que demuestra que, en realidad, eso que llamamos Conquista de México fue una enorme guerra en la que participaron grupos y comunidades y pueblos indígenas, contra grupos, comunidades y pueblos indígenas, y que salieron ganadores los españoles, pero incluso en la conquista espiritual, la mayor parte del proceso evangelizador lo llevaron a cabo neófitos indígenas, no frailes españoles. Es muy coherente el Presidente con su visión de la historia. Lástima, diría como profesional de la Historia, que sea esta visión tradicional y que, por lo menos en lo que él ha dicho, no aparezcan las referencias más actuales de las investigaciones que se están haciendo".

El riesgo, advierte Ávila, es regresar al modelo de historia que se enseñaba en los años 70 y 80, nacionalista, autorreferencial y que pondera los hechos convenientes para el Estado.

"Hay una tendencia muy fuerte, no sólo en México, que considera la Historia del País como una historia de héroes, de grandes hombres -y además digo 'grandes hombres' con toda la intención, porque en el logotipo del Gobierno mexicano solamente hay varones-, que se sacrifican por la patria, y no es capaz de ver, por ejemplo, que en la Historia de México también los mexicanos hemos cometido canalladas, también hemos cometido actos atroces, también hemos conquistado otros territorios, entonces no solamente es esta historia de buenos y de malos, sino que hay que asumir toda la Historia", insta Ávila.

Pedagogía y moral

Todos los Gobiernos hacen uso de la Historia de una u otra manera, afirma César Valdez, investigador del INAH, quien destaca el énfasis de esta Administración no solo en los personajes de la Historia nacional, sino en la valoración moral de sus comportamientos.

"Lo que busca el Presidente, repitiendo constantemente la austeridad de los liberales mexicanos, es tratar de dar un mensaje constante de que la administración pública tiene que ser austera, no tener excesos, etcétera".

El subdirector de Historia Contemporánea de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto destaca, además, el tratamiento pedagógico que hace este Gobierno de episodios y figuras nacionales, fuera de los ámbitos escolares o educativos en los que suelen circunscribirse.

"Al asumirse como una Cuarta Transformación, este Gobierno tiene que transmitir a la gente de manera muy clara cuáles fueron las otras transformaciones para que pueda identificar los elementos de cambio. Algo muy importante en la campaña de López Obrador fue el componente didáctico y sigue siéndolo; podemos estar a favor o en contra de sus políticas, pero tiene muy buena didáctica, por ejemplo abrir las puertas de Los Pinos para exhibir el lujo de los Presidentes reivindica un cambio, al decir: 'no quiero ser eso', o al mostrar los planos del departamento donde vive en Palacio Nacional y señalar; 'vivo en este espacio y no tengo una mansión'".

"Lo interesante de esta Administración es que, en cada paso, busca un referente en el pasado porque quiere insertarse en una línea histórica; el Partido Acción Nacional falló en eso, no supo generar esa identificación histórica".

López Obrador, en cambio, apela a personajes populares hasta convertirlos, literalmente, en moneda cotidiana. El nuevo billete de 200 pesos, antes con la imagen de la poeta Sor Juana, plasma ahora a los insurgentes José María Morelos y Miguel Hidalgo.

"Estábamos muy acostumbrados a tener un billete con un solo personaje, ahora se incluyen dos, porque hay que ampliar el espectro y Morelos nos representa a una sociedad más morena; Hidalgo, en sus representaciones, es un cura blanco; todos esos matices están presentes (en las decisiones políticas)". 

close
search