Opinion

De lo prometido a lo posible

Pascal Beltrán del Río
Analista

2018-08-21

Ciudad de México.- De mantenerse la promesa del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, de no aumentar los impuestos y no adquirir nuevos empréstitos, la implementación de los proyectos que él y su equipo han anunciado no sólo deberá constreñirse a la proyección de los ingresos fiscales para 2019, sino también al creciente gasto público en tres rubros: deuda, salud y pensiones.
No hacerlo podría exponer al país a fuertes sacudidas dado el entorno económico mundial.
No lo digo yo, sino los miembros de la Junta de Gobierno del Banco de México, quienes, en su reunión del pasado 1 de agosto, advirtieron que “se prevé que la economía continúe transitando por un panorama complejo, tanto en el ámbito externo como el interno, lo que hace particularmente relevante que, además de seguir una política monetaria prudente y firme, se impulse la adopción de medidas que propicien una mayor productividad y que se consoliden sostenidamente las finanzas públicas”.
De acuerdo con la minuta del encuentro, algunos de los asistentes “señalaron que en los próximos meses un elemento crucial para la preservación de una política macroeconómica sólida serán las acciones en materia de finanzas públicas que anuncie y lleve a cabo la próxima administración federal”, como “disipar posibles dudas sobre la congruencia entre algunas de las iniciativas contempladas y el fortalecimiento de la posición fiscal”.
La razón de estos planteamientos –agrega la minuta de la reunión en Banxico– son “las posibles presiones derivadas del gasto público en distintos rubros como los pagos de pensiones, el gasto en salud y el costo financiero de la deuda”.
El 20 de junio, cuando estaba en sus últimos días la campaña electoral, pregunté en este espacio si habría dinero para cumplir con las promesas que habían hecho los candidatos presidenciales, habida cuenta el inminente rally en las tasas de interés y el impacto de éste en el servicio de la deuda.
Apunté que en 2013, primer año del gobierno de Enrique Peña Nieto, el costo financiero de la deuda había sido de 345 mil 386 millones de pesos, lo que equivalía a 8.72 por ciento del presupuesto federal.
Un lustro más tarde, de acuerdo con el presupuesto del año en curso, el gobierno deberá erogar 647 mil 479 millones de pesos por el mismo concepto, un 12.26 por ciento del total.
Esa vez me limité a mencionar el servicio de la deuda como un freno a los planes que los aspirantes presidenciales habían presentado en campaña. Un freno al que ninguno de ellos había aludido, en su entusiasmo por enamorar a los electores.
Quizá debí mencionar también el gasto en materia de salud y pensiones, que, igual que el servicio de la deuda, ha crecido en los últimos años sin detenerse.
Entre 2013 y 2018, el gasto en salud pasó de 443 mil 729 millones a 564 mil 313 millones de pesos. Por su parte, el gasto en pensiones se ha incrementado en el mismo lapso de 408 mil millones de pesos a alrededor de 800 mil millones este año.
La semana pasada, en una columna, la colega Martha Anaya publicó que en una reciente visita del próximo titular de Hacienda, Carlos Urzúa, al actual, José Antonio González Anaya, se reveló que el recorte al IVA en la frontera, de 16 a 8 por ciento –una promesa de campaña de Andrés Manuel López Obrador–, representaría un monto mucho mayor de los ingresos de lo que imaginaba el equipo del tabasqueño.
No está claro si López Obrador y sus colaboradores sabían de las implicaciones de esa y otras promesas cuando las presentaron en campaña. Lo cierto es que el encogimiento de la cobija presupuestal no era tema de sus discursos como tampoco lo era de los de los demás candidatos.
Hoy, al margen de promesas, debe hablarse con claridad de lo que es posible y lo que no, como han pedido los miembros de la Junta de Gobierno del Banco de México.
Insistir en propuestas de campaña irrealizables financieramente podría, como dicen ellos, mandar una señal a los mercados de que no se pretende cumplir con la preservación de fundamentos macroeconómicos sólidos.
La Federación quizá tendrá que aplicar medidas como las de los gobiernos de los estados, que ya gastan más del doble en el pago de la deuda que en inversión productiva, como revela la información publicada el lunes en Excélsior.

Buscapiés
La nota de la reunión de el lunes entre los gabinetes del gobierno saliente y entrante fue la discrepancia entre el presidente, Enrique Peña Nieto, y el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, sobre el porvenir de la Reforma Educativa, que, antes, Elba Esther Gordillo había declarado derrumbada. La anécdota en Palacio Nacional fue el saludo de una secretaria de Estado actual y una secretaria de Estado futura. Son primas hermanas.   

X