Opinion

Las otras especies

Cecilia Ester Castañeda
Escritora

2018-10-17

A juzgar por varias noticias recientes, cada vez se difuminan más los límites entre la mancha urbana y el área despoblada. Lo digo por la variedad de animales silvestres localizados en Ciudad Juárez: mapaches, zorrillos y gatos monteses merodean las viviendas de zonas habitacionales situadas a los extremos de la ciudad en busca de alimento, señaló a El Diario el Departamento de Bomberos.
Si a ello se agregan los animales como víboras y arañas buscando en estas fechas cobijo en los patios, casi podríamos decir que ya están aquí los personajes de la película animada “Vecinos Invasores”. Casi, porque a Los Nogales no llegan solos los mapaches y mucho menos los tigres y leones a Rincones de San Marcos —y en esos fraccionamientos también se han detectado estas especies—.
Aun si no acampamos ni salimos nunca de excursión, hace falta cambiar el paradigma sobre nuestra relación con el reino animal. No, no estoy proponiendo comprar felinos mayores ni zorrillos para tenerlos en casa. Sólo creo que si como “civilización” cada vez abarcamos más espacios y recursos silvestres —el agua desviada para uso humano también cuenta— y debido al cambio climático está reduciéndose el hábitat de tantos animales, debemos prepararnos para convivir de manera más que esporádica con un mayor número de otras especies.
Es hora de dejar atrás conceptos culturales como “el hombre vs. la naturaleza” y el éxito basado en el número de piezas de caza o de superficies “domesticadas”. Si algo nos enseña hoy en día el antropogénico cambio climático es que nuestro destino depende de mantener el equilibrio natural, no de destruirlo ni de ignorarlo —¡habrase visto, un huracán apuntando directamente a Ciudad Juárez!—.
¿Cómo adaptamos nuestras prácticas sociales a un entorno donde se valore a cada especie? ¿Cómo aprendemos que todas forman parte de un delicado sistema? ¿Necesitamos, acaso, volver a ver aquellas gráficas circulares escolares sobre el ciclo de la vida para entender nuestra relación de interdependencia con el resto del universo?
Sin duda serviría hacer a un lado la soberbia humana. Tratándose, sin embargo, de una meta probablemente imposible, ¿qué tal indagar la naturaleza y el comportamiento de otras especies? Quizá conoceríamos, como dice a El Diario el director de Protección Civil, Efrén Matamoros, el gran valor del ruido para espantar víboras o arañas, podríamos ver una abeja sin sentir el impulso de matarla o ir de campamento sin estar aterrados por si se acerca algún correcaminos.
Pero volviendo a la ciudad, bien podríamos empezar aprendiendo sobre los animales urbanos. ¿Sabía usted, por ejemplo, que la cerceta alas verdes y el pato cucharón norteño son dos de las especies que se establecen aquí durante el invierno, de acuerdo con datos publicados en El Diario del libro “Aves de Ciudad Juárez”, escrito por biólogos de la UACJ? —a propósito, el sábado se celebró el Día Mundial de las Aves Migratorias—.
Quizá sea mejor comenzar por el hogar. Entender el temperamento de los animales evitaría riesgos innecesarios, como las heridas sufridas hace poco por el dueño de dos leonas y un tigre, lo mismo que condiciones inadecuadas para las mascotas.
En especial, los felinos de cualquier tamaño son poco comprendidos. Un ejemplo fue el reciente caso de la gata persa que perdió una pata tras ser sometida a una desungulación mal atendida. El proceso de extirpar las uñas a los gatos a fin de que no arañen a nadie o maltraten los muebles se basa de falta de información, pues ellos las necesitan para varias funciones esenciales —caminar, incluso— y existen métodos fácilmente localizables en internet de prevenir los inconvenientes de las uñas felinas en el hogar, mientras que el procedimiento equivale a una amputación. 
Ya sea en casa o fuera de ella, convivir con los animales requiere respeto. Un gato va a arañar y saltar, un perro va a ladrar y morder. Disfrutar al máximo de una mascota implica aplicarse a conocer a la especie, adaptar el entorno para sus necesidades, dedicarle atención, tiempo, dinero y paciencia.
No representa un objetivo inalcanzable. Pero, igual que con todos los animales urbanos o silvestres, el resultado de respetar a otras especies es una vida en mayor armonía con la Naturaleza. Y para la humanidad eso es urgente. 

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