El Diario
2016-06-23
El odio manifiesto entre el gobernador en funciones César Duarte Jáquez y el gobernador electo Javier Corral Jurado es tal, que ha generado señalamientos que no deberían provenir de autoridades con tal investidura.
Durante el proceso electoral que culminó con la jornada del 5 de junio, ambos se acusaron sin tregua, y sin que mediaran pruebas en la mayoría de los casos. Sin embargo, deben tener presente que las campañas ya terminaron.
Aun así, el último capítulo de esta confrontación se presentó ayer, cuando Duarte y Corral se incriminaron mutuamente de ser los causantes de los hechos vandálicos registrados afuera de Palacio de Gobierno, en la ciudad de Chihuahua.
Al señor Corral le recordamos que es gobernador electo. Ya no es candidato. Lo más conveniente es que guardara para cuando asuma la gubernatura lo que tenga pensado hacer.
Y al señor Duarte, que asuma hasta el último día de su mandato la dignidad de su papel como gobernador en el ejercicio de su función.
Los chihuahuenses aguardamos que ambos se comprometan con madurez con lo que son. Que se pongan a trabajar en el proceso de entrega-recepción y que dejen al Tribunal Estatal Electoral que haga su labor.
De lo contrario, lo que ayer sucedió –sin que seamos agoreros de desastres– podría repetirse con peores resultados. No queremos que se registren aquí escenarios como el de Oaxaca. No queremos que Chihuahua se encienda. Si realmente pretenden el bien del estado, actúen en consecuencia.
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