Opinion

Oiga, señor don Armando…

Arturo Mendoza Díaz

2016-07-15

Posiblemente usted no ignora que a propósito de la nueva administración municipal, sus palabras como alcalde electo suelen generar expectativas en la ciudadanía en todos los lugares donde se entablan conversaciones.
Por ejemplo, eso pasa con la afirmación suya de que antes de entrar en funciones dialogará con los regidores para tomar medidas de austeridad y que sean disminuidas algunas prestaciones.
De más está mencionar la importancia que en la vida de los habitantes de un municipio tienen las determinaciones de su primera autoridad, trátese de retenes, del aumento de un impuesto o de una moralización policiaca.
Tal fue el caso en que el Ayuntamiento juarense, encabezado por el licenciado Javier González Mocken, prohibió el cobro en los estacionamientos de los centros comerciales.
Eso bastó para hacer menos miserable la existencia de los apergollados juarenses, que estaban obligados a realizar un desembolso por aparcar su automóvil al acudir a surtirse de víveres o a comprar un par de zapatos. 
Incluso parecíamos estar en un mundo al revés, pagando un derecho de piso, con la monserga agregada de meter el dinero en una máquina, en un acto para el que hasta había que ponerse en fila.
De modo lógico, la citada decisión del Ayuntamiento tuvo repercusiones nacionales, y acaso se imitará en otras latitudes como muestra de lo que un acto de gobierno puede beneficiar a la ciudadanía.
Esto viene a colación porque salieron a la luz pública el bono de 13 mil pesos al mes que recibe cada regidor, además de 2 mil 500 pesos mensuales para gasolina y una compensación de 15 mil pesos, aparte del salario.
De hecho, tal estado de cosas no es nuevo. El alcalde González Mocken habla de que los bonos en mención son heredados y de que los hay en todos los órdenes. Y tiene razón.
Por eso mismo nuestros diputados locales al término de sus tres años como legisladores se llevarán casi medio millón de pesos cada uno, del cual la mitad fue aportada por el Congreso.
Pero siendo legal esta cuestión, otra cosa es el asunto de si resulta justo o no, o si es ético que el acceso al servicio público equivalga a alcanzar un estado de gracia.
Porque así parece cuando, en comparación con lo que perciben un jornalero, un obrero de maquila o un empleado cualquiera, algunos servidores públicos se hacen cada mes de pequeñas fortunas.
Y es que los fondos del erario son sagrados, al originarse en el dinero que por concepto de impuesto predial o en los recursos que por cualquiera otra razón con sacrificios entrega sobre todo la gente humilde.
Sin embargo quienes toman decisiones a veces actúan como si el contenido de las arcas públicas fuera un pastel inacabable del que se quiere sacar la tajada mayor en aras del provecho propio.
De tal forma, es a partir de esa situación que usted, don Armando, como presidente municipal electo, hizo los señalamientos mencionados, diciendo que buscaría una actitud solidaria con el pueblo por parte de los regidores.
Empero, honestamente, le diré que los juarenses esperan, además, otras cosas de usted, como que ponga fin a los incontables baches y una eficaz tarea de pavimentación, así como obra pública en general.
Todo eso sin contar un avance al centro histórico, atender el rubro de la cultura y tener presente la seguridad pública, sin perder de vista el desempeño de la policía, tan proclive a cometer abusos con la gente.
Lo anterior, sin soslayar el problema de los perros callejeros, que debiera enfocarse de forma humanitaria, emprendiendo una esterilización masiva, difundiendo una cultura de buen trato y fomentando la adopción.
Se entiende, don Armando, que la labor será ardua, pero podrá llevarse a cabo delegando funciones y con ayuda de buenos colaboradores, incluyendo la de los ciudadanos.
Sí, sin duda para una faena tan pesada será necesaria una mística que usted, afortunadamente, posee y que llevará a que en otros ámbitos se hable de su administración como de un Gobierno íntegro y humanista.
Al mismo tiempo, aunado a eso, se pondrá de manifiesto que en Juárez hay un Ayuntamiento que es consciente de la realidad económica del municipio y que sabe cuidar y hacer rendir cada peso que a veces hasta privándose de lo necesario aporta el ciudadano.

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