Sergio Conde Varela
2016-07-28
Un efecto que se observa en una transición originada por la elección del pasado 5 de junio, es que algunas personas piensan que las cosas seguirán igual que antes, como si nada hubiera pasado y que el caminar por el cambio, es idéntico a lo anterior, como si fuera un camino pavimentado de país del primer mundo.
Pero el hecho no es así. El PRI perdió la elección de junio en 7 estados, entre otros el nuestro. Los efectos de ello, no son cualquier cosa, no se pueden minimizar y mucho menos provocar bostezos.
Tampoco se pueden pasar por alto sin provocar un efecto sumamente importante, que los resultados electorales, hayan hecho renunciar al dirigente nacional priista Manlio Fabio Beltrones y no sólo eso, sino que también la secretaria general de ese partido dijo que la derrota se debió a gobiernos priistas que dejaron insatisfecha a la sociedad como los casos de Quintana Roo, Veracruz y Chihuahua.
Los efectos producidos no sólo han provocado malestar, sino también fuertes retortijones a quienes anticipan nuevas cosas para el 2018, año en que habrá elecciones por la Presidencia de México.
La nueva figura que camina rumbosa al año anotado es, o son, las candidaturas independientes. En nuestra ciudad Armando Cabada Alvídrez, ganó con una copiosa votación la Presidencia municipal y un antecedente importante de este tipo de participación, fue el triunfo del independiente para el Gobierno estatal de Nuevo León.
Con respecto a los efectos de las victorias alcanzadas por medio de esta nueva figura, el autor Jorge Castañeda dice que las respuestas a estos efectos, no fueron visualizados por los partidos acusados de reumatismo manifiesto y luego parálisis dolorosa a simple vista.
Las fallas anteriores dice Castañeda, se deben a que ningún partido mira de frente la impunidad, la corrupción, violaciones a los derechos humanos, sistema electoral viciado, consumidores expoliados, minorías desamparadas, todo como consecuencia de un estado de derecho manco, cojo y decapitado.
Concluye el autor diciendo que en el México de hoy los cambios son posibles con un gobierno exterior a la partidocracia, sin el aire de los partidos tradicionales, porque el soplo nuevo, remata, debe surgir sin ellos.
Hay hechos que los partidos no consignan en la agenda ciudadana. Por caso, los grupos de poder empresarial que se hacen cargo, según ellos, de colaborar con las instituciones gubernamentales para resolver problemas como los de la inseguridad y que reciben cantidades millonarias sin rendir cuentas oportunas y que indebidamente deciden funciones y programas, confundiendo lo que es la función gubernamental sujeta a obligaciones legales, de actos de gestión financiera o social.
Con este tipo de actividades confunden el uso del dinero público con criterios propios de la empresa privada, diferente de fondo y forma de la prestación de los servicios públicos, o el hacer frente a las necesidades colectivas.
La transición que se ha dado, no debe manejarse con criterios obsoletos de hace más de 20 o 30 años. Que sepan, quienes no lo saben, que vivimos otros tiempos por más que se insista que nada nuevo hay bajo el sol.
Todo ha cambiado aunque muchas personas no lo perciben. Los efectos de las elecciones de junio de este año van a ser reflejo de lo que viene y que se proyectará seguramente para el 2018.
Hay algo que la gente, el pueblo requiere y que parece que hay una miopía en vislumbrarlo de parte de algunos que participan en los procesos políticos sociales. El efecto mayor que el ciudadano desea es el servicio, que es el acto que se realiza para servir a algo o a alguien. Puede ser prestación, beneficio o utilidad, pero si se realiza, habrá cumplido con algo que siempre han exigido los cargos públicos y que no cumplen quienes los ocupan. Vamos a llamarle efecto mayúsculo. Éste será de importancia suprema en los días por venir. Si no, al tiempo.