Manuel Narváez
Analista
Chihuahua está en quiebra. Por las deudas de Reyes y Duarte, por el saqueo del duartismo y por la peor administración con Corral. Aun así, los de Morena, el PAN e independientes se dan con todo para alcanzar la gubernatura en el 2021.
Resulta muy sospechoso que, pese a las condiciones horrendas que el Gobierno del Estado retrata las finanzas públicas, los aspirantes a relevar a Javier Corral busquen a toda costa quedarse con la candidatura de sus respectivos partidos, o bien, por la vía independiente. Esto tiene un tufo de burla.
No entiendo, sinceramente, cómo es que alguien quiera el boleto del tigre para sentarse a despachar en la vieja casona de cantera de la calle Aldama, que alberga las oficinas centrales del Poder Ejecutivo estatal, ante un escenario tan deprimente como el que pintan.
Algunos colmilludos insinúan que una de las razones por las todavía desquita ser gobernador de Chihuahua son los dos y medio millones anuales que actualmente se embolsa el mandatario, ya que representa un jugoso ingreso blindado ante cualquier crisis que se presente a corto o mediano plazo. Además, añaden, aun con el presupuesto comprometido y la casi nula posibilidad de hacer grandes obras, las comisiones por asignarlas siguen siendo muy atractivas, no se diga de las contraprestaciones que reciben en bienes raíces a nombre de terceros.
Por si fuera poco, la tropa de élite que acompaña al grupo ganador se acomoda en el medio millar de posiciones dentro la misma administración pública estatal, sin contar los organismos autónomos, desconcentrados y descentralizados, donde perfilan a sus allegados, amantes y todo el árbol genealógico que logren imponer, cuyos ingresos de ensueño apenas se equiparan con los de las 8 mejores economías del mundo.
De los que han levantado la mano para competir en el 2021, algunos se hacen maje y doran la píldora con el consabido ‘me preocupa y ocupa trabajar por mi municipio’, ‘estoy concentrado en el presente’, ‘no me encarto ni me descarto’, ‘no es momento de pensar en eso’, y toda una serie de estupideces que mascullan como si el colectivo fuese idiota.
La trayectoria del que o la que pretende relevar al peor de los gobernadores de los últimos tempos, tendrá que librar un durísimo escrutinio popular. El escepticismo y la incredulidad han socavado tanto la paciencia de los chihuahuenses que los resultados electorales recientes ni de lejos serán los mismos en el 2021. El panorama va a ser muy distinto y la participación dependerá del desencanto que ya existe de quien gobierna y de la decepción que acumulen los que llegaron.
Todavía faltan tres años, pero internamente ya se dan con todo al interior de sus respectivos partidos. Mientras tanto, los que tienen voz y cargos públicos están intercambiando acusaciones, las mismas de siempre, ya saben: ‘estas ligado al narco’, ‘Duarte te pago la campaña’, ‘eres igual de corrupto que el PRI’, ‘quieren instaurar el comunismo en México’, etcétera.
Este intercambio de acusaciones dibuja el nivel político que tienen y el desprecio que sienten por la inteligencia de la gente. Si así van a ser las cosas de aquí pal real, es mejor que le vayan midiendo muy bien el agua a los camotes, porque se van a ahorcar con su viperinas lenguas, y entre más agiten las olas, mayores serán los riesgos de ahogarse en su propio estiércol.
De entrada, los que han asomado la cabeza destacan por tener poca o nula palabra, es decir, han abierto tanto el pico, pero a la hora de cumplirle a sus gobernados o representados, no se inclinan porque tienen las enaguas y el rabo muy irritados.
En el calendario, a los chihuahuenses nos faltan tres larguísimos años para seguir soportando a un gobierno inepto. Las cosas pueden empeorar, por lo tanto, debemos ser muy cautelosos al elegir al o a la que tome las riendas del poder ejecutivo en el 2021. No podemos permitirnos una equivocación más, ni aceptar más atole de meñique.
Dicen que por la víspera se conocen los días. La continuidad no es buena opción, lo moda no a todos les acomoda y probar con el reciclaje de otro empaque puede resultar peor. Debemos estar abiertos a credenciales de buenas costumbres y mejor procedencia.
Hay que pensarla dos veces antes de volver a caer en el engaño.