Opinion

Chihuahua ¿arde?

Francisco Ortíz Bello/
El Diario

2016-06-18

La semana pasada hablamos en este espacio sobre la conclusión del proceso electoral en el que los chihuahuenses elegimos un gobernador del estado, 67 alcaldes, 67 síndicos municipales y 33 diputados locales, y dijimos que el resultado final no se parece absolutamente en nada, a los cálculos y previsiones que se tenían antes de la jornada electoral.
Dijimos, a manera de contexto general, previo al domingo 5 de junio, que todos los escenarios previsibles, de acuerdo con encuestas y análisis electorales, daban triunfador al PRI y sus partidos aliados (PANAL, PVEM y PT), en la gubernatura del estado, así como en la mayoría de diputaciones y municipios, como se había venido dando desde 1998, en que el PAN perdió la gubernatura con Pancho Barrio. El margen de triunfo electoral para el PRI, no se veía arrollador, pero sí con una diferencia cómoda a su favor.
El PRI llegó al día de las elecciones con 20 diputados en el Congreso, gobernando 52 de los 67 municipios, entre ellos los más importantes del estado, y con la gubernatura del estado en sus manos que, si bien se veía seriamente cuestionada por la oposición, parecía lo suficientemente sólida como para refrendar el triunfo en las urnas. Sin embargo, no ocurrió así.
El senador panista Javier Corral Jurado, quien también había buscado la gubernatura en 2004 perdiendo la elección frente al priísta José Reyes Baeza, le dio un vuelco a la elección alzándose con la victoria de manera contundente, en un resultado que se sumó a la serie de triunfos que obtuvo el PAN en otras seis entidades del país, ese mismo día.
Debo decir que el proceso electoral, al menos a la gubernatura, dio inicio con una muy alta expectativa de un candidato independiente, o sin partido político, que, por primera vez en la historia política de Chihuahua, participó en una elección a ese alto cargo de elección popular.
José Luis “El Chacho” Barraza, ex dirigente nacional de la Coparmex y del Consejo Coordinador Empresarial, y ex Presidente del Consejo de Administración de Aeroméxico, logró reunir, contra todos los pronósticos iniciales, más del doble de las firmas de apoyo ciudadano que requería para lograr su candidatura independiente, entregando 156 mil firmas de las 76 mil que exigía el IEE.
Pero al final de cuentas, ni el independiente logró despuntar lo suficiente durante la campaña, ni el PRI llegó a su objetivo trazado y reforzado en una estrategia electoral basada en encuestas que lo daban como triunfador.
Pero, vamos a los números fríos y objetivos de acuerdo al cómputo distrital del IEE. Javier Corral obtiene el triunfo con el 39.7 por ciento de los sufragios, es decir, 517 mil 18 votos. Mientras que el candidato de la coalición PRI-PVEM-PANAL-PT, el priísta Enrique Serrano Escobar logra el 30.7 de los votos, lo que significó 400 mil 515 sufragios a su favor.
Para el independiente José Luis “El Chacho” Barraza, se contabilizaron en las urnas 242 mil 756 votos, lo que representó el 18.6 por ciento de la votación total que, si bien es un porcentaje importante de la preferencia electoral, apenas lo colocó en muy lejano tercer lugar, desfasándolo por completo de la expectativa de algunos analistas nacionales, como Leo Zuckermann, Pedro Ferriz de Con o Jorge Castañeda que le daban, incluso, la posibilidad de alzarse con la victoria. No fue así.
¿Qué ocurrió pues en Chihuahua? Bueno, pues hay diferentes hipótesis que explican la sonada derrota del tricolor, desde las más sensatas y lógicas, hasta las más disparatadas y maquiavélicas.
Unos dicen que fue el voto de castigo de la sociedad chihuahuense hacia el PRI de César Duarte, el actual gobernador del estado, marcado por los abusos del poder, los despilfarros en las finanzas, una abultada e inexplicable deuda pública y severas acusaciones en su contra -incluso ante la PGR- por manejos indebidos del presupuesto estatal.
Otros, más conservadores e institucionales, hablan de una oleada antipri en todo el país que, en buena medida, explicaría por qué ese partido perdió cuatro de las nueve gubernaturas con las que llegó al domingo 5 de junio, y le impidió ganar en las otras tres. Esta versión se ve reforzada con una muy mala imagen del partido a nivel nacional, y asociada estrechamente a los escándalos de opacidad, tráfico de influencias y violación de derechos humanos, de los que se responsabiliza directamente al presidente Peña Nieto y a sus principales colaboradores.
