Opinion

Retornan la guerra y la violencia

Javier Cuéllar Moreno/
Analista político

2016-07-16

Dice Quinto Horacio Flaco, famoso poeta lírico y satírico romano que: “Las guerras son el espanto de todas las madres”. Y esto tiene mucho sentido porque de cualquier manera quienes mueren en las refriegas son sus hijos, hermanos, esposos, nietos, etcétera, y como generadoras biológicas y espirituales de vida, estos fallecimientos les producen terrible dolor, incurable dolor del cual nunca llegan a reponerse. Esto es así, cualquiera que sea la naturaleza de sus familiares caídos, porque: “Para una madre no hay hijo feo” ni malo, según nos cuenta la popular fábula de Esopo. Las muertes de todos les duelen igual.
Durante los años más álgidos de la llamada guerra de Felipe Calderón contra casi todos los narcos, se cometieron, tan sólo en nuestra ciudad, un promedio de 12 asesinatos diarios, algunos de ellos con una brutal ferocidad y escarnio, que literalmente pusieron los pelos de punta a los juarenses. Muchos percibieron un clima amenazante que provocó un éxodo de habitantes del orden del cuarto de millón de personas, del cual todavía no alcanzamos a reponernos. Esa guerra fue la desgracia de muchas familias que perdieron sus casas, sus empresas, sus escuelas, todo.
Después se inauguró el gobierno del licenciado César Duarte y con la colaboración de sus líderes de seguridad, el licenciado Jorge González Nicolás en la Fiscalía General y el licenciado Enrique Villareal en la Zona Norte, ambos con sus eficientes equipos de trabajo, la criminalidad fue reduciéndose con mucho esfuerzo hasta alcanzar la cifra promedio de un asesinato diario –o menos, como en 2015– en esta frontera.
Lo registros para este 2016 iban bien porque el conteo oficial refiere que en enero se cometieron 32 homicidios; 24 en febrero; 28 en marzo; 32 en abril; 38 en mayo; y 36 en junio, mientras que en los primeros 15 días de julio sumaban ya 29, lo cual indica que al final de este mes se prevé alcancen cerca de los dos homicidios diarios, lo cual es un foco rojo que se enciende y causa alarma entre la población que no quiere regresar a los tiempos de la gran mortandad.
Este repunte nos podría colocar en una cifra de 700 asesinatos para este año si las cosas no se componen, pues el desastre de la guerra fratricida acumuló un aproximado de 11 mil asesinatos en el período sangriento que empezó paulatinamente en 2007, cuando fueron asesinadas 351 personas; mil 587 en 2008; 2 mil 643 en 2009; 3 mil 75 en 2010; mil 997 en 2011; 749 en 2012; 483 en 2013; 424 en 2014; y 311 en 2015. Si las cosas no se componen vamos a rebasar fácilmente los índices de 2007 y de 2015, y pueden empeorar para este 2016. Así las cosas Armando.

Vacíos de poder que generan violencia
Algunos analistas avezados me comentan una teoría que puede explicar este incremento de la violencia homicida, que consiste en que atravesamos por un período de transición política donde las autoridades electas, Javier Corral y Armando Cabada, no se aposentan aún en el poder y las que actualmente detentan el mando, César Duarte y Javier González Mocken, lo están perdiendo a pasos agigantados, en una dinámica normal de deterioro, y ya pocos les hacen caso.
De esta manera se están generando importantes burbujas de vacío de poder que rápidamente son llenadas por la delincuencia organizada y la desorganizada –gubernamental y no gubernamental– y esto genera un cierto descontrol que provoca rebeldías, usurpaciones de cotos de poder y los consiguientes ajustes de cuentas entre las bandas delincuenciales. Hasta ahora no ha afectado a policías ni otros miembros del gobierno, pero puede pasar, según se vio en el período inicial de la violencia en Ciudad Juárez a principios de 2008, cuando comenzaron a caer sorprendentemente algunos mandos policiacos.
Luego entonces, entre los que se van y los que vienen pero no llegan, existe un período de transición muy largo que se presta a que se generen estas burbujas de vacíos de poder que, como se ven las cosas, se llenan con balazos porque deben saber mis dos que tres lectores que los vacíos no existen ni en el ámbito de la naturaleza y mucho menos en el ámbito político. Hay miles dispuestos a ocuparlos inmediatamente y por eso son los ajustes asesinos.

Recortar el período de transición
La solución parece lógica, el período de transición de un gobierno a otro debe recortarse a un mes a lo sumo. Tal vez algunos de ustedes piensen que eso sea quimérico, pero al menos la transición de mandos policiacos que preserven el control de la seguridad pública sí debe hacerse a la de ya, porque de la segunda quincena de junio a la primera de octubre transcurren más de tres meses y la sociedad se encuentra desgobernada por los que no acaban de irse y los que no acaban de llegar. Y todavía les falta el período de por lo menos 100 días en que se asientan en sus cargos.
¡Uta! Es mucho tiempo y son muchos balazos. Saber quién gobierna no debe estar tanto tiempo en la indefinición porque algunos gobernantes, con al afán de dejarles la silla bien calientita a los que vienen, dicen lo que don Teofilito: “Para lo que duro en este convento, me zurro adentro…”. ¡Pero el convento es de nosotros y nosotros somos los que vivimos dentro! ¡Carajo!

