Opinion

A Dios rogando y con el mazo dando

Daniela González Lara
Analista

2018-12-14

En estas épocas de fe y esperanza, vale la pena reflexionar sobre las causas que nos mueven a comportarnos como lo hacemos en el lapso de un año que pronto terminará. Digo que vale hacer el esfuerzo, pues en fechas recientes una de las demostraciones de fe más importante en el mundo se dio cita con los festejos del 12 de diciembre, Día de la Virgen de Guadalupe. Fuimos testigos de cómo millones de feligreses se movilizaron a lo largo y ancho del país, para venerar a la Madre de Dios y pedirle milagros de todo tipo.  Pero, ¿qué mueve a los feligreses? ¿Qué es la fe y cómo influye la calidad de vida que debe ser procurada por los gobiernos actuales para que se sumen más o menos creyentes a la fe religiosa en la actualidad? Es decir, ¿hasta dónde es responsabilidad de los gobernantes actuales y de la participación ciudadana el procurar paz y armonía en el corazón, la vida y la cotidianidad de las familias en los grupos sociales? O, ¿hasta dónde le podemos pedir a Dios o la Virgen que nos protejan de todo mal mientras seguimos votando a representantes mediocres que tienen nuestra comunidad puesta de cabeza cuando sólo nos engañan con publicidad y maniqueísmo?
Cuidando ser muy respetuosa con las diferentes creencias de mis amables lectores y lectoras, me atrevo a decir que muchos “milagros” se podrían realizar si como ciudadanos de este país contaramos con la educación suficiente para conocer y exigir el cumplimiento de nuestros derechos fundamentales, también creo que habría más participación en la cosa pública y por consiguiente, mayor responsabilidad para quienes son servidores públicos ante la exigencia del cumplimiento de tales garantías si tuviéramos autoridades comprometidas y una verdadera expedición de justicia pronta y expedita, un tema que sólo lograremos organizandonos como sociedad, haciendo grupos, opinando a conciencia y aportando soluciones.
La fe de este pueblo guadalupano es enorme, y ciertamente que con ella se mueven montañas pero también es verdad un dicho que reza que “a Dios rogando y con el mazo dando”, pues es responsabilidad de los gobiernos actuales el procurar una mejor calidad de vida para nuestras familias, y la nuestra como gobernados es vigilar el manejo de los recursos públicos y exigir el cumplimiento de las promesas de quienes ahora gozan de privilegios por ocupar puestos públicos, pues los baches, los homicidios, los robos a casa-habitación y las extorsiones entre otros delitos y corruptelas que nos roban la paz en Juárez dudo mucho que se acaben simplemente haciendo procesiones. 
Este 2018 atrajo a la Ciudad de México alrededor de 9 millones de fieles creando una derrama económica de alrededor de mil millones de pesos. En nuestra Ciudad Juarez la grey católica no se quedó atras y guardando las justas dimensiones poblacionales de una y otra ciudad, aquí reunió alrededor de 25 mil personas, donde según el reporte de algunos compañeros de la prensa local, la gran mayoría de los asistentes pedia a la Virgen María el milagro de la paz para nuestra ciudad, imagínese usted el día que más de 25 mil personas se le planten al gobernante en turno para exigirle que cumpla con poner en orden nuestra ciudad, provocarán que sea destituido de su encargo; imagine el día en que el presidente municipal se sienta vigilado todos los días en sus acciones, no solamente por el ojo de Dios, sino por la acción de los gobernados juarenses que estaremos presentes a cada momento y a cada decisión que tome en contra de nosotros y para beneficio propio, imagine y reflexione conmigo hasta dónde llega nuestra responsabilidad como ciudadanos vigilantes de un gobierno que no llena nuestras expectativas.  No me mal entienda, en lo personal celebro que exista el encuentro de las almas espirituales, así como los signos de fraternidad y unidad de los pueblos, sin embargo también creo que la fuerza proveniente del amor que sólo brinda la fe la podemos sacar más allá de los muros de un templo, y con ella expresar nuestro ser hasta sus más altas y nobles dimensiones a favor siempre del prójimo y de nosotros mismos, siendo plenamente conscientes de las capacidades que tenemos al actuar en colectivo y empujando esa energía hacia el bien común de nuestra comunidad, así también, considera esta servidora, que podemos crear milagros de paz en nuestra ciudad y en nuestros corazones. Gracias por leer, yo soy Daniela González Lara.

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