Opinion

La soberanía popular, ¿infalible?

Francisco Ortíz Bello/
Analista político

2016-06-25

Los recientes hechos ocurridos en el Reino Unido, en donde mediante un referéndum más conocido como “Brexit”, los ingleses deciden que su gobierno debe hacer los trámites necesarios para salir de la Unión Europea, hacen reflexionar sobre lo que parece una decisión soberana, emanada del pueblo, pero que en realidad deja un grave problema para los propios ingleses, para la Comunidad Europea y para el mundo en general que ya ha resentido los efectos, negativos todos, de esta decisión.
Pero, vayamos por partes. ¿Qué es el Brexit? Es una abreviatura de dos palabras en inglés, Britain (Gran Bretaña) y exit (salida), que significa la salida del Reino Unido de la Unión Europea, y se convirtió en la palabra más pronunciada al hablar del referendo, aunque sólo se refería a una de las dos opciones del mismo.
La otra opción era el Bremain (Britain y Remain: permanecer), pero no tuvo el mismo éxito mediático que el Brexit. Ni tampoco en las urnas.
En este ejercicio democrático, 17 millones 410 mil 742 ingleses votaron a favor del Brexit, mientras que 16 millones 577 mil 342 votaron a favor de permanecer en la UE, una diferencia de apenas 833 mil 400 votos, lo que significó el 2.5 por ciento a favor de la propuesta ganadora, porque hubo un total de votos de 33 millones 577 mil 342 ciudadanos, lo que dio una participación del 72 por ciento.
Nunca antes un país miembro había abandonado esta unión política y económica de 28 países europeos que, desde sus inicios, no ha hecho más que expandirse y crecer.
Hasta ahí, la reflexión podría centrarse en la conveniencia de dejar a la voluntad popular de los ciudadanos de un país, o de una comunidad determinada, decisiones de gran calado, cuando regularmente son adecuadas sólo para especialistas avezados en temas económicos, de gobierno y de leyes internacionales, pero las reacciones que ha habido en torno a este suceso nos obligan a ampliar la reflexión anterior.
Y aclaro que hacemos este análisis, no sólo porque nos afectará en México de diversas formas, sino porque no han faltado voces que intentan comparar el despropósito de lo ocurrido en Reino Unido, con lo que recientemente ocurrió en nuestro país, con las elecciones del pasado domingo 5 de junio. Más adelante haremos el comparativo entre uno y otro acontecimiento.
Volviendo a Europa, las reacciones encontradas no se han hecho esperar. Los presidentes y gobernantes de países como Francia, España, Lituania y otros, han descalificado lo ocurrido en Londres y se han adelantado a asegurar que en sus países no realizarán referéndums similares. Sienten que la semilla sembrada en la Gran Bretaña, puede expandirse por todo el continente europeo con efectos devastadores para el bloque de países que integran la Comunidad Europea.
Politólogos de todo el mundo han señalado que, lo que ocurrió en el Reino Unido, no fue el triunfo de la democracia, sino la imposición de una mayoría supremacista, que supo “vender” un proyecto de país en el que las alianzas y acuerdos con otras naciones, debilitan la fuerza y el poderío que tiene por sí misma la Gran Bretaña. Una visión desde luego alarmante, porque implica no solo el aislamiento del resto mundo, sino un enfrentamiento también, basado en ideas de corte fundamentalista y supremacía de raza, lo cual no avizora nada positivo para la humanidad.
La reacción de los jóvenes en Londres es todavía más reveladora. La BBC de Londres consigna en una nota de su portal de noticias: “El futuro de este país ha sido decidido por quienes no estarán aquí para vivir con las consecuencias. Qué desastre", escribió en su cuenta de Twitter un joven que se identifica como ‏@ThomasAmor1 y quien vive en Manchester, en el norte de Inglaterra.
Y agrega el informativo londinense: “Algunas de las opiniones más viscerales frente al resultado del referendo, que deja al Reino Unido fuera de la Unión Europea, se produjeron en Twitter con los hashtags ‘Not in my name’ (‘No en mi nombre’) y ‘What have we done’ (‘Qué hemos hecho’), que se convirtieron en tendencias en la mañana del viernes en la red social y han sido usadas más de 20,000 veces”.