El mundo en llamas
Esta violencia es lo que está sucediendo en nuestro agujero que es Ciudad Juárez, pero da la apariencia de que el mundo entero se encuentra a punto de estallar como un polvorín. Los atentados terroristas provocados por el Estado Islámico sacuden las estructuras de importantes ciudades y países del mundo. París, Madrid, Londres, Bélgica; el atentado en Niza que produjo 84 muertos el jueves pasado; el golpe de estado fallido en Turquía en lo político pero que no falló en generar al menos 265 muertes y centenares de heridos; la declaratoria de guerra del EI que afecta a más de 60 países entre los que se encuentra México; las muertes de odio registradas en varios estados de EEUU; y los disturbios mal intencionados que se generan en el sur de nuestro país, principalmente, parecen darle la razón al famoso escritor español Francisco de Quevedo cuando nos dijo: “La guerra es de por vida en los hombres, porque es guerra la vida y vivir y militar es una misma cosa”. Es doloroso, pero tal parece que el hombre ama la guerra y disfruta con la estela de destrucción que ésta produce.
El odio es el principal motor de la guerra a pequeña, mediana y gran escala, pero en la actualidad las actitudes de repudio agresivo no dejan de generarse desde lo más alto de nuestra sociedad y como ejemplo tenemos al cuasi candidato a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, quien con su discurso de encono está encendiendo una actitud de odio entre los diferentes grupos raciales que conforman el mosaico gentilicio que son los Estados Unidos.
Por ahora se ha centrado contra los latinos pero no descarta a los musulmanes y otras minorías que quieren ser posicionadas como los perros del mal entre los norteamericanos. Eso aleja a nuestra sociedad occidental de la paz y la concordia y la arroja al torbellino del odio que ha tenido sus más recientes explosiones con el asesinato de personas de color por parte de policías anglosajones y la recurrente venganza, el homicidio de policías anglosajones por parte de ciudadanos afroamericanos. Y eso no es una guerra religiosa, es una conflagración racial.
En estos momentos es que los líderes mundiales y locales deben concientizarse de que a nadie le es permitido atizar el clima de violencia, bajo cualquier pretexto ni bajo cualquier disfraz. Ahora es más urgente que nunca recordar el mensaje del presidente John F. Kennedy en plena guerra fría: “El hombre tiene que establecer un final para la guerra. Si no, ésta establecerá un final para la humanidad”.

La guerra en Chihuahua
Al respecto, en nuestro ámbito local el gobernador electo Javier Corral ha declarado que el PAN debe recobrar la confianza ciudadana porque una lectura equivocada o magnificada de la victoria ciudadana puede hacerlos errar en el cumplimiento de las metas y los logros. Corral debe hacer eco propio a sus palabras y no involucrarse con grupos de corte guerrillero y sedicioso como sus nuevos amigos, porque la ingobernabilidad del estado puede volverse en su contra. De igual manera debe proyectar un mensaje de concordia y reconciliación. No es sano que todos los empleados de gobierno priistas piensen que con su llegada serán corridos automáticamente de sus trabajos porque en un clima de incertidumbre y de temor es muy fácil que prendan asonadas. No se puede pasar a degüello a los derrotados porque todos somos ciudadanos y la alternancia en el poder nos da la oportunidad de ensayar otras fórmulas de sana y progresiva convivencia. De igual manera, los enconos entre los gobernantes saliente y entrante pueden ser aprovechados por quienes quieren llevar agua a su molino, y atizar el clima de violencia del que hablábamos líneas arriba, incrementando de manera artificial la incidencia de asesinatos y la vuelta del temor entre los juarenses y de los chihuahuenses en general, provocando un ambiente que a la gente de bien, a la gente trabajadora, a quienes invierten y arriesgan, no nos conviene de ninguna manera. Hay que llevar la fiesta de la transición en paz, por el bien de los chihuahuenses.

Ineptitud en la JMAS
Las tremendas ondas de calor que han asolado nuestra comarca han provocado que el abasto de agua potable a la población se considere insuficiente. Pero la inclemencia climática no es la explicación a este entuerto. Lo cierto es que en la JMAS existe una pésima administración que despilfarra los recursos en becarios, cursilerías, altos sueldos y prestaciones faraónicas a los empleados, descuidando el trabajo de mantenimiento a los pozos de extracción, de tal manera que muchos de ellos se encuentran parados por descomposturas y no quieren comprar sus refacciones. Así, la red de agua potable se mantiene subutilizada y nunca podrán extraer el agua que la ciudad necesita. La Junta de Agua enfrenta una cesantía provocada por la irresponsabilidad y la mala administración. Lo demás son mentiras.

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