Opinion

Domésticas

Sergio Sarmiento

2018-12-06

Ciudad de México.- Nadie puede cuestionar la lógica jurídica del ministro Alberto Pérez Dayán en su dictamen sobre el amparo directo 9/2018. "No existe alguna razón constitucionalmente válida por la cual la Ley Federal del Trabajo y la Ley del IMSS excluyan el trabajo doméstico del régimen obligatorio de seguridad social, lo cual provoca una discriminación injusta contra dichas trabajadoras", explica el comunicado de la Suprema Corte. A nadie sorprende que los demás ministros de la Segunda Sala hayan ratificado el fallo por unanimidad, ni que el nuevo director general del IMSS, Germán Martínez, haya señalado que acatará el fallo y lanzará un plan piloto para que las empleadas domésticas puedan ser dadas de alta. 
La decisión no es solo jurídicamente impecable, sino persuasiva en lo moral. Viridiana Ríos, doctora en Harvard y comentarista política, envío un tuit este 5 de diciembre: "Me emocioné y se me salieron las lágrimas por mi mamá que es trabajadora del hogar y estudiante". La única duda, que no es políticamente correcta pero sí realista, es si el fallo terminará por perjudicar más que beneficiar a las empleadas domésticas.  ​
Dar de alta a una empleada doméstica en el IMSS no es tarea fácil. Cuando yo traté de hacerlo me di cuenta que tenía que hacer colas y trámites en el IMSS durante horas o mandar a alguien con una carta notarizada a perder ese tiempo. Dar de alta a alguien en el Seguro implica, por otra parte, mantener una compleja contabilidad de sueldos, retenciones y pagos al IMSS. Muchas amas de casa o familias se enfrentarán a una pesadilla burocrática si tratan de hacerlo. 
El costo del trabajo doméstico se elevará, pero el ingreso de las trabajadoras podría reducirse. Al sueldo que hoy se entrega en efectivo, habrá que restar los pagos al IMSS, el impuesto sobre la renta, el Infonavit y el impuesto de nómina. Al final es muy posible que se reduzca el número de puestos de trabajo o que millones de familias honestas se conviertan en delincuentes por no poder llevar a cabo el frustrante trámite burocrático de registrar a una empleada doméstica en el IMSS.  ​
Las  mujeres trabajadoras -maestras, empleadas de oficina, vendedoras-dependen de las empleadas domésticas para llevar a cabo sus actividades. Muchas de ellas son el único sostén de su hogar. Una situación que les impida contratar a empleadas en el hogar les significará tener que abandonar ellas mismas el trabajo remunerado o convertirse en delincuentes.  ​
La demanda por servicios domésticos y la disminución de las personas dispuestas a realizar el trabajo han hecho que los sueldos se hayan elevado de forma significativa en los últimos años. En las décadas de 1960 y 1970 las trabajadoras domésticas ganaban salario mínimo o menos. Hoy es imposible encontrar una por el mínimo de 88 pesos al día. En la Ciudad de México, la remuneración promedio es de alrededor de 350 pesos diarios, por un tiempo menor a las ocho horas de la jornada de ley.  ​
Jurídicamente, el fallo de la Segunda Sala es inobjetable. Reconocer la obligación de registrar a las trabajadoras domésticas en el IMSS, sin embargo, puede eliminar empleos, reducir los ingresos de las propias empleadas y dar un golpe brutal a las madres trabajadoras que necesitan apoyo en el hogar. La solución no radica en hacer excepciones a la ley, sino en simplificar los trámites del IMSS y de Hacienda. 

Terna partidista
Los candidatos a la Corte son todos cercanos al presidente o a Morena. Loretta Ortiz fue diputada por este partido, Celia Maya contendió como candidata al gobierno de Querétaro, Juan Luis González Alcántara fue presidente del Tribunal Superior del Distrito Federal con López Obrador. Otros mandatarios también propusieron ternas a modo, es cierto, pero es evidente que el cambio no ha llegado.
 

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