Opinion

Benéfica, la quiebra del Municipio

Javier Cuéllar Moreno/
Analista político

2016-07-23

La administración de las finanzas públicas del municipio de Juárez es un tema delicado, porque éstas se hallan al borde de la bancarrota por los altísimos salarios que se autoasignaron los funcionarios de manga ancha y uña larga que siempre hemos tenido. Ellos nunca han entendido que cuidar los pequeños gastos es importante porque “Un pequeño agujero hunde un barco” (Benjamín Franklin), contimás los altos sueldos que ganan nuestros funcionarios. Éste es un problema que se antoja eterno porque desde tiempo inmemorial siempre hemos tenido gandules en los puestos públicos.
La tercera parrafada del artículo 5° constitucional establece que “Nadie podrá ser obligado a prestar trabajos personales sin la justa retribución y sin su pleno consentimiento, salvo el trabajo impuesto como pena por la autoridad judicial…”, y esa justa retribución debe estar consensuada tanto por el trabajador como por el patrón que, de alguna manera, más o menos expresa, debe ser consentida o acordada por ambos.
Esta alusión viene al caso porque en tratándose de los trabajadores de alto y mediano copete del Gobierno municipal de Ciudad Juárez, muchos de ellos no están conscientes de lo que ganan (o cobran aunque no lo desquiten) porque según se publicó en El Diario de Juárez, el aumento salarial del 4 por ciento aplicado y cobrado desde el mes de enero a regidores, funcionarios municipales y al alcalde, incluidos los ediles de oposición, éstos dijeron desconocerlo y rechazaron haberlo avalado siguiendo una extraña moda de firmar documentos sin leerlos y votar aumentos sin saber qué acuerdan. Nuestros funcionarios públicos no quieren entender que sus altísimos e inmerecidos salarios son una de las causas de la quiebra de las finanzas públicas municipales, porque bien lo dijo Upton Sinclair: “Es difícil que un hombre entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda”.
No trabajan por el sueldo sino por “las búscalas”.
Luego entonces, a varios de los trabajadores de cuello blanco del Municipio ni siquiera les importa cuánto ganan ni advierten los aumentos que ellos mismos se autootorgan, porque todo indica que para ellos el sueldo no les importa y esto actualiza un viejo refrán que existe en el ámbito de nuestros funcionarios públicos mexicanos que nos dice: “A mí que no me den, sino que me pongan donde haya”. Lo importante no son los sueldos sino “las búscalas”, o sea las prebendas de la corrupción que son inherentes a la función pública en México y que constituyen el corazón maldito del presupuesto negro. No les interesa cuánto ganan sino cuánto se pueden robar del llamado presupuesto negro. El sueldo lo usan nada más para los chuchulucos. ¡Pero qué chuchulucos!
Ante esta situación de raterías, que se hace evidente con la práctica de estos criterios, entonces está por demás concederles aumento alguno a los empleados públicos de alto rango pues su sed de riqueza es tan grande que esos aumentos, que en sí mismos constituirían más del total del sueldo de empleados normales, no les interesan y los cobran nada más por no dejar, pero la satisfacción de sus necesidades está en otra parte. Es absurdo y ofensivo para los ciudadanos del común y pagadores de impuestos, asignar salarios de ultra primer mundo a empleados que de todos modos van preferentemente a robar.
Este modo de operar y ese modo de pensar debe tomarse muy en cuenta a la hora de ajustar a la baja los salarios de los funcionarios públicos sabiendo que no les interesa lo que les paguen, sino únicamente que los pongan donde haya dinero, que ellos se encargarán de cobrarse del presupuesto negro que es el importante y nada mejor para esa mentalidad que un puesto público. Con el nombramiento ya están mejor que pagados y no se requiere engordar tanto el gasto corriente con altísimos salarios que ni se aprecian ni se toman en cuenta. ¿Así o más confesos de su corrupción?
Su ambición no tiene llenadera.
Los salarios demenciales que paga el Gobierno municipal y todo tipo de arrimaderos que se les ocurren, deben ser rebajados y eliminados a raja tabla. Será inútil dialogar con los regidores corruptotes de la nueva administración porque bien lo dijo Henry Hazlitt: “Las opiniones acerca de los salarios se formulan con tal apasionamiento y quedan influidos por la política, que en la mayoría de las discusiones sobre el tema se olvidan los más elementales principios”. Es una cena de truhanes.

