Opinion

Encono, postcampaña de la sinrazón

Luis Froylán Castañeda/
Analista político

2016-06-25

Intento imaginar lo que pasó por la mente de César Duarte cuando supo que Javier Corral ganaba la elección. El 5 de junio se reunieron en casa de gobierno un puñado de sus íntimos, entre ellos el candidato Serrano, y cuentan que del ambiente festivo a medio día, pasó a la incertidumbre de la tarde, hasta la angustia de la noche, cuando los números eran francamente adversos a sus intereses.
No daba crédito a los reportes recibidos, narró uno de los presentes en esa noche triste para la gente de Palacio, describiendo una escena con César Duarte devastado, incapaz de reaccionar, como aturdido por una realidad que intentan desconocer.
En torno a jornadas políticas que trastocan el rumbo de un estado o una nación, suelen tejerse leyendas urbanas. Alguien narrará con detalle lo sucedido en esa noche, pero los hechos posteriores son suficientes para suponer un ambiente de atónitos golpeados por una realidad inesperada. Los sueños y anhelos de triunfo se despedazaban frente a sus ojos con cada reporte recibido.
Dado que en su guión jamás contemplaron la derrota, no sabían de qué forma reaccionar ante la nueva realidad que los tumbaba. Lo primero que hicieron fue negarse, con Serrano proclamando su triunfo, a sabiendas de que estaba perdiendo.
Después guardaron silencio y ya con tragedia a cuestas, el lunes por la mañana Duarte partió a México, intentando encontrar allá consuelo y explicaciones de lo sucedido.
Permanecieron aturdidos durante toda la semana, hasta encontrar los argumentos de la impugnación y las estrategias para justificar la derrota. Crearon la versión de las 171 mil boletas y orientaron la traición hacia la oficina de Osorio Chong, responsabilizándolo de operar contra el candidato del PRI.
Nunca, ni por error, miraron hacia el enfado social, el hartazgo ciudadano por un gobierno de excesos y frivolidades. Tampoco el candidato hizo el mea culpa por no desmarcarse, categóricamente, de César Duarte, siendo que amigos, conocidos, estrategas, improvisados, ocurrentes, lo sugirieron reiteradamente.
Menos reparar en las consecuencias de su perversidad política al apoyar a Cabada en Juárez y a Maru Campos en Chihuahua, suponiendo que no impactaría en la campaña de Serrano, es algo que nadie se atreve, a estas alturas, a comentar como uno de los factores que abonaron al desplome electoral de Serrano.
La estrategia electoral de golpea a tus enemigos internos y apoya a tus amigos externos, en los hechos resultó un fracaso; en Chihuahua la carrera del voto cruzado la ganó Marco Adán, por mucho, pues Lucía tuvo más de 20 mil votos que Serrano y en Juárez el independiente terminó aliado con Javier.
Como malos perdedores encuentran explicaciones donde no las hay, sabiendo en su fuero interno que los mayores responsables de la derrota son César Duarte y Enrique Serrano, el gobernador por el voto del hartazgo contra sus excesos y frivolidades, el candidato porque nunca se hizo cargo de su campaña y mostró tal sumisión que por momentos rayaba en la indignidad.
Les queda el recurso de la impugnación, pongamos que la teoría de la incertidumbre, por las boletas de más, es comprada por los magistrados. De ser el caso anularían toda la elección y pondrían fecha para nuevos comicios. A reponer el proceso y otra vez a las calles.
Pierden de vista que en una segunda vuelta la derrota sería mayor, pues lo más probable es que no haya independiente, votos que irían a Javier Corral, como está demostrado en la ciudad de Chihuahua con Miguel Riggs, que por ir solo tuvo una votación récord.
Con otro detallito: a la gente de Chihuahua no le gustan los malos perdedores, además de que el hartazgo social se ha profundizado, pues –sin razón– culpan a Duarte hasta por el desabasto de gasolina. No hay forma de que recuperen el estado, asimílenlo, perdieron y perdieron de fea manera. Hay que tragarse el sapo, mirar adelante y cambiar de casete.
Si en Palacio están los malos perdedores, en el PAN domina la soberbia y el encono. En lugar de asumir un discurso propio de gobernador electo, maduro, comprometido con Chihuahua, Javier Corral mantiene un tono de candidato rijoso.
Como lo hizo durante toda la campaña, insiste en la cárcel para el “vulgar ladrón”, recriminando con la cantaleta de que los medios vendidos son parte activa de todo lo que sucede en torno a Palacio.
Alguien necesita decirle a Javier que la campaña quedó atrás y él, sí, tú Javier, eres el ganador absoluto. Si por algún motivo no te viste sorprendido con el resultado, es momento de asumirlo y reflexionar sobre la enorme responsabilidad que ello implica.
