Opinion

Spider-Man y la liga de la justicia 'facebukera'

Santiago González
Analista

2018-10-05

La semana pasada vimos en la graduación de la UACJ un acto para algunos inapropiado, para otros valiente y hay para quienes intrascendente; uno de los alumnos de la carrera de Derecho se disfrazó de Spider-Man para asistir a la ceremonia, así, sin más trasfondo que el mero deseo de disfrazarse, ni reclamar por los 43, ni manifestarse por el aborto, ni posicionar o desgarrarse las vestiduras por alguna otra causa, con el solo deseo de pasar un buen momento –según lo manifestó el estudiante en entrevista– y aunque está en su derecho, no por eso es aplaudible.
En la ambivalencia de las lecturas y el azuzo de quienes me querían ver entrarle al toro, decidí publicar una opinión de menos de tres frases que dejé escritas antes de dormir en mis redes sociales.
Lo verdaderamente interesante vino al día siguiente cuando al revisar esa opinión, llevaba varias decenas de reacciones y comentarios, algunas a favor, otras en contra. Debo decir que no soy nuevo en esto de enfurecer gente, es un deporte que de a poco he aprendido a disfrutar. Los que estaban a favor pronto se vieron rebasados por cientos de jóvenes que como orcos llegaban a mi muro sin ser mis contactos, la cosa se puso vulgar y quienes estaban en el debate abandonaron los teclados, la discusión se tornó en insultos como: “cayate (sic) el ano viejo amargado” , “viejo lesbiano culo podrido”, “te voi a meter unos vrgasos, pa que aprendas a disfrutar la bida (sic)” hasta alcanzar cantidades de 700 reacciones con el mismo número de comentarios; bueno, sólo les faltó abrir una petición en change.org y pedirle a la ley de atracción que me diera cáncer de colon. Los insultos eran extraños, pues principalmente se referían a mi recto y mi edad, cuando gozo de excelente salud intestinal y aún estoy en los treinta y tantos.
Si tienen curiosidad de saber qué fue lo escribí para ofender a tanta gente, aquí lo transcribo: “Estos son eventos protocolarios, precisamente porque se siguen protocolos. Si no te gustan o estás en contra de ellos, no pasa nada si no asistes, no son obligatorios. Ahora, no era su evento, era la ceremonia de mucha gente y familias para las que puede ser un evento importante y que tal vez no querían un payasito en su graduación. Yo creo que, si quieres modificar, echar a perder o alegrar algo, pues que sea algo sólo tuyo, y no de tanta gente. Al fin no es ningún delito, ni nada prohibido, simplemente el ejercicio estéril y banal de un derecho”.
Lo que dije fue que es distinto romper protocolos impuestos, a asistir a eventos voluntariamente a romperlos por gusto, que había otras personas que también eran titulares del evento que podían no estar de acuerdo, y así fue, tanto que ninguno de sus compañeros (as) quiso ayudarlo a ponerse el disfraz, de hecho le pidieron que no lo hiciera o que pasara al último para que no les arruinara su momento, esto por palabras del mismo joven; también hubo graduandos que en la rechifla se perdieron, al final fue alguien del público quien le ayudó a ponerse el disfraz y logró llamar la atención de la gente a él. Jamás negué que tuviera el derecho a hacerlo, pero señalé que era ejercer un derecho para algo banal y estéril.
Volviendo a la publicación, la verdad fue gracioso ver a los furibundos escribir en un muro de alguien que no es su contacto ni conocen, algo como “no se meta en lo que no le importa”, decirme que “respetara” y terminar la frase con un “viejo macuarro”, ver a una defensora de derechos humanos desatada argumentando para defender el derecho a disfrazarse y ni inmutarse cuando me llamaron “viejo joto” y otras formas de discriminación más.
Hubo gente adulta que en medio de la granizada de insultos se ofendía airadamente de que hubiera usado la palabra “payasito” haciendo gala de una capacidad de abstracción casi budista, vi ahí mismo como le inventaban que el joven era padre soltero y que había sacado adelante a su hijo actuando en fiestas como Spider-Man, cuando en realidad trabaja en un corporativo. Vaya que les gusta el drama, bueno, incluso hubo quien lo comparó con Benito Juárez.
¿Qué fue lo que tanto les ofendió? ¿Que calificara como banal lo que ellos creían era un sueño de vida? ¿Que no me pusiera a favor del débil frente al fuerte, el joven frente a la institución? ¿No tomar la posición “chidita buena onda” de estar en contra de lo establecido? ¿Sabotearles la historia semanal de éxito en contra del sistema? Lo que sí quedó de manifiesto es nuestra nula capacidad de entablar un debate ya no de ideas, al menos educado, como en grupo nos permitimos hacer y decir cosas que no haríamos en lo individual, cómo podemos dejar pasar verdaderas ofensas a la dignidad si estas están de nuestro lado.         
Al fin que hoy la atención pública es flor de un día, la superficialidad de nuestra sociedad brinca de una tendencia a otra, y con la misma velocidad que algo se vuelve viral desaparece, ya habrá una nueva controversia, y espero no muy pronto, volver a ofender a la liga de la justicia ‘facebukera’. 

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