Pascal Beltrán del Río
Analista
Ciudad de México.- El enfrentamiento público entre Yeidckol Polevnsky, dirigente nacional de Morena (recién ratificada), y Cuauhtémoc Blanco, gobernador electo de Morelos, está destapando no solamente problemas en el seno de la coalición Juntos Haremos Historia, sino resabios de rencor contra los conquistadores españoles que hace rato debieran estar superados.
Al referirse a José Manuel Sanz, representante y brazo derecho de Blanco, y el supuesto papel de éste en la compra de lealtades entre los diputados locales de Morelos, Polevnsky tuvo una expresión despectiva e innecesaria, que no corresponde a la lideresa formal del partido que gobernará México.
De acuerdo con versiones periodísticas, en una reunión con legisladores locales de Morena en la que tronó contra Cuauhtémoc Blanco –al que llamó “el futbolista”–, Polevnsky se refirió así a Sanz:
“Nosotros teníamos ocho diputados con los cuales éramos el único grupo parlamentario que podía hacer mayoría (en Morelos). Nos ha ido quitando el españolete éste, a nombre del gobernador, a nuestros diputados”.
De acuerdo con la Real Academia, el sufijo –ete se emplea para “formar diminutivos, despectivos u otras palabras de valor afectivo, a veces de manera no muy explícita, a partir de adjetivos y sustantivos, como regordete, calvete y vejete”.
Es curioso que Polevnsky se escandalice hasta ahora por los modos de Blanco y Sanz, pues hace rato que uno y otro han sido señalados de llevar a cabo maniobras cuestionables en la política morelense.
Sin duda se calló lo que piensa de ambos a la hora de formarse la alianza entre el Partido Encuentro Social y Morena que –junto con el Partido del Trabajo– integraron la coalición Juntos Haremos Historia, que postuló a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República y a Cuauhtémoc Blanco a la gubernatura de Morelos.
Sanz, en efecto, nació en Madrid en 1950, pero desde 1982 se naturalizó mexicano.
Contra él han caído mil críticas, desde hace más de 30 años, por su forma de realizar negocios relacionados con el futbol. Por eso es extraño que hasta ahora reaccione la dirigente de Morena, cuando se siente “robada” de sus diputados locales.
Las declaraciones de Polevnsky revelan muchas cosas. Entre ellas, una forma patrimonialista de concebir la política pues, según dijo, correspondía a Cuauhtémoc Blanco poner a disposición del morenista Rabindranath Salazar la mitad del gobierno de Morelos.
Pero no sólo eso: justo en los días en que México está celebrando su independencia de España y cuando están a punto de cumplirse 500 años de la llegada de Hernán Cortés a suelo mexicano, Polevnsky lanza su adjetivo incendiario contra los españoles.
¿Qué hubiera sucedido en México si un alto dirigente del gobernante PSOE hubiese llamado “mexicanete” o “mexicanito” a alguno de nuestros compatriotas que viven en aquel país, entre los cuales hay varios que tienen influencia y notoriedad en distintos ámbitos?
Me pregunto qué pensarán de las palabras de Polevnsky los militantes, simpatizantes y activistas de Morena que tienen un marcado origen español, como el escritor Paco Ignacio Taibo II, entre otros.
Por supuesto, Cuauhtémoc Blanco no tardó en aprovechar el exceso de la dirigente morenista y para aparecer –¡imagínese usted!–, como el sensato de esta historia.
En su cuenta de Facebook, el gobernador publicó lo siguiente:
“Reitero mi absoluto respeto a las opiniones de la dirigente nacional de Morena, lamento profundamente las expresiones xenófobas hacia José Manuel Sanz y mantengo firme la postura del respeto absoluto a la vida interna y decisiones de los partidos políticos, recojo con atención la recomendación del Lic. Andrés Manuel López Obrador, la campaña política terminó, ahora somos gobierno y ello requiere serenidad y mucho trabajo”.
Por otro lado, ¿de verdad quiere abrir Polevnsky el cajón de los odios históricos hacia los españoles? ¿No hay ya suficiente xenofobia en el mundo como para revivir la trasnochada visión del gachupín explotador, como si la mayoría de los mexicanos no tuviéramos algo sangre española en nuestras venas?
Respeto su decisión de cambiarse de nombre pero, ¿sabrá ella que su apellido original, Ibáñez, proviene de “un ilustre y noble linaje de abolengo muy antiguo, castellano, y radicado originaria y concretamente en las montañas de Santander”? (heraldicablog.com).
Estoy seguro que la noticia de las palabras de Polevnsky no demoró en llegar a España –importantísimo socio comercial de México– donde estarán rascándose la cabeza, tratando de imaginar si son el presagio de un cambio en la relación bilateral.