Opinion

Antes del debate: Anaya

Yuriria Sierra/
Analista

2018-04-20

Ciudad de México.— “¿Quién es Ricardo Anaya? Para nosotros los electores, que muy poco sabemos de él, es una pregunta que necesita una respuesta (o varias) a la brevedad...”, escribí hace casi cuatro meses. En aquel entonces no había datos que agregar a la biografía del panista, solo su ascendente carrera política a velocidad récord y las dudas que surgieron sobre su patrimonio a partir de varias revelaciones periodísticas sobre presunto lavado de dinero. La pregunta sigue vigente: ¿quién es, exactamente, Ricardo Anaya? Sigue siendo un enigma. Y esto porque el candidato del Frente ha dado sobradas muestras de disciplina: no se sale ni un centímetro del speech elaborado en su media training.
Es un buen orador, sí. Jesús Silva-Herzog comparó su arranque de campaña con una presentación a la Steve Jobs, porque Anaya se desenvuelve seguro en el escenario. Sabe qué decir, cómo moverse. Sin embargo, el domingo no se parará frente a un público ni asistirá a un evento hecho a su medida, donde se calcula incluso el minuto en que deben sonar los aplausos. El debate lo obliga a tener listas, ahora sí, las respuestas para las preguntas que se hacen alrededor de su figura. Durante las semanas que lleva en campaña ha sabido cómo esquivar los cuestionamientos. Al igual que López Obrador, ha optado por conceder muy pocas entrevistas. Se limita a sus actos de campaña, mismos que suelen tener una brújula distinta a la de sus compañeros. Demasiados eventos privados, y cuando son públicos suelen ser solo en universidades. Y todos los días, su conferencia mañanera que hasta ahora no parece haber sido pensada para poner agenda. ¿Qué planeará para el debate de este domingo?
Sería una estrategia equivocada y peligrosa para su campaña responder con evasivas a las preguntas que le harán sus contendientes. Su lugar en las encuestas tendrá que cuidarlo con respuestas, no solo porque posiblemente hasta el puntero, AMLO, pueda lanzarse contra él, sino porque José Antonio Meade es su más cercano competidor, pero también (ni quien lo dude) Margarita Zavala irá preparada como nadie (por razones obvias) para evidenciarlo y ponerlo contra la pared.
Anaya ha aprovechado su condición de ser el más joven de los candidatos. En sus spots apuesta por el sueño de un México en donde la tecnología juega un papel importantísimo. Pantallas táctiles, iPads, gráficos en 3D. Anaya ha buscado conectar con ese México. Y no podemos culparlo por intentarlo (hay un cálculo correcto al tratar de penetrar a la generación del internet), pero sí podemos subrayar que esta es apenas una parte de toda una estructura social, en la que buena parte de la población no tiene acceso permanente a estos servicios. ¿Qué mensaje llevará a los grupos más vulnerables? ¿Cómo planea hablarles si en el debate, ya lo dijo el INE, no podrán hacer uso ni de su iPad? ¿Cómo planea aterrizar un discurso que se apoya en la tecnología para el promedio de la población? Anaya parece muy cómodo con la campaña que hace, a pesar de que a veces parece lejano al México que leemos en los diarios, vemos en la televisión y caminamos en la calle. Tal vez se siente confiado dado el promedio de las encuestas, pero la gran incógnita es saber hasta qué punto dejará que sus electores lo conozcan; que deje ver lo que hay mucho más allá de los videos que él mismo sube a sus redes sociales, en los que se ve más como un personaje creado en un “cuarto de guerra” y un laboratorio de imagen, que como un líder nato que conecta naturalmente con los electores.
¿Qué responderá cuando aparezcan las preguntas de su patrimonio y su estilo de vida? Por más que se ha empeñado, no ha logrado disipar las dudas sobre la nave industrial y sobre su familia en Atlanta. ¿Qué dirá cuando Zavala lo responsabilice de la ruptura de Acción Nacional? Aunque apoyado hoy por el PRD, esto no ha eliminado la idea de que el PAN se fracturó por su empeño de convertirse él en su candidato a la Presidencia. La adhesión de Jorge G. Castañeda a su campaña fue un anuncio inesperado, pero que le abonó credibilidad. Seguramente se notará la mano de su coordinador en el encuentro del domingo, pero la pregunta sigue ahí, como hace cuatro meses: ¿quién es Ricardo Anaya? ¿Lo podremos responder el día del debate o veremos una especie de spot en vivo? ¿O dejará que sean sus oponentes quienes nos lo “presenten”? Para él y su campaña sería catastrófico que les deje esta labor a sus oponentes.

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