Opinion

¡Pégame!, pero no me dejes...

Víctor Guzmán
Académico

2018-08-14

Ya hace tiempo la mujer dejó de callar lo que sucedía en relación a las agresiones en el hogar por temor al qué dirán. La situación ha cambiado, las denuncias formales y señalamientos se han hecho cada vez más cotidianos, gracias a ello se conoce estadísticamente lo que hace un tiempo atrás se desconocía. En los inicios del 2018 se incrementaron las denuncias por violencia doméstica en Juárez en un 150 por ciento.
Se considera violencia familiar el empleo de la fuerza física, hostigamiento, intimidación y acoso que se da en el seno familiar de un miembro contra otro. Ya no es sólo el hombre que golpea a la pareja, se han revertido los casos, hoy el hombre también sufre violencia a través del maltrato de su mancuerna que regularmente no se denuncia por la burla ejercida contra él.
Existen diferentes tipos de violencia como lo es la física, cuando surgen los golpes o hay lesiones; la sexual, en una violación; psicológica, al intentar controlar las actividades y el tiempo del otro; económica, cuando se limitan o restringen los recursos monetarios para tener el control y el acoso que son las amenazas repetidas que puede terminar en violencia física.
Ha quedado al descubierto lo que todos hemos sabido a lo largo del tiempo, pero no se denunciaba, la existencia de este problema social al interior del hogar. Se ha ido concientizando a la población de lo que es violencia en la familia, pero, todavía se considera como normal en algunos casos, dar un “correctivo” a la esposa o hijos, como necesario para educarlos. En peores condiciones de legalidad se encuentran los pueblos alejados, donde es más común la violencia hacia la mujer y los hijos, la cual forma parte de los usos y costumbres, como una educación que ejerce el hombre y se lleva por generaciones.
En Chihuahua se tiene el deshonroso primer lugar de violencia laboral contra las mujeres, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh). Donde en promedio la mujer tuvo tres agresiones sexuales en el último año, ya sea a través de un compañero de trabajo, el patrón o un supervisor, principalmente en las instalaciones laborales.
Los trastornos posteriores a las agresiones pueden desencadenar la muerte en el peor escenario, o propiciar más violencia al interior del hogar. Las personas que reciben la ira del agresor, sufren depresión, autoestima cambiante, surge la desmotivación, miedo, falta de sueño, trastornos alimenticios, entre otros males.
La organización civil Vida Integral Para la Mujer AC a través de su directora Liliana Pacheco comenta que en Ciudad Juárez atienden a diario de 15 a 20 mujeres con sus respectivos hijos, víctimas de violencia, llegando regularmente con crisis nerviosas.
Refiere: “Hace veinte años las estadísticas de maltrato, omisión de cuidados, y desaparición forzada de las mujeres e infancias eran impresionantes, ahora, la sociedad juarense y los medios de comunicación han naturalizado las agresiones y los sucesos de violencias que enfrentamos diariamente”.
Las principales actividades con que apoyan a las internas son las terapias psicológicas necesarias, según cada caso, además de ofrecerles talleres de manualidades y productivos, capaces de reinsertarlas a la sociedad con actividades que les sirvan para sostenerse financieramente. A los hijos se les ofrece una atención alternativa –actividad loable–.
Existen infinidad de casos que no son denunciados a las autoridades por el miedo de no ser escuchados, vergüenza o por la misma intimidación del agresor. Los estratos sociales no marcan alguna diferencia, es igual cuando sale el “fua” maligno que no se puede controlar y convierte todo aquello en un infierno.
Una contestación alterada, la mirada atrevida, el desplante, un mensaje mal interpretado, puede ser el inicio de una discusión; al igual que la economía restringida, el estrés y el vaivén apresurado de la vida también son causa de las alteraciones que en un segundo cambian la intención de la vida.  Claro, jamás debe ser justificante para una agresión.

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