Opinion

Enojo mexicano

Sergio Sarmiento

2018-08-23

Ciudad de México.- Entiendo el enojo de los ciudadanos. El Estado mexicano nos cuesta cada vez más, pero los servicios que sólo puede proporcionar el gobierno se deterioran de forma constante. La visión popular es que tenemos un gobierno que desperdicia recursos en lujos y gastos innecesarios sin cumplir con sus funciones fundamentales. 
No se equivoca Andrés Manuel López Obrador cuando señala que Benito Juárez presidía un gobierno más austero. No era tanto por la reconocida honestidad personal del benemérito, sino por el hecho de que presidía un gobierno mucho más pequeño. Juárez tenía solo seis ministerios: Relaciones Exteriores, Gobernación, Justicia e Instrucción Pública, Fomento, Guerra y Marina, y Hacienda. Hoy contamos con decenas de secretarías y cientos de dependencias de todo tipo que absorben recursos de los contribuyentes. 
El presupuesto federal representa un gasto de 5.3 billones de pesos anuales. A esto hay que sumar la parte del presupuesto de estados y municipios que no procede de las transferencias federales. Nada más el presupuesto federal representa un 22 por ciento del Producto Interno Bruto, más de una quinta parte de todo lo que producimos, con un esfuerzo enorme, los mexicanos. 
Hay razones para pensar que el Estado mexicano resta en vez de sumar a la prosperidad de los mexicanos. En otros países, los escandinavos, por ejemplo, el Estado representa un porcentaje todavía mayor del PIB, pero los servicios que otorga son amplios y de buena calidad. En México estos servicios son limitados y de pésima calidad.  
La seguridad es, por ejemplo, la responsabilidad fundamental de cualquier gobierno. A pesar de los incrementos en impuestos y en gasto en seguridad, la violencia y la delincuencia han crecido de manera desenfrenada en los últimos años. Por otra parte, si bien los políticos han establecido leyes que dan al gobierno el monopolio del manejo del agua, uno de los productos más importantes para el ser humano, la falta de inversión productiva en los sistemas de distribución ha hecho que millones no cuenten con el servicio.  
La clase política ha justificado desde siempre los impuestos que cobra y el gasto que hace con el argumento de que está combatiendo la pobreza. Los resultados, sin embargo, son decepcionantes. La pobreza en México ha aumentado en lugar de disminuir en las últimas décadas. Otros países del mundo, como nuestros vecinos Estados Unidos y Canadá, han elevado más su ingreso y han disminuido, ellos sí, la pobreza. 
Yo no sé si las soluciones que propone Andrés Manuel López Obrador son realmente las mejores, pero no hay duda de por qué los mexicanos votaron por él. El tabasqueño era el candidato de protesta al que acudió un pueblo enojado. Algunas de las propuestas hoy del presidente electo parecen insensatas, como gastarse quizá 135 mil millones de pesos para mudar oficinas de gobierno y dispersarlas en el país, pero otras tienen un claro respaldo de la sociedad. La idea de que podamos tener un gobierno más austero, que utilice los recursos públicos para resolver problemas de la sociedad y no en lujos o burocracia, entusiasma a la población. 
El enojo de los mexicanos es perfectamente comprensible. También la apuesta por un candidato de protesta. Esperemos que realmente López Obrador aplaque el enojo y adopte esa austeridad que distinguió a Benito Juárez en su momento.  

Consulta
No se ajusta a las reglas del artículo 35 de la Constitución, se llevará a cabo antes de terminar los estudios técnicos y trata sobre sobre un tema especializado que rebasa los conocimientos de la mayoría. Más que una consulta popular parece una justificación de una decisión ya tomada.
Twitter: @SergioSarmiento

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