También hay quien señala que habría sido la venganza del exgobernador José Reyes Baeza Terrazas, hoy director general del ISSSTE, quien fue virtualmente expulsado de Chihuahua y exiliado en la Ciudad de México, por el gobernador Duarte, ya que se rumoró intensamente durante toda la campaña, que importantes operadores de Reyes Baeza operaban en contra del PRI de Duarte en Chihuahua.
Pero hay otra hipótesis aún más truculenta y digna del mejor capítulo de House of Cards (totonaca por supuesto), ideada claro por el maquiavélico y despiadado Frank Underwood, en la que todo habría sido producto de un acuerdo entre Peña Nieto y Gustavo Madero, para entregarle la gubernatura de Chihuahua al PAN, en pago a sus servicios como fiel cabildero en el Pacto por México, y la aprobación de las reformas estructurales en 2014.
El caso es que, con esos resultados, aún quedan muchos heridos de muerte al interior del PRI chihuahuense, desde donde se ha dicho que iniciará en breve una despiadada cacería de traidores, es decir, reconocen que la derrota, al menos en Chihuahua, tiene un componente interno en el PRI. El candidato perdedor del PRI, a la alcaldía de Juárez, Héctor “Teto” Murguía dijo en un discurso público, que había que cazar a los traidores, y que el mismo los sacaría del PRI a “chingadazos” para luego quemarlos en leña verde. Y quizá no sea una metáfora.
Más allá de las teorías conspiracionistas, revanchistas o de venganza social, lo cierto es que el PRI perdió casi todo en Chihuahua, de 17 pasará a tener sólo 6 ó 7 diputados locales, mientras que el PAN gobernará en más de la mitad de las alcaldías, contando las ciudades más importantes del estado.
Tan sólo en la capital del estado, la ciudad de Chihuahua, el PRI lo perdió todo. La alcaldía, la sindicatura y los cinco distritos del municipio fueron para el PAN, sumando todos los votos de ese municipio, el PAN aventajó ahí en la votación para gobernador, con más de 90 mil votos, casi el total de la diferencia con la que Corral le ganó a Serrano todo el estado.
Pero hay más cifras interesantes. En Ciudad Juárez, la localidad con más electores y la segunda ciudad en importancia del estado, luego de la capital, 25 mil priistas que votaron por Enrique Serrano a la gubernatura, no lo hicieron por “Teto” Murguía a la alcaldía, y quizá por eso “sospechen” que hubo traidores.
También en la capital del estado hubo voto cruzado tricolor. Mientras que la candidata de ese partido a la presidencia municipal, Lucía Chavira, obtuvo más de 90 mil votos, Enrique Serrano Escobar apenas y rebasó los 60 mil, es decir, 30 mil capitalinos priístas, o simpatizantes priístas, no votaron por él, pero sí lo hicieron por su candidata a la alcaldía.
Del azoro y la tristeza, los tricolores chihuahuenses han pasado a la ira y la estrategia jurídica. El pasado miércoles 15 de junio a las 23 horas con 19 minutos, apenas a unos instantes de que venciera el plazo legal, presentaron ante el Instituto Estatal Electoral senda impugnación a la elección de gobernador del estado, pidiendo se anule dicha elección porque hay un “sobrante” de boletas electorales.
En conferencia de prensa, el dirigente estatal Guillermo Dowell Delgado, anunció que en una revisión, que más parece una rabiosa auditoría del SAT, encontraron más de 170 mil boletas sobrantes, es decir, tomando como base los datos que se anotaron en cada acta de casilla, se determinó la cantidad de boletas entregadas, y luego, sumando el total de votos emitidos más las boletas sobrantes, debería de cuadrar perfectamente, ya que este ejercicio lo realizaron en poco más de 3 mil 200 paquetes electorales, pero no fue así, sino que encontraron el sobrante de boletas mencionado.
El PRI estatal de Chihuahua impugnó también la elección de alcalde en Ciudad Juárez que, hay que decirlo, también es una historia digna de contarse, pero será en la siguiente entrega, porque el espacio en esta colaboración se ha terminado.
Las impugnaciones del PRI, la respuesta del PAN y las reacciones de la sociedad en general, por cierto, no muy favorables al primero, amenazan con incendiar el estado ¿Alguien arrojará el combustible y el cerillo para que eso ocurra?

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