Opinion

La cruda guerra Azteca y el pacifismo de AMLO

LA COLUMNA
de El Diario

2018-08-06

• La cruda guerra Azteca y el pacifismo de AMLO

• Deben aplausos Peniche y Nava a la Municipal

• Esperón bajó la guardia y regresó de Durango

• Funcionario de Coespris metido en grilla de UACJ

Preside hoy en Juárez Andrés Manuel López Obrador un “foro de pacificación” que debe marcar un antes y un después para esta frontera en materia de seguridad pública.
Varios antecedentes tenemos de fracasos sobre planes similares. Para el evento de hoy no podrán esconderse los protagonistas de Todos Somos Juárez, o del Plan Integral de Seguridad Pública o del Operativo Conjunto Chihuahua. Ahí estarán los principales de ellos buscando meterse también a la estrategia del presidente electo. Participaron con priistas, le sacaron raja a panistas y ahora quieren hacer lo mismo con Morena.
Estará, por supuesto, el gobernador Javier Corral, quien hizo vehementes promesas para enfrentar la inseguridad en Ciudad Juárez y no sólo ha incumplido, la violencia ha regresado a niveles de cuando esta frontera era definida como la más violenta del mundo. Corral ha abandonado a su suerte a los juarenses.
Durante las siguientes semanas y meses sonará con fuerza el foro que hoy presidirá AMLO en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) justo porque hoy la ciudad enfrenta una sangrienta batalla librada entre los Aztecas a cuyas facciones divididas se han sumado Mexicles, Artistas Asesinos, La Línea... los mismos grupos delictivos que en 2007-2011 devastaron a Juárez. Todos como brazos armados de los cárteles de Sinaloa y de Juárez en esa época fatídica.
Las palabras ya no bastan para confiar en resultados. Urgen los hechos.

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Justo cuando empiezan a descubrirse algunas rebeldías y deslealtades de cara al cercano cambio de mandos en la Alcaldía, la Policía Municipal ha dado un golpe extraordinario imposible de ser regateado. Deben los fiscales César Peniche y Jorge Arnaldo Nava agradecer sin condiciones el empujón que han recibido de Ricardo Realivázquez y su equipo de preventivos para esclarecer la multiejecución de los 11 jóvenes ahorcados la semana pasada en Pradera de los Oasis.
Ese reconocimiento amplio debe tener nomás dos restricciones o limitantes. La primera de ellas, por supuesto, que los municipales se hayan apegado a derecho y las investigaciones llevadas a cabo tengan todo el sustento técnico indispensable.
La segunda, que tales indagatorias sean de la propia Municipal y no producto de negociaciones con alguno de los grupos que participan en esa pelea entre Aztecas de la “vieja escuela” y Aztecas de La Línea y/o La Empresa; los primeros dirigidos por Eduardo Ravelo “El Tablas” (extraditado a Estados Unidos) y los segundos por René Garza, “El 300”, aún libre.
Si es lo segundo no habrá ningún reconocimiento de Peniche ni Nava porque hay muchas señales de respaldo a La Empresa por parte de algunos sectores de la Fiscalía. En ese contexto fue ejecutado en su celda la semana pasada el número dos de la vieja escuela, Juan Arturo Padilla.
Los municipales desarrollaron un trabajo que puede calificarse de impecable a partir de investigaciones iniciadas con los hallazgos de cuerpos descuartizados en distintos puntos de la ciudad, otros encajuelados y la detención de distribuidores de droga al menudeo. A unos les descubrieron paquetes de onzas de heroína, a otros latas de mariguana, a otros distintas drogas y armas de distintos calibres.
No batallaron para unir las piezas. Aparentemente dejaron huellas por todos lados, ahora el reto para unos y otros es que las acepten los jueces como pruebas válidas.
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Ese tema de Eduardo “Lalo” Esperón González promete secuela por largo tiempo no por la supuesta justicia que Javier Corral pretende para las arcas del Gobierno del Estado, sino porque el exfuncionario de Obras Públicas durante parte de la era duartista no es duartista, es panista.
Desde que Corral radicalizó la cacería deteniendo al exalcalde de Chihuahua, Javier Garfio, pero sin aprehender a los beneficiarios de varios cientos de millones de pesos involucrados en las operaciones inmobiliarias de las que fue acusado, Esperón tomó sus maletas, se trasladó a Durango y se puso bajo resguardo de su gran amigo el gobernador de aquella entidad, José Rosas Aispuro. Si a Garfio se la hicieron sin pensarla podrían ir contra él.
Esperón fue secretario de Obras Públicas con César Duarte. La semana pasada fue detenido y metido al Cereso de Aquiles Serdán acusado de peculado agravado, una veintena de millones por obras que supuestamente no llevó a cabo. A diferencia de los amigos y principales operadores de Duarte, a este lo dejaron en libertad bajo fianza por ocho millones. No es tema meternos a los detalles...
El exfuncionario estatal había regresado a Chihuahua porque desde Palacio sus antiguos correligionarios y amigos panistas le “confiaron” que no irían contra él. Mala información y mala decisión.
Debió tomar en cuenta el apresamiento de un hombre de mucha edad, 81 años, como Diógenes Bustamante; y de un jovencito de apenas 23 años, Jesús Luna. Ninguna de estas detenciones vale ni la gasolina que usaron los policías para seguirlos e ir por ellos; los supuestos delitos son insignificantes y hasta inexistentes si tomamos en cuenta que no fueron beneficiados por el producto de las acusaciones.
Aunque fue dejado en libertad tras unas horas en reclusión, nada contento debe permanecer Esperón. Pagó ocho millones de fianza que seguramente no volverán porque luego lo veremos declarándose culpable y le seguirá por el resto de su vida cargando con antecedentes penales.
Ahora sabe el panista que para esos menesteres la confianza ni a la almohada.

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Ahora entendemos por qué la Comisión Estatal para la Prevención contra los Riesgos Sanitarios (Coespris) funciona únicamente en perseguir negocios bajo el menor pretexto y dar al Gobierno estatal más mala fama de la que en general sufre.
Ayer mientras debiera estar atendiendo su encargo como jefe de Coespris en Juárez, fue visto en las instalaciones de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), Jesús Darío Cárdenas Monárrez. No fue a revisar las cafeterías o las tienditas de la máxima casa de estudios. No. Esas no aparecen en la lista de clientes frecuentes.
Tampoco su objetivo tenía que ver con algún trámite en rectoría, pues resulta que al mismo tiempo que es funcionario también es catedrático en la UACJ, pero lejísimos de ahí; por la Ciudad del Conocimiento, salida sur de la ciudad.
Darío evidentemente andaba ahí en funciones de campaña electoral. Nos dicen que es uno de los apoyadores del doctor Ernesto Morán, pero les pasó el check list a quienes llegaron a registrarse. Lo observamos muy entretenido platicando y saludando al maestro Nolberto Acosta, uno de los aspirantes a la silla del rector, Ricardo Duarte.
Goza de buena fama la jefa estatal de Coespris, María Eugenia Galván (madre de la alcaldesa chihuahuita, María Egenia Campos) pero al igual que muchos titulares de otras dependencias, no conoce de Ciudad Juárez más allá de los burritos de Villa Ahumada; y Cielo Vista, de El Paso, directa o indirectamente. Es obvio que Darío se manda solo.

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