Opinion

Lo hizo gobernador y despide a su hermano

LA COLUMNA
de El Diario

2018-10-17

• Lo hizo gobernador y despide a su hermano

• Quiso Corral treparse en ancas de ‘El Caballo’

• Mi general se sale con la suya en el Campestre

• Acoso y hostigamiento en la Uni Tecnológica

¿Hubiera sido gobernador Javier Corral Jurado sin Gustavo Madero? No, el hoy senador negoció con Ricardo Anaya para que la candidatura fuera obsequiada por dedazo a Corral, por encima de otros panistas como Juan Blanco, Teresa Ortuño, Carlos Borruel y hasta el buenazo de Carlos Angulo.
¿Hubiera sido Corral gobernador sin Miguel Ángel Osorio Chong? Tampoco, el exsecretario de Gobernación operó para las mil traiciones necesarias en el sistema político chihuahuense, esencialmente en el PRI, que debilitaran hasta la derrota a César Duarte y su sacrificado delfín, Enrique Serrano Escobar. A la cabeza fue también el golpe contra el entonces dirigente nacional priista, Manlio Fabio Beltrones Rivera.
La tercera y última pero más dramática pregunta: ¿hubiera sido gobernador Javier Corral sin Jaime García Chávez? No, porque el jefe de la Unión Ciudadana y después de la Alianza Ciudadana representó la plataforma moral que pacientemente pero con firmeza le brindó a Corral no sólo la legitimidad entre las fuerzas de la izquierda chihuahuense, sino el contrapeso requerido contra el PAN estatal del 2016 cuyos planes no contemplaban a Corral como nominado.
Concluimos entonces que Corral no sería hoy gobernador sin el apoyo incondicional y categórico de don Jaime. Bueno, pues el pago de Corral al hoy dirigente de Unión Ciudadana es incluir entre los miles de despedidos de Gobierno a su hermano, Carlos García Chávez, un supervisor-auditor de la Secretaría de Hacienda que durante 27 años sorteó a todas las administraciones estatales que caben en ese período preservando su modesto trabajo a pesar del recio activismo de su hermano.
La ingratitud de Corral es monumental. Debió guardar más agradecimiento a García Chávez que a Madero o a Osorio porque el primero aventó todo por delante sin más condiciones que “castigar” la corrupción de Duarte; los otros lo hicieron por conveniencia infinitamente maliciosa.
“Y no creas que te despedimos por tu hermano”, le dijo el jefe de Recursos Humanos a Carlos. “Es por el recorte”. Aclaración no pedida, innecesaria, llena de culpa. Este nuevo García Chávez del que prácticamente nunca habíamos escuchado hablar es un priista de muy bajo perfil, si lo necesitamos definir en alguna frontera política; le faltaban sólo tres años para jubilarse, y su modestia económica es tanto que correrá la misma suerte que los casi tres mil empleados estatales que está colocando en la calle Javier Corral, la eventual indigencia. De ese tamaño.
Ese es el gobernador “humano”.

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Al menos embarazoso fue ayer para el independiente alcalde de Parral, Alfredo “El Caballo” Lozoya, el momento en que Javier Corral Jurado pretendió adjudicarse como propia la construcción de 180 novedosas viviendas, iniciativa 100 por ciento del presidente municipal de la capital del mundo.
A falta de iniciativas para gestionar recursos y proyectos propios, Corral fijó su mirada en la capital del mundo y agendó “visita de trabajo” aceptando la invitación de Lozoya para inaugurar las casas. No imaginó el alcalde que su eventual aliado político-electoral de la pasada campaña trataría de agandallar todo el proyecto como suyo.
Hubo participación federal, poca; estatal también, pero el mérito completo desde la gestión y parte de los recursos fueron aportados de los dineros parralenses, ni más ni menos. Desconocía Lozoya al Corral atrás de la simulación y el fingimiento.
Tampoco Lozoya es perita en dulce, no por nada ganó elección y reelección con muchísimos cuerpos de ventaja, así que aclaró puntos, explicó el procedimiento para gestionar las viviendas, aclaró de dónde surgió el modelo y cómo lo consiguió.
No dejó que se le trepara el gobernador ni en ancas.
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Antenoche también fue de despidos en Juárez pero en circunstancias muy distintas y por razones infinitamente distintas a las del anterior tema.
El riguroso Consejo Directivo del Club Campestre de Ciudad Juárez le aventó encima la maquinaria total a su directora, Maritere Iñárritu.
La retiraron del cargo de forma poco honrosa, pues durante la víspera ya le habían generado los suficientes mensajes como para que hubiera abandonado el club por su propio pie.
No hizo caso la buena señora porque nunca creyó que la fueran a despedir, respaldada por el presidente del club, el también buenazo Donato Flores Anguiano. Creyeron que con ese solo apoyo alejarían la guadaña pero nada. Fueron 17 votos a favor de la retirada contra sólo siete por la permanencia. Apabullante.
Desde hace buen tiempo hemos dominado en este espacio ese tema por más que la señora Iñárritu y su benefactor Donato intentaron echarle tierrita para que no se viera. Raúl, hermano de Maritere, también en la nómina del Campestre, no pudo tampoco hacer gran cosa. Ahí están los resultados.
El Consejo Directivo del Club fue echado a andar seriamente por mi general retirado, Alejandro Sandoval Torres, el dueño de empresas de seguridad privada en la ciudad con relaciones non sanctas entre sus clientes para porte de armas.
Maritere Iñárritu siempre tuvo un comportamiento, digamos, demasiado rigorista y censor sobre el comportamiento de los socios y socias del Campestre. Derramó el vaso cuando se metió con los hercúleos instructores de golf y tenis de mi general. Ardió Troya y ardió el Campestre.
Le iniciaron juicio a doña Tere, excandidata a senadora suplente por el PAN, y ahora ha quedado sin trabajo.
Desde ayer mismo son otros los aires que respira el exmodesto general retirado en el green de su club. Iñárritu fue despedida a las dos de la mañana.
Viene otra historia para el Campestre. Como decimos los periodistas al momento de cubrir la fuente policiaca, ahí siempre hay nota.

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Mientras en la Secretaría de la Función Pública las demandas por acoso y hostigamiento duermen el sueño de los justos, en la Universidad Tecnológica de Chihuahua se utiliza a los estudiantes para contrarrestar las demandas que pesan sobre el rector de la institución, Heriberto Flores Gutiérrez.
Los dos casos denunciados, y que son también del conocimiento del Instituto Chihuahuense de las Mujeres, nada más no prosperan y en contraparte las denunciantes siguen padeciendo acciones discriminatorias para orillarlas a renunciar. La más reciente tuvo lugar al mediodía de ayer cuando una de las trabajadoras fue citada ante la Comisión de Honor y Justicia, donde fue notificada de que pesa en su contra una queja ante de la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
La queja, por presunto maltrato por parte de la docente, fue promovida por un grupo de estudiantes a petición del propio rector según revelaron algunos alumnos que están inconformes con el curso que están tomando los hechos.
El Gobierno realiza encuentros y promueve entre sus trabajadoras la importancia de denunciar el acoso y hostigamiento, pero es la lentitud con la que la Secretaría de la Función Pública actúa (si es que en realidad pretende hacerlo) y la apatía que demuestra el Instituto Chihuahuense de la Mujer frente a este y otros casos, lo que permite la revictimización.
En la misma congeladora donde está el caso del UTECh, se ubica la denuncia en contra del director del Instituto Chihuahuense para la Infraestructura Física, Rodolfo Bermejo, lo que demuestra que en el Gobierno de Corral, cuando se es de casa, nada se juzga.

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