Opinion

No hay con qué pagarles

Javier Cuéllar
Abogado

2018-12-11

Que el pueblo de México, el pueblo de Chihuahua y el pueblo de Ciudad Juárez somos pobres, con recursos limitados y padeciendo graves carencias no lo vamos a discutir porque es una verdad de a tonelada, un principio axiomático que no requiere demostración para aceptarse como premisa inconmovible.
Sin embargo, dentro de toda esta pobreza, el pueblo de México es uno de los que mayores impuestos pagan a sus gobernantes sin que se aprecie mayormente que a cambio de estas gabelas reciba una razonable obra pública y servicios correlativos. Lo cierto es que la mayor parte del ingreso impositivo, nuestros gobernantes se lo gastan en endulzarse la vida bajo los expedientes de asignarse altísimos salarios, compensaciones millonarias, viáticos inexplicables, seguros de todo tipo, pago de gasolina, guardaespaldas, teléfonos celulares, comilonas y borracheras y una serie interminable de conceptos que han inventado para engordar sus estipendios, pero que todos son pagados por los mexicanos.
En nuestro medio recientemente el gobernador Javier Corral se acaba de aumentar su sueldo a la suma de 175 mil pesos mensuales y los señores diputados se agandallan sueldos y bonos injustificables que solamente recargan el gasto público a niveles inaguantables. Sin olvidar el desastre financiero de saqueo inexplicable desatado por el exgobernador César Duarte Jáquez que catapultó la deuda pública del estado de Chihuahua de 12 mil millones de pesos a 55 mil millones y ahora anda sufriendo el eludir más de una docena de órdenes de aprehensión, lo cierto es que ese hecho no libera a nuestro gobernador actual del deber de administrar correctamente las finanzas y los recursos públicos del estado. Benjamín Franklin nos dice que: “El secreto de la riqueza se encuentra más en el gastar que en el ganar” y en consecuencia cualquier administrador comprende que en una época de crisis financiera se deben cuidar escrupulosamente los gastos; porque el Pobre Ricardo también nos dice que “los gastos siempre son ciertos mientras que los ingresos son inseguros” y también nos dice que “es mejor acostarse sin cenar que levantarse con deudas”. No se pueden pagar sueldos de primer mundo en un país de tercera.
Sin embargo a nuestros políticos y funcionarios nada les importa lo apabullado de la miseria económica del pueblo y ellos tienen una tendencia abusona de autoasignarse fabulosos sueldos que no se justifican ni con el valor de su trabajo ni mucho menos con la situación económica de la gente. Para satisfacer sus ansias de riqueza no dudan en intentar acciones de endeudamiento del erario público para no moderar sus sueldos y estipendios.
En estas circunstancias la fijación de un sueldo topado en 108 mil pesos mensuales es un salario más que digno y suficiente para atender las necesidades de cualquier persona por muchas que sean sus aspiraciones de confort.
La actitud de muchos funcionarios públicos de ampararse contra una acción sanadora que tiende a moderar sus percepciones a criterios sanos de austeridad relativa en concordancia con nuestra difícil situación económica sólo revela en ellos la enorme codicia que corroe su alma y su persona… Ahora muchos funcionarios están presumiendo que no ganan fortunas; pero lo sano sería que se publicaran las listas de los sueldos y prestaciones brutos que reciben cada uno de ellos, para fijar criterios y desenmascarar a esos que ahora se pretenden disfrazar de pobres encaramados en su BMW con chofer, gasolina, seguro y viáticos cargados a costillas del pueblo. Sin embargo, nadie puede pagar lo que no tiene y los congresos de este país deben limitar las asignaciones a las camarillas gobernantes que no se ajusten a un sentido razonable de austeridad sin necesidad de entrar en discusiones con ellos. Sencillamente no hay dinero para pagarte el altísimo sueldo que pretendes y punto.
Y lo mismo debe hacer el Gobierno federal y no adelantar percepciones ni participaciones a esos gobiernos que no ajusten los salarios de sus funcionarios a los criterios de moderación que exige la pobreza de nuestro pueblo. Ya verán que sin ingresos solitos se ajustan a la situación. A regañadientes, pero se ajustan.

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