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El Paso

Familias dejan de lado las fronteras para estar juntas

A partir de las 7 de la mañana comenzó la preparación para el evento que algunos consideran un ‘testamento de amor’

Ivanna Leos / El Diario de El Paso

domingo, 20 junio 2021 | 06:00

Ivanna Leos / El Diario de El Paso

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Dieciséis años, cuatro meses y once días es el tiempo que Norma Valenzuela pasó sin poder ver a su hijo que vive en Ciudad Juárez y con quien finalmente se reunió el sábado en la octava edición de “Abrazos, No Muros”, organizada por la Red Fronteriza por los Derechos Humanos (BNHR).

Fue en punto de las siete de la mañana cuando alrededor de doscientas familias, separadas por la frontera de México y Estados Unidos, se reunieron en el Parque Chihuahuita en El Paso y en la intersección de la calle Oro con el Bulevar Norzagaray en Ciudad Juárez, para esperar el ansiado momento de reencontrarse.

La congresista Verónica Escobar, el comisionado David Stout y el senador de Texas César Blanco, también estuvieron presentes para ser partícipes de un “testamento de amor”, tal como lo describió Mark Seitz, obispo de la Diócesis Católica de El Paso.

Pasadas las siete de la mañana, Valenzuela, de 78 años, ya estaba lista para reencontrarse con su hijo de 51 y quien asegura, es “el amor de su vida”, luego de que hace 16 años fueran separados debido a un problema migratorio.

“Vine a ver el primer amor de mi vida que es mi hijo. Yo tenía residencia y por mucho tiempo la tuve, pero cuando se me venció no me fijé y yo seguí pasando y pasando. Cuando me di cuenta tenía como un mes y medio vencida”, dijo Valenzuela.

Aseguró que, al tratar de solucionar la situación, le advirtieron que ya no podría salir del país y perdería su residencia estadounidense de forma definitiva.

“Cuando fui, el de Inmigración se molestó mucho y me preguntó si había ido a Juárez y yo le dije que sí porque allá tengo familia. Me dijeron: no te vayas a ir del país porque lo pierdes todo y, hasta la fecha, tengo mi corazón roto y muy lastimado por estos 16 años que tuve sin ver a mi hijo”, comentó la madre fronteriza con la voz entrecortada.

Dieron las ocho de la mañana y la caminata al gran muro fronterizo dio inicio. Cientos de paseños vestidos de azul formaban una gran fila para luego acomodarse del lado estadounidense y esperar su turno para ver a sus seres queridos.

Algunos gritaban y saludaban a través de los barrotes de la valla fronteriza, mientras que del otro lado, decenas de juarenses vestidos de blanco respondían con alegría.

El obispo Seitz inauguró el evento en medio del Río Bravo donde se instalaron tarimas de madera para reunir a las familias. Recordó que para él y para la religión católica, no deberían existir fronteras que separen a las familias.

“Anoche estuve pasando por esta región en un vuelo y no pude ver ninguna frontera. Sólo una ciudad y una hermosa comunidad. Hay una razón para las fronteras, pero éstas no deben dividir a las familias”, dijo el obispo frente a las familias de ambas ciudades.

Las palabras de aliento continuaron con la congresista Escobar quien se dirigió a la comunidad de Ciudad Juárez y alegó que continuará apoyando la lucha para acabar con las políticas migratorias.

“En esta región, una región unida de amor y de dolor, ustedes mi familia, quiero decirles que la lucha sigue y que no nos van a separar. Hay mucho trabajo que hacer pero unidos podemos seguir y tener éxito”, dijo la congresista.

Rogelio Pinal, representante del presidente municipal de Ciudad Juárez, expresó sus felicitaciones por continuar, por octava vez, con el evento que “atraviesa los muros”.

“Esto es para unir familias, quitar muros y dar abrazos. Se me ha dado la indicación de no separar familias. Día a día recibimos familias que son deportadas de Estados Unidos, donde una parte se queda en Estados Unidos y otros acá. No podemos seguir permitiendo eso, seguiré apoyando para que las familias jamás estén separadas”.