Es inútil negociar con el sindicato
Por si esto fuera poco, además del último aumento del 4 por ciento a todos los empleados del gobierno municipal, los burócratas adheridos al Sindicato Único de Trabajadores del Municipio ya se encuentran negociando son sus compinches los directivos del Municipio, otro aumento que en sueldos directos y prestaciones colectivas va a superar seguramente el 10 por ciento de las erogaciones actuales, lo cual se formalizará antes del 10 de agosto venidero, según lo declaró desfachatadamente el líder de estas sanguijuelas, señor Raúl Cano Villela, ante lo cual el síndico del Ayuntamiento, señor Fernando Martínez, nos dice que lo que en realidad debe hacerse es reducir la nómina del Municipio porque de otra forma las finanzas de esta entidad explotarán.
El gobierno local tiene en su nómina a un aproximado de 6 mil 925 empleados de los cuales mil 715 son sindicalizados y se encuentran disfrutando de los fantásticos beneficios que les otorga el contrato colectivo de trabajo. Pero lo cierto es que la totalidad se encuentra succionando las ubres presupuestales en los términos de dicho contrato colectivo porque los aumentos se hacen automáticamente extensivos a todos, incluyendo al presidente municipal y al mismo síndico y es por eso que a la hora de las negociaciones los directivos patronales se muestran tan obsequiosos con los sindicalizados y ceden a todas sus pretensiones. Ahí existe una representación patronal ficticia, una vigilancia ficticia y una subordinación laboral de fantasía pues la ventaja de ser sindicalizado estriba en que además de cobrar no se les puede exigir que trabajen. En estas circunstancias, el Gobierno municipal, que somos todos nosotros porque somos los que pagamos indefectiblemente los platos rotos, siempre la lleva de perder.

La tesorería y el fondo de pensiones deben quebrar
Muchas veces, para que un problema se componga es necesario que haga crisis, pero crisis desastrosa, no nada más un ligero temblorcillo. Y en el caso del Municipio de Juárez es necesario dejarlo caer en bancarrota de una vez por todas, sin temor de que algo malo suceda porque de todas manera son muy pocos los servicios que presta el Municipio y la Seguridad Pública bien la puede proporcionar el Gobierno estatal bajo el esquema de policía única. También debemos dejar que el fondo de pensiones del municipio quiebre y se lo lleve patas de catre, que al final de cuentas es a los propios empleados y pensionados a los que menos les importa el futuro de ese fondo que más que un acopio de recursos parece un pozo insoldable. Que quiebre todo y recomenzar de nuevo y de ceros, con un nuevo presidente que despache en la banqueta pero ya no darles un solo centavo partido por la mitad a toda la bola de garrapatas actuales. ¡No tienen llenadera!

No es conveniente que el Estado se paralice
En otro ámbito, el estatal, vemos que existe una onda preocupación por el adeudo de 6 mil millones de pesos bursatilizados que le autorizó el Congreso del Estado a contraer al gobernador César Duarte, pero si existe una persona a la que le inquieta más este asunto, es sin duda al licenciado Javier Corral Jurado, gobernador electo, porque será durante su administración que esos dineros de deuda adicional tendrán que comenzar a pagarse. Es por ello que está exhortando a los bancos de segundo piso y a las instancias federales para que no le presten al Gobierno actual ni un saco de alacranes, amagando incluso con que no les va a pagar.
No creemos que sea lo más conveniente que el licenciado Corral se ponga a hacer estos desfiguros de oposición, porque la realidad es que el Estado no tiene dinero y no se puede quedar paralizado. Ya hay signos patentes de que faltan recursos, los agentes no reciben lo suficiente para llenar los tanques de gasolina y, por tanto, se acortan los patrullajes o las atenciones a los llamados de la ciudadanía, entre otros aspectos de llamar la atención.
Es cierto que la mala administración del actual equipo gobernante ha provocado que la situación se quede al descubierto y que se evidencia que ya no hay centavos ni para asegurar la nómina, menos para pagar a proveedores y solventar asuntos de urgente necesidad. Pero no es de lo más brillante oponerse a esta medida que aportará recursos frescos e indispensables. Como que ya no es tiempo de andar grillando en la Ciudad de México para que no le presten al Estado.
Lo más conveniente sería que el señor Corral primero se espere a asumir la gubernatura y luego entonces sí verá lo que se puede hacer para afrontar la situación, porque en estos momentos el Gobierno tiene que seguir operando, no se puede paralizar. Con su postura de candidato de oposición sólo está consiguiendo echarse encima a los trabajadores y poner en riesgo la marcha de la Administración estatal.
Por otra parte, en esto sí que es plausible que el gobernador electo se esté deslindando del grupo semiterrorista Unión Ciudadana, que se vio directamente involucrado en los disturbios que lapidaron recientemente el Palacio de Gobierno estatal. La imagen del futuro gobernador de Chihuahua no debe verse afectada ni ligada con grupos cuasi delincuenciales como lo es Unión Ciudadana, porque a partir de su elección, Javier Corral representa la más viva imagen de la ley y el orden en el estado de Chihuahua.
No nada más robar es un delito, también lapidar y causar daños en la propiedad ajena lo es, y tal liga política desdibuja la imagen de lo que debe ser un gobernante que se precie de respetar y hacer respetar el orden jurídico establecido. Con esos amiguitos no lo creo, porque bien dicen por ahí “Dime con quién te juntas y te diré quién eres”. 

X