Los próximos cinco años, a partir del 3 de octubre, serás responsable de conducir al estado, serás la persona más importante de la entidad y en consecuencia podrás instruir cuanto juicio quieras contra Duarte y los señalados como instrumentos de la corrupción.
Manejarás con discrecionalidad –así es en este país– los recursos públicos, entonces podrás utilizar esas carretadas de dinero hacia obras con sentido social, construcción de hospitales, escuelas, entregarlo a tus amigos de México, a los que te apoyaron en Chihuahua. Paciencia, faltan sólo tres meses.
El episodio violento del miércoles pasado ofreció a Javier una esplendida oportunidad para demostrar estatura. En lugar de aprovecharlo, se enredó en la dinámica de llamar a Duarte responsable de los hechos.
Hasta su mensaje televisivo del jueves por la noche, Javier no tuvo el tino de condenar explícita y categóricamente la violencia. Aprovechó el foro para ir, por enésima vez, contra el gobernador.
Da la impresión de que sigue la campaña, que la preliminar fue contra Serrano y la gran final contra Duarte. No, ahora la responsabilidad de llevar la fiesta en paz es del gobernador electo, ya le quitó a su odiado rival el gobierno, pronto lo enjuiciará, encause el proceso por la vía institucional, olvide la disputa callejera, alimentada en debates a través de cadenas nacionales.
Pongamos que tiene razón, que Duarte infiltró a los subversivos, una actitud comedida no le vendría mal, deje que otros lo señalen, mientras él hace un llamado a la concordia, a la paz, poniéndose por arriba de los demás, como lo está desde el 5 de junio.
Los comentarios en mesas de café y restaurantes son los de un gobernador electo alimentando el encono, incubando junto a los que se van el huevo de la serpiente, que es el huevo del odio.
Un amigo me dijo que la rijosa reacción de Corral contra Duarte le recordaba el viejo chiste del negro que se pintó de blanco. En cuanto lo vieron sus antiguos amigos empezaron a golpearlo, y al verse agredido, dijo que apenas tenía cinco minutos de blanco y ya odiaba a los pinches negros. No hagas que la gente se arrepienta de votar por ti, Javier.
Muy diferente se vería si en lugar de trabarse en duelo de barriada contra Duarte y los medios corruptos, su agenda pública fuese de entrevistas con los grupos de la sociedad, empresarios, académicos, iglesias, los priistas de los que habla en su mensaje del viernes, socializando su propuesta de gobierno de modo que cuando proteste el cargo no pierda precioso tiempo arrancando su gobierno.
Me duele lo que sucede con la transición, un gobernador mal perdedor y aferrado al último suspiro de poder, enviando el mensaje de que “tras de mí el diluvio”; y un gobernador electo que más parece político opositor, enojado con la vida, incapaz de perdonar agravios porque alguien osó tocar a su familia.
Javier tiene fama de no escuchar a nadie, dicen sus amigos que es él y su circunstancia. Ya no es el senador histriónico que lo mismo disparaba contra los de su partido que contra el duopolio y el presidente en turno.
Si tiene dificultades para asumir su nuevo rol, es momento de que empiece a escuchar voces sensatas, en su propio partido las hay y muchas. Por desgracia ya murió Luis Álvarez, pero ahí están Memo Luján, Francisco Barrio, Héctor Acosta, César Jáuregui Robles, Samuel Kalisch, Pablo Cuarón, por mencionar sólo algunos.
Los odios destruyen, nublan la inteligencia y hacen que las personas obren por impulsos. Piense en la enorme tarea que tiene enfrente, los próximos serán los cinco años más importantes de su vida, la tarea de reconstruir debe estar desprovista de pasiones personales.
Si en la presente administración hay uno o mil corruptos, espere a tomar la Fiscalía y abra cuantas carpetas de investigación admita cada caso. Si recibe el estado en quiebra busque las alternativas financieras para resolver la crisis, si Duarte quiere complicar la transición, no le haga testera, para pelear se necesitan dos, ahora la responsabilidad es suya.
Decía un amigo que detectó durante una instalación una pequeña fuga de gas, al hacer la observación, el responsable de la obra la desestimó porque era muy pequeña. Nada –dijo el dueño de la casa–, la arreglas porque la arreglas, con menores fugas han ocurrido grandes tragedias.
Lo del miércoles puede parecer pequeño, pero si los responsables de tapar esa pequeña fuga la alimentan, el día de mañana en Chihuahua podría haber una gran tragedia.
Javier, te verías muy bien dando el primer paso.

Lavisiondeluisfroylan.com

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