Luis Suárez Marcial
2016-05-24
Ciudad Juárez está a punto de poner fin a la democracia si vuelve a ganar el PRI o el PAN, uno y otro le han quedado mal a nuestro municipio y a nuestro estado.
Don Luis H. Álvarez, uno de los grandes políticos mexicanos con buenas intenciones y con honestidad, ha abandonado esta vida, seguramente con la angustia de ver que su obra quedó inconclusa.
Los grandes pilares (hombres y mujeres de buena fe) del PAN y del PRI han ido desapareciendo, y los que han quedado en su lugar no han honrado su memoria con buenas acciones.
Ahora, ¿quién tendrá la capacidad, la honestidad y la experiencia para hacer bien las cosas? ¿Los candidatos independientes, serán una buena opción? ¿De dónde obtienen tanto dinero para financiar sus campañas?
Todo tiene un costo, y al que gane le cobrarán la factura, que pagará con el dinero del pueblo.
La democracia mexicana es un juego perfectamente amañado, es una desilusión.
Entre más partidos políticos se forman en México, nuestra democracia está más simulada. La representación en el Gobierno está más fragmentada; quien gana las elecciones representa un Gobierno débil, minoritario, aprisionado para tomar buenas decisiones.
A lo largo de muchos años, el partido en el poder ha ido abriendo las puertas hacia una dominación absoluta, dictatorial. Los partidos pequeños sólo comparten los sobrantes del poder y del dinero, pero le dan una apariencia legal a las acciones de su socio mayoritario.
El engaño y la corrupción tienen un costo muy alto.
Los políticos mexicanos deberían analizar muy detenidamente la situación de Venezuela. Un presidente dictador, apoyado por un ejército, pero con una gran parte del pueblo que ha llegado al límite de su paciencia y tolerancia; mucha gente sin luz, sin agua, sin alimentos y sin trabajo; con una inflación que se calcula que en el presente año alcanzará el 700 por ciento.
Los opositores le han señalado “ya puede sacar a la calle sus tanques de guerra y sus aviones, porque no vamos a seguir tolerando más injusticias, como la violación a los derechos humanos y a la Constitución”.
En respuesta, el presidente Maduro ha decretado el estado de excepción.
Cuando se decreta el estado de excepción, es el fin de la democracia. Hablamos de sus exequias (del latin exequiae, exequi, seguir hasta el fin.), de sus “honras funerales”, según el Gran Diccionario Enciclopédico Ilustrado de Selecciones del Reader’s Digest.
En México, el artículo 29 constitucional se refiere a las condiciones en que el gobierno puede decretar la restricción o suspensión de garantías.
Ya hemos tenido una pequeña muestra de lo que esto significa. El caso de los 43 estudiantes desaparecidos en Guerrero, es un ejemplo, entre miles que se pueden mencionar.
En el 2006 el presidente Felipe Calderón declaró la guerra contra el narcotráfico. Sacó a las fuerzas armadas de sus cuarteles y las mandó a buscar narcotraficantes, pero como no tenían una capacitación especial para eso, parecía que estaba dirigida contra toda la población.
Cualquiera podía ser detenido, torturado, asesinado o desaparecido, y los encargados de impartir justicia poco o nada hacían por las víctimas. Se fabricaban delitos, se torturaba a los detenidos para que declararan y sin duda se mantenía en la impunidad a verdaderos criminales.
Nadie sabe realmente cuantos muertos ha tenido México en esta guerra que empezó en el sexenio pasado, y nadie sabe cuándo termine…