Opinion

Campo y tabla

Olga Tuda

2016-07-18

El diagnóstico ciudadano del pasado 5 de junio en el estado de Chihuahua dejó ver un panorama fuera de lo común, dando a conocer personajes de nueva era. Hablo de los diputados, en su mayoría propuestos por el PAN.
El voto de castigo para el partido hegemónico tuvo relevo con los nuevos contendientes, algunos ya curtidos en el oficio, otros saboreando la primicia de la contienda y el triunfo como trofeo.
Se espera de ellos una respuesta que vigorice la voz del Ejecutivo electo en cuanto a poner orden en su mandato y hacer la diferencia de sus antecesores. Esto no quiere decir que se sometan al poder del Ejecutivo, sino que adiestren su vuelo en su puesto para proponer y coincidir con ese libre albedrío, que modifique las tradicionales rutas de complacencias cupulares que tanto enojan, engañan y hacen sufrir a la ciudadanía.
Ese fue el hartazgo: vivir en la desilusión y sin esperanza. Viendo cómo quienes tienen el poder engullían sin miramientos el pastel completo, sin abastecer ni mínimamente las necesidades más esenciales de un pueblo que ya sufre hambruna y ésta no deja pensar con claridad.
Sed de poder y de justicia de un pueblo que ha permanecido en el abandono, ahogándose con las migajas de un gobierno lleno de poderío y egolatría; un gobierno que agrede el principio de la existencia del ser, agotando las posibilidades de progreso y desmoronando la buena voluntad de la población. Gobiernos corruptos y punitivos que amedrentan a su pueblo y le son desleales.
Pero todo lo que empieza termina y sólo falta tomar la decisión. Un ejemplo de lo que se puede nos lo da Pedro Kumamoto, diputado independiente quien emprendió una iniciativa de ley para eliminar la figura de fuero a funcionarios. El Congreso de Jalisco aprobó por mayoría la propuesta. Ahora requieren el respaldo de por lo menos 63 de los 125 cabildos pertenecientes al estado de Jalisco.
“Por muchos años nos han dicho que hay que acostumbrarnos a los privilegios de la clase política frente a la justicia, pero hoy en Jalisco escuchamos un llamado histórico de la sociedad: no más impunidad, eliminamos el fuero en Jalisco”, declara Pedro Kumamoto.
Y agrega: “Este es un paso estratégico para continuar con la discusión de cómo reducimos la brecha entre gobernados y gobernantes. Necesitamos generar un poder judicial autónomo, ministerios públicos independientes y haciendo ciudadanos los juicios políticos. No más gobernantes de primera y ciudadanos de segunda”.
El fuero fue aplicado originalmente en México como protección a los senadores y diputados federales, para poder expresar sus ideas y críticas sin que puedan ser reprimidos por otro poder. Pero al paso del tiempo fue denominado constitucionalmente como inmunidad procesal, quedando éste como una figura jurídica.
Según el artículo 111 constitucional los funcionarios protegidos por esta figura sólo pueden ser llevados ante la justicia civil mediante un proceso de “desafuero” aprobado por los propios diputados.
Por su parte, la legisladora priista, Rocío Corona Nakamura, señala: “El fuero del que gozan los servidores públicos les hace una casta aparte, una especie de ciudadanos de primera protegidos de las leyes que ellos mismos producen”.
Es ahora la ocasión para los diputados electos –algunos de ellos, nuevos en este quehacer– impongan su buena voluntad en hacer las cosas de la mejor manera, haciendo ética, gobernando en congruencia y escribiendo la historia de un mejor Chihuahua para todos.
Es tiempo de que los elegidos respondan a sus representados, comiendo en el mismo plato y poniéndose en sus zapatos. Los diputados de esta legislatura tienen un campo fértil, donde podrán darse vuelo sembrando en pos de una libertad de principios y entendimiento.
Una oportunidad para cambiar el rumbo de lo que no nos gusta, para hacer un gobierno con base en las necesidades de la mayoría, que son los ciudadanos.
Un consenso, donde el acuerdo sea que los ciudadanos opinen, se pongan de acuerdo con su representante y lleven sus deseos a la Cámara. Entonces, los ciudadanos nos daremos por bien servidos.
Que en este Estado, el dicho de Pablo Neruda deje de existir: “El fuero para el gran ladrón, la cárcel para el que roba un pan…”. Y si no, que el pueblo os lo demande.

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