Bajo el sol y a tan sólo unos cuantos metros de distancia, las familias esperaban el anuncio para poder bajar y abrazar a sus familiares, pero antes, el senador César Blanco y el comisionado David Stout coincidieron en que “no permitirán que más familias sufran el dolor de la separación”.

“Este evento muestra qué tan unidas son nuestras comunidades fronterizas. Compartimos la misma historia, la misma cultura y la misma familia. No necesitamos un muro fronterizo, un muro diseñado para dividirnos y causar miedo sobre lo que hay del otro lado. Pero yo no veo miedo, yo veo a familias y amigos”, dijo Blanco.

“Hemos hecho muchas promesas, pero seguimos sin hacerlo. Todo esto es basado en odio, racismo, xenofobia y no podemos seguir cometiendo estos errores. Todo este amor va a contraatacar ese odio, pero tenemos que seguir luchando para reparar el daño de nuestros hermanos y hermanas de México”, expresó Stout.

El fuerte sol de las diez de la mañana finalmente abrió paso a las primeras familias que, arriba de las tarimas de madera y un poco amontonadas, se abrazaron y rompieron en llanto después de largos años sin verse.

María Maturino, originaria de Chihuahua, fue una de las primeras que, junto con sus hijas Patricia y Perla, se reencontró con su hijo tras 10 años sin verse.

“Yo me traje a todos mis hijos cuando estaban ‘chiquitos’ pero en la administración de Bush, deportaron a mi hijo. El sólo debía unos ‘tickets’, lo arrestaron y se lo llevaron para México y nosotras nos quedamos acá”, dijo Maturino.

Patricia Vázquez, hija de María, asegura que el dolor de separarse de su hermano fue algo muy difícil ya que su relación siempre fue muy unida y amorosa.

“Fue muy difícil. Convivíamos mucho con mi hermano, siempre estábamos juntos los tres. Estamos esperando que se reforme la cuestión migratoria para volvernos a encontrar y no sólo hoy y por tan poco tiempo”, comentó Vázquez.

Al igual que María y sus hijas, otras 200 familias pudieron abrazar, besar y tocar a sus familiares, hijos y parejas que sobreviven a la distancia.

“Te amo mucho, que Dios te bendiga, ya verás que estaremos pronto juntos. Qué difícil, qué duro es esto”, fueron las palabras que gritaba Norma Valenzuela, cuando el tiempo con su hijo llegó a su fin.

Aunque normalmente más de trescientas familias se reúnen en medio de ambos países, Fernando García, director de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos (BNHR), dijo que en esta ocasión los protocolos del Covid-19 obligaron a realizar el evento de manera distinta.

“Este es un evento imposible, estamos a la mitad del río, en una frontera militarizada y en medio de una pandemia. Pero a pesar de todo eso, las familias se están viendo, aunque sea por unos minutos. Están creando la esperanza de que algún día volverán a estar juntas”, dijo García.

Justo frente al muro fronterizo, rechazó la reciente decisión del gobernador Greg Abbott de construir una valla “propia” para el estado de Texas.

“Texas se está convirtiendo en el epicentro de la política migrante, racista, xenofóbica. Antes era Arizona, ahora es Texas encabezada por este gobernador. Es muy dañina y muy peligrosa su narrativa. Dice que hay delincuentes y ‘mara salvatrucha’, pero lo que yo veo son familias”, comentó el director de la organización.

Finalmente, a las once de la mañana dio por concluido el evento y las últimas familias se retiraban del lugar mientras que otras aún permanecían sostenidas del muro y despidiéndose, a lo lejos, de sus seres queridos en Ciudad Juárez.

“Esta es la octava edición y nosotros seguiremos diciendo que mientras sigan separando familias, seguiremos organizando el evento “Abrazos, No Muros”, culminó el director de la BNHR.

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