Opinion

El comienzo

Adela S. González

2016-06-19

Mucho análisis, cifras al gusto de quien las maneja; encuestas inaceptables con el más-menos de error y opiniones doloridas en búsqueda de “culpables” de los resultados, pobres para el PRI, en las elecciones del 5 de junio.
Complejidad para entender que buscarle tres pies al gato es tan inocuo como buscar responsables del desastre tricolor cuando todo se resume en abuso, corrupción e impunidad, características implícitas en los gobiernos tricolores.
Los priistas no entienden lo entendible, visible y palpable y por eso impugnan una elección donde se manifestó abiertamente la voluntad ciudadana, que intentan burlar por enésima vez con recursos legaloides ridículos y faltos al sentido común.
Y como tanto análisis también cansa pasemos a los puntos de partida de los gobiernos estatal y municipal, con nada para empezar tras la depredación. Esto si el Tribunal Estatal Electoral hace bien su tarea y no invalida la elección lo cual incrementaría sobremanera el mal humor social.
Para el electo Javier Corral Jurado lo que se viene no será fácil pero si parte de lo sencillo: recomponer al Ejecutivo con energía, decisión, eficiencia y honestidad le será mejor. El dinero tiene que vigilarse con lupa y gastarlo en lo prioritario, particularmente en los primeros meses antes de delinear grandes proyectos.
El nuevo gobernador tiene camino abierto para aplicar leyes y desprender de la nómina estatal a burócratas y parásitos, primeros en despotricar de su elección porque enfrentarán lo que millones de mexicanos hacemos diariamente: trabajar o sufrir el desempleo.
Buen comienzo reiterar el propósito de gobernar para todos. Sin embargo, como miles, estoy convencida de que mientras permanezca el inventor de los fraudes electorales, los riesgos del regreso existen. Los ciudadanos tenemos la experiencia dejada por la frustrada alternancia en el Gobierno federal que dio pauta al engolamiento de gobernadores, diputados y senadores tricolores.
Los primeros, convirtiendo las entidades en vierreinatos y su Conago, tan costosa como inservible para la sociedad, y los segundos con la soberbia del “no pasará”. Quedan dos grandes pendientes: reducción de los Congresos y los colores y símbolos patrios dejen de ser “propiedad” del partido político que nos llevó en reversa por ochenta años. Hay que borrar en su totalidad las huellas del dinosaurio furioso.
Obvio tener que cuidarse de quienes por años proclamaron su experiencia de gobernar (robar mejor dicho), tan empeñados en desacreditarlo aún antes de empezar el mandato. Cualesquiera afectados por este cambio en el gobierno harán lo indecible por el regreso priista. Esperando lo mejor hay que prepararse para lo peor.
Armando Cabada Alvídrez, electo para la alcaldía tiene, consecuentemente, iguales problemas que el futuro gobernador, incluida la impugnación a su triunfo más claro que la luz del día. El tiempo de gestión es corto y apenas alcanzará para organizar y atender lo urgente: la infraestructura urbana pues son de sobra conocidas las carencias y el estado de subdesarrollo en las colonias. Fuera de las principales avenidas, las calles son intransitables mientras que los servicios obligados a la autoridad apenas si se esbozan.
Tanto el gobernador como el alcalde (y esto fue tantas veces dicho a sus antecesores) deben atender urgentemente a las escuelas. Pocas en la entidad y casi ninguna en Juárez puede definirse como tal. Crear ambientes cómodos para los niños y quienes los instruyen es prioridad de prioridades.
Todos los comienzos son difíciles y en las circunstancias actuales se agravan porque esperamos el castigo a los depredadores y fin a la impunidad floreciente en los últimos años. Proceder es demanda general y en esto también media el tiempo.

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