Luis Alfonso Arenal
2016-07-20
Tuve la satisfacción de haber participado junto con otros ciudadanos en un comité de certificación en el que estuvimos revisando diversos aspectos de la operación de nuestra Policía Municipal.
Para cualquier organización, lograr una certificación demanda un esfuerzo digno de tomarse en cuenta. Y mantenerlo también, como ocurre en muchas empresas o instituciones educativas.
Durante muchos años la certificación era algo reservado a empresas privadas, que lo hacían ante todo por requerimiento de los clientes.
Todos escuchamos alguna vez sobre la ISO9000 y sucesivas certificaciones. El esfuerzo se extendió luego con otras certificaciones a instituciones de educación superior privadas y después de las públicas y varias dependencias gubernamentales.
En las dependencias gubernamentales, la resistencia más frecuente era precisamente que a las certificaciones se les asociaba más con el sector privado que con el público, incluso más con la industria maquiladora que con el resto.
Pero certificar una corporación policiaca representaba romper paradigmas en serio.
Quizá eso sea lo más trascendente de la noticia sobre la certificación lograda por nuestra Policía Municipal.
Este esfuerzo fue patrocinado por Ficosec y encabezado por Insyde AC. También hay que reconocerle al gobierno municipal la apertura a que se realizara este proyecto, aun si fue por presión social o por el estado de emergencia en el que estuvimos sobreviviendo últimamente.
Recientemente se llevó a cabo una ceremonia para la entrega por parte de Insyde AC de la certificación a la corporación local. Es un logro que se debe reconocer y valorar, pero tampoco exagerar o esperar de ella lo que no es una certificación. Una certificación no disminuirá per se los índices delictivos, así como tampoco nos garantizará veranos más frescos o inviernos más cálidos.
A final de cuentas, una certificación como la conseguida nos sirve para saber que la corporación cuenta con normas establecidas en varios temas relacionados con la acción de la policía y que la mayoría de los elementos de la corporación conocen dichos lineamientos.
Realmente debo aceptar que fue un gusto haber tenido la oportunidad de darme cuenta que hay un buen nivel de conocimiento de normas entre los miembros de nuestra Policía.
El contar con elementos bien capacitados y equipados no es cosa menor. Por supuesto que podemos hacer una larga lista de las cosas que faltan y sobre las que el nuevo gobierno municipal debería de trabajar.
Sabemos que el alcalde electo propuso en campaña una evaluación externa y esta certificación podría ser un elemento importante de la misma. Hay otras áreas como tránsito que también deberían revisarse.
Cuando hablamos de saber qué cosas esperar y qué no esperar de una certificación a la Policía, debemos estar conscientes de que una cosa es tener los lineamientos bien escritos y otra es que los elementos en campo los cumplan.
Aquí entra nuestra labor como ciudadanos de reportar y denunciar lo que proceda, pero también de la autoridad de tener bien definidos los mecanismos para que la gente pueda quejarse sin temor a represalias. Lineamientos hay, quizá falte socializarlos.
Otro aspecto valioso fue el de haber incluido a diversas instituciones sociales en esta iniciativa.
Para mí fue un privilegio haber tenido la oportunidad de haber contribuido por parte del Tecnológico de Monterrey, que es donde colaboro. Espero que tanto las autoridades en funciones como las electas tomen nota de las observaciones que les hicimos.
Ante todo, debemos entender que una policía no es mejor ni peor que el resto de la sociedad. Nuestros policías provienen de nuestra sociedad igual que los maestros, los doctores, los taxistas, los políticos o los plomeros. Parte de las muchas cosas que necesitamos para tener una mejor Policía, es mejorar la imagen de la corporación entre la comunidad.