Opinion

Una paz lejana y una dictadura cercana

Javier Cuéllar
Abogado

2018-11-27

Algunos podrán pensar que “se le chispoteó” pero no fue así, “fue sin querer queriendo”, pero las palabras del senador Félix Salgado del partido Morena fueron muy claras cuando advirtió que la Cámara alta puede proceder a la desaparición de poderes en los estados que los gobernadores desatiendan el mandato legal de los superdelegados, por mucho que el también senador Ricardo Monreal trató de suavizar las cosas diciendo todo lo contrario. Esa es la verdadera cara del régimen lopezobradorista: una dictadura de mano de hierro que no dejará ni respetará títere con cabeza, ni al federalismo, ni a la soberanía de los gobiernos estatales.
Todo gobierno dictatorial se basa en el Ejército y los movimientos del régimen que el 1 de diciembre tomará las riendas del Gobierno federal apuntan para allá. Todos sabemos que el Ejército Mexicano está integrado aproximadamente por 350 mil efectivos de acuerdo a cifras que se han filtrado porque ese número se considera como un secreto de Estado, por lo que si a esa cantidad de efectivos le agrega usted los 250 mil soldados de la famosa Policía Federal Militar que planea integrar a la brevedad posible el nuevo presidente de México y si tomamos en cuenta que todos estos soldados estarán bajo el mando inmediato del secretario de la Defensa Nacional, entonces tendremos que la milicia mexicana ascenderá a 600 mil efectivos.
¿Para qué quiere el gobierno de López Obrador tantos soldados sobre las armas en un país que no tiene conflictos con nadie? Si el Ejército más poderoso del mundo, el de los Estados Unidos, cuenta aproximadamente con un millón de soldados pero tienen conflictos en muchas partes del mundo y su población supera los 350 millones de personas y más del doble del territorio de nuestra nación, ¿para qué queremos nosotros tantos soldados? Pues no ha de ser para nada bueno.
Nuestro nuevo presidente AMLO ha declarado repetidamente que su plan principal es el de pacificar al país y en realidad ese es el más grande anhelo del pueblo de México porque desde el 6 de diciembre del 2007 en que el presidente Felipe Calderón Hinojosa le declaró la guerra a casi todos los narcos a la fecha, el pueblo mexicano no ha conocido la paz, nuestras calles, nuestros campos y serranías se han convertido en un campo de batalla, donde las balas les pasan zumbando por las orejas y ya no sienten lo duro sino lo tupido. Y sin embargo Juan Luis Vives nos dice: “La primera condición para la paz es la voluntad de lograrla”.
Y “si por las vísperas sacamos los días” debemos poner mucha atención a los signos de los tiempos para atisbar un poco el futuro que se nos avecina y al efecto tenemos que para lograr la paz nuestro presidente está planeando aumentar al doble los efectivos del Ejército y desde luego adquirir mucho más armamento del que ya se tiene, técnicamente más del doble y a eso agréguele la enorme cantidad de armas que poseen los integrantes de las mafias que se pretenden combatir teóricamente, pues todo indica que la balacera se va a poner muy intensa y lo peor de todo es que el pueblo civil va a quedar en medio.
A este respecto Antonio Mingote un conocido dibujante y humorista español nos dice: “Todos quieren la paz y para asegurarla fabrican más armas que nunca”. Lo que nos señala que este propósito de paz es una quimera demagógica por ambos lados del combate. La supresión del crimen organizado y desorganizado solamente se logra con una buena labor de investigación policiaca seguida de golpes sintéticos y para eso no se necesitan tantas armas ni tantos soldados. Entonces, ¿para qué quiere nuestro nuevo presidente un Ejército tan grande?
Muchos piensan que tanta bayoneta sólo tiene como objetivo el instaurar en México una dictadura totalitaria de corte marxista muy al estilo de Fidel Castro o de Nicolás Maduro o tal vez de José Stalin. Las pretensiones del poder absolutista se reflejan claramente en las declaraciones del senador Félix Salgado con la amenaza de desaparición de poderes en los estados cuyos gobernadores no se plieguen a los deseos de AMLO, con el doblete del poder del Ejército, con las consultas populares a modo que sólo barnizan de democracia la vocación dictatorial del nuevo régimen, con el poder absoluto que se tiene en casi todos los congresos del país y con la instalación de los superdelegados estatales, por señalar los signos más evidentes. Es ahora que necesitamos una oposición efectiva que sirva de contrapeso al poder del presidente de México. La cosa está de dar miedo.

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