De acuerdo con este medio, François Hollande ha dejado claro que no convocará a los franceses a una consulta similar, sino que buscará dar un nuevo impulso al proyecto europeo. En la misma línea se había pronunciado su ministro de exteriores, Jean-Marc Ayrault, que había dicho a Le Parisien que es necesario reforzar fronteras y alejarse de populismos y extremismos.
El escenario pues, luego del triunfo del Brexit en la Gran Bretaña, es harto complicado no sólo para los europeos, sino en general para el resto del mundo. Las bolsas de valores registraron ayer caídas importantes, con efectos negativos, inmediatos y directos, en la economía mundial y regional.
Con todos esos elementos resulta relativamente sencillo concluir que, la decisión de salirse de la Unión Europea, tomada por los ciudadanos ingleses en un ejercicio democrático, no es precisamente una buena decisión, tanto por los resultados que ha generado, como por las razones en las que está basada.
Sin embargo, al haber sido tomada mediante el voto en las urnas de los británicos, está revestida de ese poderoso halo democrático que, pareciera, le da valor y legitimidad a todo lo que toca.
Y aquí en es en donde viene el comparativo con nuestro país, y particularmente con Chihuahua y Juárez, en donde también por la vía democrática, el pasado 5 de junio los chihuahuenses eligieron autoridades y representantes populares, dando un vuelco al estatus quo que prevalecía, sacando de casi todos los cargos de elección a los políticos del PRI, y refrendando su confianza mayoritariamente en los del PAN. ¿Se puede comparar lo ocurrido en el Reino Unido, con lo sucedido en México, en Chihuahua?
La respuesta es sencilla. Por supuesto que no se puede. Elegir gobernantes es un acto eminentemente democrático, la democracia pura en su máxima expresión, en el que la ciudadanía ejerce su derecho a votar por quienes cree o piensa que pueden hacer lo mejor por su país, su estado o su ciudad, eligiendo para ello a especialistas en temas de política, economía, gobierno, educación, etcétera. Mismos que, una vez en funciones, deberán demostrar con resultados positivos que esa confianza ciudadana era bien fundada.
Pero una cosa es elegir gobernantes y representantes populares, y otra muy distinta tomar decisiones de gobierno, en las que se compromete no sólo el presente y el futuro de un país, sino del mundo entero.
Por eso vale la pena reflexionar, con seriedad e informadamente, hasta dónde es posible participar al pueblo, de las decisiones de gobierno. ¿Qué sabe un ciudadano común y corriente de economía? ¿O de derecho internacional? ¿O de Medicina? ¿De verdad creemos que cualquiera puede tomar decisiones que requieren de un alto nivel de especialización y conocimiento del tema?
Yo creo que no, porque creer lo contrario sería tanto como pensar que podemos llevar a un hijo, gravemente enfermo, con un ingeniero topógrafo para que lo recete. ¿Verdad que no?
O es que acaso, usted en su casa amable lectora o lector, ¿llama al jardinero para que repare una fuga de agua en su baño? No claro que no. Ni tampoco lleva su auto con el peluquero para que le arregle una falla.
Por eso resulta amenazante, y altamente riesgoso, el populismo rampante que ofrece consultar todas las decisiones de gobierno, con tal de aparecer como muy democráticos, la democracia no es eso. Y que conste que no hablo de la revocación de mandato (ojo, no confundir con el referéndum), que sí resulta un derecho de la democracia, cuando el gobernante en turno no hace bien su trabajo, ni entrega los resultados que de él se esperan.
Despedir a alguien por sus malos resultados, no es lo mismo que asumir sus tareas y equivocarse peor, por desconocer la actividad a la que se dedica. Los gobernantes a gobernar pues, a tomar buenas decisiones y la sociedad a vigilar su trabajo, y si no lo hace bien despedirlos, pero no asumir decisiones para las que no estamos preparados. Los riesgos de la democracia.

fcortizb@gmail.com

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