LA COLUMNA
de El Diario
• Golpe criminal a la jefa de Asuntos Internos
• Cabada-Mocken, estrés en Tribunal Electoral
• Un marranito para Morán; Loera con abuelos del PRT
La ejecución del comandante de Asuntos Internos de la Fiscalía General del Estado en la Zona Norte, Dan Gerardo Fonseca Torres, fue un golpe al cerebro de la jefa de dicha área en la entidad, Karla Érika Jasso.
Ella fue cálida madrina del funcionario policiaco y metía las manos a la lumbre por su honradez. Fue tanta la confianza depositada en él que lo impulsó para su nombramiento como jefe de Asuntos Internos en Juárez desde noviembre de 2016... apenas arrancada la administración de Javier Corral, con César Peniche al frente de la Fiscalía, y con Óscar Aparicio encabezando la Policía Estatal Preventiva.
Desde entonces las cosas no han sido fáciles para Asuntos Internos. Se ha ido descomponiendo muy rápido la integridad entre las policías preventiva y la ministerial; o mejor dicho, se acrecentaron los problemas de corrupción, indisciplina y desorganización que venían de antes. Pruebas de muestra hay muchas.
El asesinato de Fonseca tiene qué ver con todo eso, y particularmente con dos o tres asuntos específicos que involucran a policías y ministeriales en actos delictivos. No es novela ni película, es la realidad cruda en toda su dimensión.
Estaba el jefe de Asuntos Internos por consignar ante los juzgados respectivos los expedientes de varios ministeriales que participaron en la detención y posterior muerte presumiblemente a golpes de un supuesto integrante de la pandilla Aztecas.
Ha sido público que a la cabeza de esa detención apareció el comandante Arturo Zuany, junto con agentes de apellidos Armendáriz, Fierro y Domínguez, así como otros dos que dejaron de asistir a sus labores apenas fueron enterados sobre la indagatoria de Asuntos Internos.
Así como en otros casos la certeza mayor sobre este tipo de ejecuciones es dirigida hacia el crimen organizado, esta vez las probabilidades al 99 por ciento apuntan también a la delincuencia organizada pero dentro de la propia corporación policiaca en Juárez. “Estamos durmiendo con el enemigo”, suelen decir agentes que pertenecen a Asuntos Internos pero también elementos que no forman parte de ese órgano y observan de cerca la descomposición.
Jasso hará lo imposible por hacer justicia a su comandante; ha tomado ya la investigación en sus manos, pero quizá no dure mucho en el cargo, ya le han retirado atribuciones y fue anotada como candidata a dirigir el Sistema Estatal Anticorrupción. Es así ese mundo. Gira frío y sin cargo de conciencia.
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La sola idea de un eventual giro radical entre los ganadores de la elección para la Presidencia Municipal de Juárez levantó ampollas y fuertes reacciones, más que naturales y lógicas todas si comprendemos que ahora la Alcaldía no sólo implica algunos miles de millones de pesos de presupuesto cada año mínimo por tres años, sino también un paso fundamental hacia la sucesión por la gubernatura en el 2021.
Hoy amanece todavía con su constancia de mayoría en mano el buen Lic. Javier González Mocken, de Morena; pero su opositor en la elección del 1 de julio, el independiente Armando Cabada, impugnó ese triunfo ante el Tribunal Estatal Electoral, cuyos magistrados resolverán a partir de las 10 de la mañana si ratifican la constancia para Mocken o declaran que fue ganador el segundo.
Repetimos que de manera extraoficial conocimos que ese dictamen favorecería a Cabada. No son las razones de esta columna, serían en todo caso explicaciones de los magistrados. Adelantar el sentido de una resolución ni es inmoral ni es antiético, es simplemente un ejercicio periodístico que en condiciones semejantes ejercen todos los medios y todos los periodistas en la medida de sus alcances y sus capacidades. Igualmente todo mundo asume los riesgos de un equívoco o de un cambio de último momento.
Por lo pronto los más incómodos han sido los cinco magistrados que votarán el dictamen. Todos fueron objeto de presión terrible y hasta intervención de sus teléfonos; insistimos, el poder en juego da para eso y mucho más.
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Al menos todavía conserva Javier Corral rasgos de su memorable buen humor. “Apúrate en los juicios que te faltan de aquí al 1 de diciembre porque van a perdonar y a olvidar incluso lo que te hicieron a ti. Así que pon tus barbitas a remojar”, le dijo ayer a la periodista Carmen Aristegui.
Fuera de ahí quedó reducida a lamentable la entrevista. El objetivo fue hablar de los famosos tuits entre José Agustín Ortiz Pincheti, el propio Corral y hasta Felipe Calderón. ¿Perdón y olvido a la corrupción?, como tema de fondo. Corral regurgitó los expedientes X contra César Duarte que ha venido masticando desde que inició su administración, repitió el “pacto de impunidad” con Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray e insistió que el nuevo régimen encabezado por Andrés Manuel López Obrador deberá dar seguimiento a los procesos penales iniciados en Chihuahua contra el duartismo.
Tocó un punto medular, sí, pero dirigido a Peña, no en la obligada, merecida, autocrítica. “Juárez es uno de los escenarios lacerados por la violencia”, abandonado por el Gobierno federal durante los dos años de corralismo.
Juárez y Chihuahua están abandonados por Peña pero más por el propio Javier Corral. Toda la prioridad de su administración la ha enfocado en levantar la alfombra del duartismo no en atender los graves déficits que sufre Juárez en todas las materias.
Es correcto que las instancias respectivas continúen esos proceso penales pero el gobernador no puede desayunar, comer y cenar duartismo. Sus responsabilidades y obligaciones son múltiples, no sólo la persecución contra el exgobernador. ¿No entendería que los candidatos de su partidos perdieron la elección en julio porque no tuvieron respaldo administrativo ni político de su administración? Pues no.
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Esperemos no sea un festejo por adelantado el llevado por el doctor candidato a Rectoría, Ernesto Morán García, y varios de sus viejos amigos, los que alcanzamos a identificar en la foto que subió el propio Doc a su Face, el jefe de la pastoral de los notarios, el noble Hesiquio Trevizo; los notarios Eduardo, “Lalo” Romero y su fiel discípulo, Héctor Arceluz; un panista Adalberto “Beto” Balderrama al que los años lo han vuelto irreconocible, etc. Todos dieron cuenta de un marranito casi bebé al que logra apreciarse en la imagen una manzana de buen tamaño en el hocico ya mudo por la tatemada a la que previamente fue sometido el pobrecito.
Morán no descansa en su paso hacia la Rectoría de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ). Aunque son regulares los encuentros con ese grupo lo podemos contemplar entre sus actos de campaña, igual que la aparición de Manuel Loera, otro aspirante a rectoría, con sus amigos de aquello que se llamó Partido de la Revolución de los Trabajadores. Estaban Luis Orozco, Héctor Padilla, Luis Gutiérrez, Javier Chávez, Héctor Pedraza, etc.; la foto en la versión digital de esta columna.
Otro aspirante, el doctor David Ramírez Perea, pasó la semana en programas radiofónicos.
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Hasta ahora ha caído el veinte sobre una ausencia muy importante en los foros de pacificación presididos por Andrés Manuel López Obrador en Juárez: la del presidente de Morena en el estado, Martín Chaparro. Nos aseguran que en caso de haber sido invitado le hablaron de último momento para que no alcanzara a llegar ni a Villa Ahumada.
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