Opinion

Nos ven chiquitos y orejones

Santiago González
Analista

2018-11-30

Como país devenimos de dos culturas profundamente centralistas; por una parte, el imperio Azteca, que mantenían asolados a los pueblos del centro de lo que ahora es México, imponiendo vasallajes, sacrificios, tributos y un control a sangre y daga. Por otra parte, el imperio español representado por la Corona de Castilla que mantenía control en protectorados por varias partes del mundo y buena parte de América. Entonces no debe parecernos extraño que, viniendo de tal palo, las dependencias federales en nuestra provinciana Ciudad Juárez se manejen con tal desdén y aislamiento del contexto que se vive en nuestro ejido.
Desde aquel momento y hasta hace unos días se han vivido según nuestro presidente electo tres transformaciones nacionales y vamos por la cuarta, primero la Independencia que a la postre devino en el Porfiriato, la Reforma que se desmintió con la guerra cristera y la Revolución que acabó en décadas de un partido de estado hegemónico inamovible. Vamos por la cuarta y esperemos definitiva o por lo menos no cosmética. De esta nueva transformación lo que interesa al rancho es que las delegaciones federales tendrán una nueva organización.
Los “sátrapas” eran los delegados del imperio persa elegidos por el rey, enviados a tierras lejanas dominadas por el imperio donde lo representaban, el término adquirió una carga peyorativa pues esos delegados del imperio hacían en las tierras donde eran encomendados lo que querían, respaldados por un poder central que no se enteraba y menos le interesaba lo que pasara tan lejos; así como ahora.
Así tenemos por ejemplo una Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), que es algo menos que un chiste mal contado, de entrada, un lugar donde una y acaso dos personas son las que atienden a todos los quejosos y cuya principal encomienda es ponerte un obstáculo, por un papel, porque creen que no les corresponde, porque te faltan copias, por lo que sea. Te piden infinidad de datos de la empresa que al consumidor se le dificulta conseguir, como razón social, domicilio legal, facturación de los últimos tres meses, el contrato original del servicio, (díganme que conservan el contrato original de la CFE o de Telcel o IZZI) y copias, muchas copias, también te piden una narración sucinta de hechos con elementos de modo, tiempo y lugar, que deberás redactar a mano en un formulario impreso en arial 9, y para esto no hay ni donde apoyarte menos plumas para hacerlo. Ellos tienen gran parte de la información, su único objetivo es obstaculizarte, hacerte desistir, rendirte con los requisitos y que apechugues el abuso.   
Otra joya es la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, paso obligado para viudas que tienen derecho a una pensión por el IMSS, reclamo de AFORES y otros derechos, aquí los pocos pasos de que consta el juicio, se pueden alargar desde un año hasta cuatro o cinco años. De entrada, la primer y en algunos casos única audiencia se fija para celebrarse a 4 o 6 meses, una vez llegado el día, los funcionarios de la Junta la pueden diferir hasta porque no se han terminado su café, mandándola otros seis meses y así hasta que tengas la merced de ser atendido y resuelto tu caso, muchas veces de básica importancia. Esto es conocido de los abogados litigantes, los casos ante la Junta Federal son temas que muy probablemente no verán resolverse, pues muchos de los promoventes terminan cansados de esperar, sin dinero para continuar o simplemente fallecen.
En procuración de justicia se pintan solos para estos temas, en este caso la delegación federal es la PGR, quien por ejemplo su Fiscalía para la atención de los casos de trata, la Fevimtra no ha llevado un solo juicio en años, ya no digamos remitir a un agresor o tratante a la cárcel. Su mayor lucha legal en la ciudad fue contra las madres de jóvenes y niñas desaparecidas, donde la Fiscalía Especializada para los Delitos de Violencia Contra las Mujeres y Trata de Personas en Ciudad Juárez, mantuvieron una batalla férrea por argumentar que la violencia contra las mujeres y la trata de personas en Ciudad Juárez no es su competencia, y además se salieron con la suya y rechazaron los expedientes, por increíble que parezca.
Podríamos continuar con estas historias de horror y desprecio de las delegaciones federales en la ciudad, pero es tiempo de cambios y esperanza. Se han creado por el nuevo gobierno las figuras de delegados federales que serán una especie de enlace y monitor del funcionamiento de estas oficinas; para nuestro estado se ha nombrado a Juan Carlos Loera de la Rosa, quien ha demostrado ser aguerrido con sus propios compañeros y conciliador y hasta amistoso con las autoridades, no parece que se haya dado una vuelta por las delegaciones, mejor se le ha visto placeándose con el gobernador y el alcalde. Yo la verdad quiero darle un voto de confianza a Juan Carlos y espero que en lugar de tomarse fotos con los jefes, pueda sacudir a esos centros de simulación, para que desde el centro dejen de vernos “chiquitos y orejones”.

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