Pascal Beltrán del Río
Analista
Ciudad de México.- Rousseff y Sheinbaum son dos apellidos cuyas raíces pueden ser encontradas en Europa del este. En Bulgaria, el primero, y en Polonia, el segundo.
Pero eso no es lo único que tienen en común la expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.
Ambas son políticas de izquierda, que han tenido como mentores a líderes poderosos y populares: Luiz Inácio Lula da Silva y Andrés Manuel López Obrador.
Las dos brincaron al primer plano de la política como parte del gabinete de esos hombres, con quienes han tenido una lealtad a prueba de todo. Rousseff, como ministra de Minas y Energía del presidente Lula, entre 2003 y 2005; Sheinbaum, como secretaria de Medio Ambiente de AMLO, cuando éste fue jefe de Gobierno del Distrito Federal, entre 2000 y 2005.
Otra coincidencia es la cercanía de Dilma y Claudia con su respectivo jefe. Tanto Lula como López Obrador han tenido un trato paternal para su correspondiente colaboradora, y un más que evidente favoritismo sobre los demás miembros de su equipo.
Dilma Rousseff sucedió a Lula en la Presidencia de Brasil en 2011. Se reeligió para un segundo cuatrienio en 2014, aunque fue destituida en 2016 como resultado de un juicio político, acusada de maquillar cifras para ocultar el déficit presupuestal del país.
Pese al encarcelamiento de su mentor por corrupción, Dilma sigue defendiéndolo públicamente.
Sheinbaum podría igualar lo hecho por Rousseff, pues tiene la Presidencia de la República en el horizonte. Para ello, tres circunstancias la favorecen: la cercanía con López Obrador; el hecho de que sea la primera vez en 21 años que el presidente de la República y la máxima autoridad capitalina provengan del mismo partido político, y el que AMLO haya descartado enfáticamente que aspire a reelegirse (es decir, que no usará la mayoría que tiene su partido en las Cámaras para buscar un cambio constitucional que levante la prohibición de la reelección presidencial).
No hay en el entorno de López Obrador una colaboradora con mayor cercanía política con él que Sheinbaum.
En agosto del año pasado, AMLO metió el hombro para que ella ganara la candidatura de Morena a la Jefatura de Gobierno sobre dos políticos que parecían mejor posicionados para llevársela: Ricardo Monreal y Martí Batres. Sería faltar a la verdad decir que Sheinbaum no debe en buena medida esa candidatura al actual presidente.
López Obrador incluso aguantó la crítica que se dio por el proceso: una encuesta cuya metodología y resultado nunca se dieron a conocer. Incluso buscó a Monreal para evitar que se fuera de Morena y compitiera contra Sheinbaum con el apoyo que otros partidos le habían ofrecido.
Los elogios de López Obrador para Sheinbaum han sido frecuentes.
El día que ella tomó posesión de la Jefatura de Gobierno, el miércoles pasado, no sólo asistió a la ceremonia, sino que dijo a los periodistas que el hecho de que Sheinbaum ocupara el Ejecutivo de la capital le daba una gran tranquilidad para poder ocuparse del resto del país.
Ningún otro colaborador de López Obrador –ni siquiera Marcelo Ebrard ni Olga Sánchez Cordero– ha contado con semejantes reconocimientos y muestras de afecto por parte de él.
Pero así como tiene eso a favor de una eventual búsqueda de la Presidencia en 2024, Sheinbaum tiene por delante el reto de hacer un buen gobierno en la Ciudad de México y superar la marca, que nadie ha logrado desde hace más de 160 años, de dar el brinco directamente del Antiguo Palacio del Ayuntamiento al Palacio Nacional.
Son apenas 200 metros los que separan la oficina de Sheinbaum de la de López Obrador, pero históricamente ha sido una distancia muy difícil de cubrir.
Desde que el poblano Martín Carrera lo hizo en agosto de 1855, nadie más lo ha conseguido.
En la etapa posrevolucionaria, varios han intentado ese pase directo sin obtenerlo.
Entre quienes soñaron con cruzar esos 200 metros y sucumbieron en el intento están políticos de la talla Aarón Sáenz, Javier Rojo Gómez, Fernando Casas Alemán, Ernesto P. Uruchurtu, Alfonso Corona del Rosal, Ramón Aguirre, Manuel Camacho Solís, Cuauhtémoc Cárdenas, Marcelo Ebrard y el propio López Obrador.
¿Podrá Claudia Sheinbaum ser la primera en más de siglo y medio? La respuesta inmediata parece estar en manos de su jefe.