Opinion

Beber vino

Sergio Sarmiento

2018-08-12

Ensenada, BC.- Cuando empecé a venir a las vendimias del valle de Guadalupe, la industria estaba concentrada en unas cuantas casas, L.A. Cetto, Domecq y Santo Tomás, aunque otras, como Monte Xanic, empezaban a despuntar y a competir con vinos de calidad en producciones pequeñas.
Hoy Cetto y Santo Tomás siguen teniendo una fuerte presencia, con éxito no solo en volumen sino en calidad, pero más de un centenar de casas pequeñas han hecho de la industria un campo fértil para la innovación. La apertura comercial ha ayudado a construir una industria competitiva.
El consumo de vino en México ha crecido. En 2013 se consumieron 152.5 millones de litros y para 2015 se llegó a 166 millones. La producción ha subido a un paso más lento: de 110 a 114 millones de litros (Wine Institute). El consumo por persona, sin embargo, ha sido siempre muy pequeño, 470 mililitros al año, menos de una botella, contra 45 litros en Francia, 42 en Italia, 28 en España o 25 en Argentina (Wine Institute, 2009).
Un problema es que en México no hay una cultura del vino o ésta se ha concentrado en grupos muy pequeños. Otro es la carga tributaria. En algunos países de Europa el vino paga un impuesto pequeño, porque se le considera alimento, o incluso se le otorgan subsidios fiscales. En Francia o España es más barata una copa de vino que un vaso de Coca-Cola. En México, en cambio, se grava el vino con un impuesto especial de 26.5 por ciento al cual se le "piramida" un IVA de 16 por ciento (es decir, se cobra impuesto sobre el impuesto, como si el IEPS agregara valor al vino). El vino termina pagando 46.74 por ciento. Con esta pesada carga, no sorprende que el consumo se mantenga pequeño.
México tiene una superficie de producción de uva para vino de apenas 6,474 hectáreas, de la cual un 57 por ciento se concentra en Baja California y el resto en otros 10 estados (Sagarpa). El gobierno federal expidió en mayo de este 2018 una Ley de Fomento a la Industria Vinícola que creó una Comisión Intersecretarial de Fomento a la Industria Vitivinícola. Así, con una mano se castiga al vino con un impuesto artificialmente alto y con la otra se promulga una ley para apoyarlo a través de un nuevo organismo burocrático. El gobierno mexicano muestra una vez más esa esquizofrenia que tanto ha golpeado la productividad.
Las fiestas de la vendimia, que se llevan a cabo en agosto en el municipio de Ensenada y particularmente en el valle de Guadalupe, han representado un impulso turístico muy importante para la región. Cuando los turistas estadounidenses dejaron de entrar a Baja California por la inseguridad y por el tiempo cada vez más prolongado para cruzar y regresar, las fiestas de la vendimia ayudaron a recuperar el turismo. Hoy la ruta del vino es uno de los mayores atractivos de Baja California, en un renacimiento que ha sido acompañado por la explosión de creatividad de la cocina baja med.
Soy el primero en entusiasmarme por la decisión de impulsar a la industria, pero mi consejo a los políticos es: "No trates de ayudar, mejor no estorbes." De nada sirve promulgar leyes de fomento o crear comisiones intersecretariales cuando castigas al vino con impuestos altos. Quita el impuesto especial al vino y déjale solo el IVA. Los vitivinicultores se encargarán de lo demás.

Jóvenes y vino
"Te ves muy joven", me dijo un rozagante don Luis Cetto cuando lo saludé en la fiesta de la vendimia con la que celebró el sábado 90 años de su empresa. "Claro don Luis", le respondo. "Es que me tomo una copita de vino al día." "Yo también -contestó con una sonrisa--. Y a veces dos." Con razón Louis Pasteur decía que el vino era la más saludable e higiénica de las bebidas. 

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