Opinion

‘La Chiva’ en Juárez

Cecilia Ester Castañeda

2016-07-22

Casi nadie sabe que Germán Valdés era conocido como “La Chiva” cuando radicó aquí, entre 1930 y 1943. El habitante promedio de Ciudad Juárez desconoce también los sitios locales asociados con la vida del cómico o la relevancia de esta región para la época de oro del cine mexicano. Bueno, muchos jóvenes ni siquiera tienen idea de quién fue Tin Tan.
Sin embargo la carrera de Germán Valdés está inexorablemente asociada con nuestra idiosincrasia. Recordarla, a su vez, contribuye a entender la influencia de la historia fronteriza a nivel nacional en el curso del Siglo XX. Transmite sensación de orgullo por lo que somos, arraigo y vislumbre sobre el potencial de cada uno de nosotros.
Por eso nos conviene volver de una vez por todas realidad el tan anunciado Museo de Tin Tan. Casi un año después del centenario del natalicio del artista que inició su carrera en los micrófonos y escenarios de la XEJ –con “J” de Juárez– por fin se ha dado a conocer la fecha de inauguración de la primera parte del edificio donde se rendirá tributo a uno de los máximos exponentes de la frontera mientras se siguen buscando patrocinadores a fin de añadir las salas de cine.
Tin Tan da para mucho más. Dejó más de 100 películas y 11 discos. Se le han dedicado documentales y libros, tesis, páginas de fans, ediciones de revistas, una película… Una carrera de trascendencia internacional como la suya bien valdría describir visualmente su contribución, no sólo a los espectáculos sino a la forma de ser –y hablar– de generaciones enteras. (“Ya sábanas”, si usted “jala” y gana el “chivo” para “clavarle el diente” al “pipirín” eso es tintanear “machín”, “¡simón!”. Y si de repente se da cuenta de usar anglicismos o sentirse ciudadano del mundo, entenderá la razón de que Carlos Monsiváis haya considerado el “primer mexicano del Siglo XXI” a Tin Tan.)
En su tiempo Germán Valdés ofreció una comicidad distinta y novedosa a un cine nacionalista por excelencia, dando a través de historias donde se transmite dignidad y optimismo voz a otra clase de mexicano. Volvió más incluyente la pantalla grande saltando a la fama con un personaje netamente fronterizo y popularizó el “espanglish” urbano y los modismos norteños. Hizo inclusive críticas sociales o alusiones a la mariguana.
Por eso fue criticado por los sectores oficialistas. Por eso, a más de 40 años de su muerte sigue siendo abanderado de la contracultura. Lo vemos en temas rockeros y en los “pachucos” dominicales que han retomado las céntricas calles juarenses para bailar los ritmos de su ídolo. A pesar de no haber habido nunca ninguna campaña ex profeso para difundir su imagen –al contrario, hay quien considera que sus herederos obstaculizaron el tintanismo al controlar excesivamente los derechos de imagen– ni de reconocimientos oficiales, ni de la transmisión regular de sus películas en la televisión abierta, la presencia de Germán Valdés continúa permeando la vida cotidiana del mexicano. Su impacto ha sido “mayúsculo”, dicen algunos estudiosos.
Luego está su relación con Ciudad Juárez. Tin Tan siempre se comportó como un orgulloso embajador de la frontera de menos de 50 mil habitantes que lo vio nacer artísticamente. La Chiva estudió en la Escuela Comercial Nocturna local y en el Instituto Lydia Patterson paseño. Aquí –bueno, en una ciudad que en términos generales no llegaba más allá de la Bellavista y el Barrio Alto, al poniente, y el Partido Romero y la Exhipódromo al oriente– empezó a trabajar y aprendió inglés: fue guía de turistas, ayudante de sastre y empleado de la compañía de luz.
En Ciudad Juárez Germán Valdés jugó futbol, se casó y fue padre por primera vez. Aquí conoció a los pachucos y bailó los innovadores ritmos de la época. En esta frontera nació su hermano menor, Manuel “el Loco” Valdés, y el futuro ídolo se presentó por primera ocasión en foros extranjeros. Aun más importante, aquí debutó en los escenarios y estrenó el personaje de “topillo” que luego evolucionaría hasta Tin Tan.
No fue casualidad. En la población de la franja fronteriza que más inmigrantes recibió en los años 30 se respiraban los tiempos por venir. Aquella ciudad pionera de la radio en México, tan dependiente del turismo y cuyos centros nocturnos captaban tendencias de dos países resultó idónea para nutrir el talento de alguien como Germán Valdés.
Y los juarenses necesitamos preservar esos datos. Este viernes Héctor Noriega Mendoza, nuestro mayor experto sobre el tema, nos recordó en una conferencia el cúmulo de información existente sobre Tin Tan en Ciudad Juárez. Ojalá esa colección fotográfica, esos videos inéditos, ese tesoro documental que describen una época importante en nuestra historia encuentren un recinto digno.
Bastante doloroso fue atestiguar el derrumbe del abandonado edificio de la XEJ. No queremos ver estatuas sucias o a las cuales ya les faltan la leontina y la pluma. Ni murales descarapelándose, ni calles-homenaje sin nomenclatura. Deseamos, eso sí, un museo en serio que no se quede con la promesa de salas de cine o sirva nada más para inaugurar las obras de remodelación en el centro, Esperamos un espacio a la altura de quien según muchos sigue siendo el cómico mexicano más completo y de la ciudad que le dio alas.
Germán Valdés tuvo un éxito inusitado aprovechando sin vacilar su momento, su entorno, sus oportunidades y su talento. Reinventó en varias ocasiones su imagen en la pantalla para luego caer junto con la época que lo encumbró, además de ser víctima de sus propios errores administrativos y su falta de previsión. Aún tiene mucho qué enseñarnos.

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