Opinion

Quieren a puntapiés el PAN nacional

LA COLUMNA
de El Diario

2018-10-22

• Quieren a puntapiés el PAN nacional

• Madero y su 70 por ciento de Palacio

• Gabino, el amansado luchador social

• Tráfico de influencias de un juez

El “equipo” Gustavo Madero-Javier Corral pretende abrir a puntapiés las puertas del PAN en el país y con la misma violencia desplazar del mismo al “muchachito estúpido”, Ricardo Anaya Cortés.
Ambos políticos chihuahuenses son los actores principales para enfrentar al equipo de Anaya. Traen como candidato a Manuel Martínez del Río, más conocido como Manuel Gómez Morín para ubicarse como nieto del fundador del blanquiazul.
Un abismo de diferencia entre el abuelo y el nieto. Un calificativo extremo e insolvente como “estúpido” jamás fue usado por Gómez Morín, catalogado como uno de los “siete sabios” del México de su época (Vázquez del Mercado, Castro, Lombardo, Caso, Olea y Moreno, los otros seis).
Madero-Corral es el mismo binomio que con estrategias de choque y confrontación total convirtió en polvo al propio Anaya. Dicho en términos clásicos, se lo llevaron al baile en la búsqueda de la Presidencia de la República.
Aliados según las conveniencias, hoy Madero-Corral pelean contra Anaya y su candidato a la dirigencia nacional panista, Marko Cortés. Lo hacen con ese estilo dinosáurico que les caracteriza, más parecido al viejo PRI que al PAN alguna vez reputado como demócrata.
No hay bola de cristal de por medio, pero Anaya trae entre sus antecedentes haber derrotado al mismo binomio y mantiene casi intacto su control de Acción Nacional. No parece que vaya a tener dificultades con Marko para derrotar a Martínez del Río aunque se ponga Gómez Morín. No escogió éste los mejores padrinos.

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Del senador Madero tenemos más información. Desde Palacio de Gobierno nos aseguran que ha ampliado considerablemente su poder y su influencia entre la administración estatal. De al menos el 70 por ciento es con control de las direcciones y puestos de primer nivel en el gabinete de Javier Corral.
Solamente tres miembros del gabinete tienen influencia enorme sobre el mandatario estatal, nos dicen Alejandra de la Vega, la titular de Economía e Innovación, que impulsa y defiende al fiscal general; César Peniche, quien a su vez se ha convertido en protector del jefe de la Policía Estatal, Óscar Aparicio y del muy controvertido fiscal de la Zona Centro, Mario Jiménez. También se mueven desde este sector los hilos de la Mesa de Seguridad y el Ficosec.
El segundo al mando en las riendas emocionales de Corral es su coordinador de gabinete, Ismael Rodríguez, un empresario que logró colarse como la humedad al círculo del gobernador y ahora es algo así como su segundo cerebro; por él cambió el sano hábito del dominó infinito al aristócrata golf, y de Padre Kino a ese vino caro que tomaba César Duarte; –Petrus, creemos que se llama–.
Y el tercero es, efectivamente, Madero. Ha conseguido del gobernador cuanto capricho se le ha ocurrido, inclusive meter a su esposa en la nómina gubernamental. Funcionarios de primer nivel le responden sólo a él; la titular de la Función Pública, entre muchos.
Ahora que por fin cayó Jesús Antonio Pinedo de la gracia de Corral por las transas millonarias que anda haciendo en Comunicación Social y varias dependencias más, para pronto Madero envió como contrapeso inicial en lo que hallan relevo, a María José Valles Medina, una operadora personal de él que nada sabe de periodismo ni de relación con los medios informativos pero sí de sus negocios y otras prioridades.
Madero avanza de esa manera en su control de las áreas operativas en Palacio. Es rápido y es efectivo... para fortalecer sus objetivos personales.

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Doblemente triste la ceremonia realizada ayer en el ejido Benito Juárez (Namiquipa) para recordar el sexto aniversario del asesinato de los barzonistas Ismael Solorio y Manuela Solís. En principio, por los 2 mil 190 días de impunidad que rodean el artero crimen; en segundo, por el blando discurso de quien en su momento fue un bravo luchador social y hoy es un amansado corralista: Gabino Gómez.
De todos es sabido que desde el momento en que sus compañeros de banda, Luz Estela Castro y Martín Solís conocieron el sabor de alimentarse de la ubre de la vaca llamada erario en la actual administración, El Barzón perdió su antigua fuerza, pero ayer en su discurso Gabino debió por lo menos hacer un guiño al góber –que junto al fiscal Peniche acudió a la ceremonia– y pronunciar la palabra justicia.
Por el contrario, desvió su mensaje para golpetear a la Federación, hablar de las necesidades del campo, de la falta de apoyos del Gobierno a Chihuahua, “de políticas erróneas” que, puntualizó, se vienen arrastrando desde hace muchos años (no a partir del gobierno de Corral) y terminó por agradecer la presencia del mandatario, por su valor al acudir a escuchar. Así de tibio y lastimero.
Pero ¿qué otra cosa se puede esperar de este otrora luchador social, que “de corazón” se encargó de organizar la “caravana por la dignidad” que encabezó Javier Corral?
En la ceremonia tuvieron más fuerza las demandas de justicia y alto a la impunidad del diputado federal Eraclio Rodríguez, del comisario ejidal Ramón Armando Noriega,  y hasta las palabras de dos estudiantes de la secundaria que antecedieron al discurso de Gabino.
Quien sí puso el dedo en la llaga fue Joaquín Solorio, hermano del barzonista asesinado. En entrevista acusó al régimen de Corral de no haber movido un solo dedo en la carpeta de investigación en los últimos dos años, poniendo fin a la esperanza de que con la administración estatal el caso realmente se investigara hasta dar con los responsables.
Pero Gabino no, él prefirió no tocar al gobernador ni con el pétalo de una rosa, olvidando la frase que alguna vez Ismael Solorio pronunció: “Más vale morir de pie que vivir toda la vida arrodillado”.

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No obstante la tendencia actual en contra de la corrupción en todos los niveles de gobierno, el juez penal Lorenzo Villar Chavarria, al decir de no pocos abogados litigantes, realiza tráfico de influencias dentro del Poder Judicial en Ciudad Juárez para lograr que se dicte prisión preventiva a acusados, incluso cabildeando casos con los demás jueces, entre otras resoluciones "a la medida" que fabrica o construye según le encargan.
Tenemos el caso de un empresario restaurantero de nombre Jaime Gárate, a quien Villar Chavarría mantiene en prisión preventiva por una denuncia presentada por una excandidata a diputada federal quien, coludida con dicho juez traficó influencias para que el juez Apolinar Castro Juárez dictara como medida cautelar de prisión preventiva a Gárate, no obstante que dicha medida es excesiva y violatoria de sus derechos humanos. Sólo por presionar al empresario y su familia en favor de las peticiones de la denunciante.
Eso debería andar investigando la magistrada del Consejo de la Judicatura y no pasarla bailando como pirinola en eventos de la institución, según sus propios videos publicados por ella en su red social.

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