Opinion

Vivir sin miedo y sin violencia

Olivia Aguirre Bonilla
Académica

2018-11-29

El 25 de noviembre se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres; quizá nos preguntamos por qué se eligió ese día para crear conciencia de la violencia que padecen las mujeres y las niñas en el mundo, y es que ese día deviene del violento asesinato de las hermanas Mirabal; Patricia, Minerva y María Teresa, quienes eran activistas políticas en contra del Gobierno de Rafael Leónidas Trujillo, dictador de República Dominicana, motivo suficiente para mandar acabar con sus vidas el 25 de noviembre de 1960; luego de ello se ha honrado su memoria llevando una provincia de la República Dominicana el nombre de Hermanas Mirabal. Así pues, fue hasta 1981, tras el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, que se estableció que ese día fuera declarado el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha a la que, desde 1999, también se sumaría la Organización de las Naciones Unidas.
Este antecedente desgraciadamente evidenció la violencia contra las mujeres que se vivía en esa época, sin embargo, hoy en día seguimos viviéndola, inclusive de manera más severa, pues tan soló el estado de Chihuahua se ubica en la cuarta posición a nivel país que más contabiliza presuntos feminicidios, mientras que es el municipio de Juárez el primero a nivel nacional con un total de 21 hasta septiembre del 2018, lo que se traduce en una tasa de 2.85 mujeres asesinadas por cada 100 mil mujeres chihuahuenses, como lo indica información publicada en este medio informativo (El Diario 26/11/18).
El 68.8 por ciento de las mujeres en el estado de Chihuahua sufre algún tipo de violencia, poco más de dos puntos por encima de la media nacional que señala el 66.1 por ciento, según datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) 2016. Además, la Endireh indica que en el estado el 43.3 por ciento de las mujeres sufre violencia de la pareja a lo largo de la relación actual.
Y es que hay que recordar, como lo he comentado anteriormente en este espacio, que la violencia contra las mujeres es cualquier acción u omisión, basada en su género, la cual no se manifiesta únicamente en un daño físico, sino también en un sufrimiento psicológico, patrimonial, económico, sexual o la muerte tanto en el ámbito privado como en el público, así lo establece el artículo 5 de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
Por otro lado, esa violencia se ha intensificado derivado de las nuevas tecnologías, llegando a crear nuevas violencias, me refiero a las violencias machistas que llegan por WhatsApp o por las redes sociales a través del Facebook, Instagram u otras similares en donde se vive constantemente violencia de control, como, por ejemplo, “mándame una foto para saber con quién estas”, “mándame una foto para ver qué llevas puesto”, “si ya viste mi mensaje, ¿por qué no me contestas?”, “si no tienes nada que ocultar, déjame leer tus mensajes de WhatsApp”. Otro tipo de nueva violencia es el ciberacoso sexista, que tiene que ver con insultos y humillaciones a la mujer, como por ejemplo compartir una foto o un video de una mujer con contenido sexual sin la autorización de la misma, atentando contra su intimidad, e incluso a raíz de ello se ha llegado al suicidio. De allí entonces que quienes difunden y comparten participan en esta violencia.
En consecuencia, como sociedad debemos trabajar no soló un día, sino todos los días en visibilizar, crear conciencia y condenar la violencia hacia las mujeres y las niñas, y también es deber del Estado eliminar todas las formas de violencia contra la mujer, adoptando por todos los medios apropiados y sin dilaciones políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar dicha violencia. Políticas que deben encaminarse a lograr el desarrollo sustentable con equidad entre mujeres y hombres.
Porque como lo afirma Marcela Lagarde, las mujeres y las niñas “Queremos aposentarnos en un mundo que anhelamos nuestro, queremos un pedazo de tierra y no para yacer en él después de la muerte sino para pararnos en él, vivir en él y de él, y tener un lugar propio”.

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