Opinion

De política y cosas peores

Armando Fuentes

2016-07-24

La noche de bodas iba a comenzar. El novio salió de la habitación a fin de que su mujercita se dispusiera para el himeneo. Cuando regresó vio algo que lo dejó sin habla: su flamante esposa se hallaba en el tálamo nupcial entregada a una orgía de erotismo que ni siquiera Tinto Brass hubiese podido imaginar. La acompañaban dos botones del hotel, el chef del restorán y el gerente de reservaciones. Antes de que el estupefacto novio pudiera articular palabra le dijo la muchacha: "No te hagas el sorprendido, Corneliano. Siempre has sabido que soy algo coqueta". La mitología griega -la más mitológica de todas las mitologías- está llena de personajes trágicos. Tragedia y sexo son los dos grandes temas de esa fantástica colección de mitos. También el sexo y la tragedia son los dos grandes temas de la vida. La vida. ¡Alto ahí, mentecato escribidor! ¿A qué ese introito, solemne y campanudo?  ¿Acaso -desgracia inmensa- ya te volviste intelectual? Ciertamente hoy es lunes, día que inspira sombríos pensamientos a quienes no hemos leído libros de superación personal y no sabemos por lo tanto que la semana se debe empezar con entusiasmo a fin de conquistar el mundo. Yo, con perdón de los motivadores, me parezco más bien a aquel empleado de Gobierno que veía el reloj de su oficina. Era lunes; las manecillas marcaban las 10 de la mañana. Exclamó el burócrata, desesperado: "¡Uta! ¡Qué larga se me ha hecho la semana!". Uno de los personajes más trágicos de la mitología griega es Casandra. Apolo se prendó de esa bellísima mujer, y para conseguir que le diera aquellito le concedió el don de la profecía. Ella aceptó el regalo, pero no entregó lo que esperaba el dios. Se quedó el Musageta como el protagonista de uno de mis cuentecillos, que le pidió lo mismo a su novia en la puerta de la casa de la chica. Ella rechazó una y otra vez las salaces demandas del verriondo galán. Cansado éste de rogar le dijo a la muchacha: "Entonces me voy, Goreta. No vamos a estar toda la noche parados aquí los tres". Apolo, furioso por la negativa de Casandra, la castigó haciendo que nadie creyera sus profecías. Vaticinaba algo la pobre y sus augurios eran recibidos con igual escepticismo que  las peticiones de perdón de Peña. Predecía que algo iba a suceder y todos se pitorreaban de ella. Le decían con tono chocarrero: "¡Mira mira!", "¡Voy voy!" o, peor aún: "No te oigo, María; traes tenis". Eso la mortificaba mucho. Se vengó haciendo que todas las profecías en que auguraba desastres y catástrofes salieran ciertas. Si Casandra viviera hoy seguramente pronosticaría la victoria de Trump. A mí no me gusta ser arúspice de males ni heraldo de calamidades, pero mi deber de orientar a la República me obliga a hacer una profecía. Quienes dirigen a las turbas de la CNTE no tienen como mira principal anular la reforma educativa, y ni siquiera mantener sus prebendas y controlar la educación en los estados donde opera. Su propósito final es lo que ellos llaman "la revolución": la creación de condiciones para la toma del poder y la instauración de un régimen "revolucionario" a la manera del que buscaban los guerrilleros de los años setenta del pasado siglo. ¿Fantasiosa mi hipótesis? Quizá. Pero ya veremos que aunque este Gobierno timorato, acoquinado por los despliegues de la CNTE, le dé a esa banda de facciosos el oro y el moro, no por eso cesarán sus manifestaciones, sus bloqueos, sus plantones, sus acciones de vandalismo y violencia, que seguirán indefinidamente con un pretexto u otro. Desde la muralla de la sitiada Troya me dirijo entonces a los inconscientes y les grito con clamoreo de Casandra: "¡Es la revolución, idiotas!"... FIN.

X