Opinion

Una ciudad a escala humana

Alma A. Rodríguez/
Académica

2018-04-22

La escala, es un concepto que, en arquitectura se utiliza para representar un edificio o un espacio en una dimensión distinta a la real, a través de una maqueta o un plano, lo cual ayuda a guardar una proporción correcta. Cuando esto no sucede, se dice que el dibujo o la maqueta están “fuera de escala”, es decir, que no tiene las dimensiones o proporción adecuada.
Si pensamos la ciudad como una maqueta, podríamos decir que, en muchos sentidos, se encuentra fuera de escala, de la escala humana, es decir, parece haber sido pensada para seres distintos a los humanos, pues carece de varias de las condiciones básicas que un lugar requiere para ser propicio para las personas, tales como la experiencia sensorial, las distancias y los lugares de encuentro que provee.
En primer lugar, es importante saber que nuestros sentidos están diseñados para funcionar de la mejor manera, en el rango de velocidad más cercano a lo que nuestro mismo cuerpo permite. Es decir, 5 km/h de una persona caminando, 10 km/h de una persona corriendo y 15-20 km/h de una persona en bici, son velocidades apropiadas pues dentro de estos rangos los sentidos de la vista, el oído y el olfato alcanzan a percibir prácticamente todo sin deformaciones. Ejemplo de ello es que cuando vamos en un vehículo a alta velocidad, los objetos mas cercanos a nosotros los vemos deformados, y los sonidos de igual forma, cosa que no sucede cuando vamos a pie.
Esto, más allá de permitirnos estar mas en contacto con lo que sucede a nuestro alrededor, tiene implicaciones de tipo psicológico en nuestra relación con la ciudad, tanto de identificación de los sitios, de creación de recuerdos en ellos, así como de los procesos de apropiación de las personas con la ciudad. Cuando no hay esta aproximación sensorial a los espacios que habitamos, se impiden otros procesos psicosociales importantes para la creación de identidad y de comunidad.
En segundo lugar, una ciudad puede estar fuera de escala cuando las distancias que propone a sus habitantes para satisfacer sus necesidades son demasiado grandes. Una distancia caminable para una persona promedio es entre 500 - 800 metros, que es lo que cualquier persona estaría dispuesta a recorrer sin recurrir a otro medio de transporte. Si nos ponemos a analizar lo que tenemos a disposición en nuestra vivienda en un radio como este, podemos darnos cuenta si nos sería posible acceder a la mayoría de los servicios que necesitamos o no. Esto puede ser muy variable dependiendo de dónde vivamos, pero la realidad es que, en las partes más nuevas de la ciudad y en los fraccionamientos cerrados, seguramente esto sería un rotundo no.
En tercer lugar, otra condición para una ciudad a escala humana es respecto a los lugares de encuentro que provee. Sabemos que las ciudades son un resultado de la innegable necesidad del ser humano de estar con otros, de vivir en comunidad, por ello tiene tanta importancia el espacio público en una ciudad. Este, se puede clasificar en dos tipos: el sociópeto y el sociófugo. El primero invita a la permanencia de las personas, propiciando el encuentro; mientras que el segundo, invita, pero a escapar de ahí lo más pronto posible, y por tanto dificulta e incluso imposibilita el encuentro.
El domingo antepasado, se realizó una caminata ciudadana, denominada Jane´s Walk en donde se recorrió con un grupo de niños algunas calles del centro de la ciudad y algunos sitios importantes como el monumento a Benito Juárez, la Plaza Cervantina, el Muref y el Cine Victoria. De las cosas que más me hicieron reflexionar fue cuando se les preguntó a los niños cuántos de ellos jugaban en la calle y menos de la mitad levantó la mano. Pues me trasladó a esta clasificación de los espacios, en dónde las calles ya no son espacios para el juego y el encuentro con otros niños, sino un lugar del que hay que escapar porque es peligroso.
El cómo estamos construyendo la ciudad, y por tanto cómo estamos facilitando su vivencia, es de gran relevancia social, pues una ciudad fuera de escala propone a sus habitantes relegarse únicamente en el espacio privado, haciendo uso del espacio público únicamente para traslados rápidos, en aislamiento de los otros, lo cual es contradictorio con el sentido más profundo que tiene vivir en una ciudad. Por ello es que caminar nuestras calles y conocer nuestra ciudad desde una perspectiva a pie, es una alternativa para ir en contrasentido con ese estilo de vida que nos propone este modelo de ciudad, buscando rescatar el significado que tienen las calles como lugar para el encuentro con los otros.
Una propuesta local puede conocerse aquí: www.facebook.com/JanesWalkJuarez

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