Cecilia Ester Castañeda
2016-06-27
No sé hasta dónde llegue el impacto del Brexit en Ciudad Juárez. Sé que a mí el referéndum británico a favor de abandonar la Unión Europea me ha dejado triste, muy triste.
¿Le parece a usted graciosa mi reacción? No sería la primera persona. Ya he oído carcajadas cuando confieso casi perder el apetito ante la noticia. Y no es por el genuino cariño que siento ante el lejano país sin sol cuyo idioma me intrigaba de niña. Culpe de eso al imperialismo, a las innumerables lecturas sobre la cultura inglesa que encendieron mi imaginación. Atribúyalo a la biblioteca de mi papá. A Wilde, Conan Doyle y Dickens, hasta al Rey Arturo y Francis Drake si quiere.
No es tampoco por vivir en otro universo cuando aquí mismo están sucediendo cosas tan inquietantes. No, no me afectó el calor. Más bien, creo, ha sido la gota que derramó el vaso en una semana social y emocionalmente turbulenta.
Yo crecí entusiasmada ante las perspectivas de un mundo globalizado. Me emocionaba la idea de tener acceso a ideas y productos, a lugares, antes sin imaginar. Recuerdo haber visto la llegada del hombre a la luna, la paulatina incorporación de la yoga en la cultura occidental. Como aficionada a la historia, por años mantuve enmarcada una imagen del derrumbe del Muro de Berlín y no me pierdo esa congregación mundial simbolizada a pesar de todo cada cuatro años por las Olimpiadas.
Si, como dicen algunos expertos, la humanidad ha pasado de dispersarse a lo largo de decenas de miles de años para reencontrarse poco a poco en los últimos milenios, yo estoy lista para hacer mi parte por contribuir al acercamiento en este rincón fronterizo donde tan claramente se manifiesta la dinámica de la interacción cultural, económica y social entre dos naciones distintas. ¿O alguien me puede mencionar algún punto del planeta donde se aprecie más que en Ciudad Juárez la asimilación y el choque de la diversidad de idiosincrasias presentes en el mundo?
Celebré la creación del euro con tanta alegría como aplaudí la firma del Tratado de Libre Comercio. La Unión Europea era, a mi ver, un trascendental paso rumbo a apostar a las similitudes en vez de a las diferencias, una forma de admitir que sólo juntos podremos los seres humanos afrontar los retos ineludibles del mundo interconectado cuyas distancias hemos vencido.
Pero toda acción genera una reacción. En cierto modo, tanto el grupo magisterial que se opone a las evaluaciones en el sur del país como los movimientos separatistas registrados en varios continentes, las medidas antiinmigratorias populares en Europa y Estados Unidos, los políticos chihuahuenses olvidándose de su cargo de elección pública a la hora de hacer declaraciones tras los destrozos al Palacio de Gobierno y hasta los taxistas que se oponen a la entrada del servicio de Uber son muestra de resistencia al cambio.
Resulta difícil dejar ir formas de vida, status quo. Sobre todo, si existe la percepción de que el nuevo orden no beneficia a todos por igual o el ayer era mejor. Entonces el peligro es la ilusión de soluciones simplistas o de creer bastar dar un paso atrás para detener el tiempo.
Sin embargo, nos convenga o no, el juego ha cambiado. Los estudiantes mexicanos competirán por empleos con los coreanos a pesar de la diferencia de condiciones, los ciudadanos británicos ya no gozan de los privilegios de un imperio, cerrar las puertas a la inmigración o la tecnología significa estancarse poco a poco, aspirar a recuperar plazas laborales cedidas al extranjero implica también renunciar a exportar, el PRI no puede seguir haciendo de las suyas como si nada.
Mientras tanto dólar ya subió y se recortó el gasto público mexicano. Veamos qué sucede con nuestra economía local tan asociada con empresas extranjeras, tan acostumbrada a las deudas en otras divisas. Si Ciudad Juárez es un microcosmos de la globalización ¿cómo responderemos a los retrocesos de ésta?
Ojalá sea entendiendo que ya no posible actuar pensando en ganar independientemente de los demás. Si una lección ofrece la globalización, es recordarnos que todos vamos en el mismo barco.