Carlos Murillo M./
Abogado
El debate de ayer entre los candidatos al Gobierno del Estado se puede resumir en que Serrano logró aportar más argumentos, más concretos y más claros, sin engancharse con la guerra de lodo; en segundo lugar, Cruz Pérez Cuellar logró crecer con una estrategia de pizarrón que le permitió llamar la atención; en un competido tercer lugar quedó Chacho Barraza quien se mostró como un intolerante de plástico, creado artificiosamente para entrar a la contienda; en un pobre cuarto lugar quedó Javier Corral quien se volvió a hundir en su propia bilis y perdió la razón para irse de boca con una metralla de ataques contra todo y contra todos, Corral hizo un catálogo de todas sus pesadillas y las aventó como un loco que grita en la plaza de armas que el mundo se va a acabar; y, finalmente, los sotaneros Francisco Javier Félix de Morena y Jaime Beltrán del Río del PRD que poco se vieron durante el debate.
La elección de gobernador es como un torneo de futbol, la temporada concluye con un partido decisivo entre los dos finalistas (como el de Bravos-Necaxa). En el futbol la final se gana con goles y en la elección con votos. No hay de otra. Sin embargo, el debate es el preámbulo de la final y es un dato importante para el elector que razona su voto con detenimiento.
Y tanto en la política como en el balompié hay reglas, la más importante es la regla de la contradicción, el desacuerdo, el enfrentamiento –el debate-, lo que permite que se dé la competencia entre dos (o más) equipos porque ambos desean lo mismo: ganar. Es importante, porque si no hubiera contradicción no sería necesaria la competencia (imagínese que Los Bravos dijeran, “la verdad pensamos que merece el ascenso Necaxa y son mejores que nosotros”, en ese caso no sería necesario el juego de la final).
He visto a fanáticos panistas diciendo “¿Cómo es posible que gane el PRI?” –tal como lo hacen los americanistas cuando ganan Las Chivas, o al revés-, siempre hay gente desgarrándose las vestiduras y aventándose al suelo porque no pueden superar la derrota. Pero la respuesta es muy sencilla: el PRI puede ganar porque se trata de una competencia y los equipos que juegan –en teoría- tienen la misma posibilidad de ganar (Claro que no es lo mismo el Atlético San Pancho que el Bayern Munich, ¡hay niveles!, es como si comparamos al PRI con una tradición de 80 años, con el Partido Encuentro Social, de reciente creación, sin experiencia, sin recursos humanos ni económicos).
Y todos los partidos políticos cuando participan en este torneo -que se llama elección-, aceptan sujetarse a las mismas reglas y validan el resultado desde que inscriben los candidatos. La diferencia entre el ganador y el perdedor estriba en la capacidad de operación política de cada equipo y la estrategia del marketing electoral.
Regresando al futbol -como todos los juarenses-, espero que Los Bravos le ganen al Necaxa y eso sucederá si –y sólo si- tienen más goles. Entonces, de esos dos equipos finalistas saldrá el nuevo campeón y el perdedor será el segundo lugar.
Prácticamente ya estamos por cerrar la elección y al final siempre quedan dos finalistas, en este caso son el PRI y el PAN. No es necesario ser un genio de la mercadotecnia para saber que el puntero es Enrique Serrano del PRI-PVEM-PANAL-PT, lo dicen todas las casas encuestadoras serias y en un sólido segundo lugar está Javier Corral del PAN a una distancia de 10 puntos según las cifras más conservadoras y hasta 14 según las encuestas que dan una ventaja más cómoda al PRI. Este escenario no ha cambiado desde hace 50 días, porque el discurso mesiánico de Javier Corral habla de una cruzada contra todas las injusticias del mundo y la gente lo ha tomado como un mesías sobreactuado que quiere pelear.
En un lejano tercer lugar, está el candidato independiente, quien no logró salir de la tercera casilla, para los analistas es un enigma su estrategia, Chacho Barraza parece que está jugando en otra cancha. Hasta ahorita, su único interés es abrir un boquete al bipartidismo en la elección constitucional, quizá también está pensando en la lógica del 2018, para seguir acumulando capital político y endosarlo al Bronco o bien para una candidatura a senador independiente en un futuro cercano, nadie lo sabe, creo que ni el, pero ya pinta para ser otro rico obsesionado que, al estilo de Bernardo Pérez Acedo, queda embrujado por la política.
Sin duda, el debate es una buena oportunidad para ganar adeptos, sin embargo, hay que aceptar que, en Chihuahua, el formato está agotado, es urgente replantearlo. No hay duda que el órgano electoral perdió la batalla por el raiting contra el juego Broncos-Necaxa, ya que la dinámica del debate de por sí es aburrida y con seis aspirantes se vuelve soporífera.
A la autoridad electoral no le cae el veinte de que es imposible hacer un debate serio donde los candidatos hablan 16 minutos en promedio y tienen que tratar temas sumamente complejos, es por eso que algunos candidatos, como Javier Corral, prefiere usar el foro para atacar y denostar, convirtiendo el debate en una guerra de difamaciones, para lo cual Javier Corral es especialista.
El debate es una simulación que sólo busca cumplir con el requisito, pero no se preocupa por elevar la calidad democrática a través del debate de propuestas. Con esas deficiencias de fondo se llevó a cabo el debate entre los candidatos a gobernador.
En este ejercicio, el triunfo no tiene reglas tan claras como en la elección que se gana con votos o el partido de futbol que se gana con goles. Pero desde el análisis del discurso político, es posible evaluar la estrategia de acuerdo a los argumentos y contra-argumentos así, sí es posible decir quién fue quien más ganó en el debate.
En ese sentido, es claro que Enrique Serrano ganó el debate porque logró aportar más propuestas sin engancharse tanto en responder los ataques, esa estrategia es exitosa en un formato tan apretado, donde la oferta tiene que ser clara y precisa. Todos sabemos que Enrique Serrano es un hombre serio, directo, técnico, que conoce de los temas públicos, los ha vivido, eso lo hace un debatiente efectivo, su mejor activo es la sobriedad, eso le permitió mantenerse tranquilo frente a los ataques de sus opositores.
Quien creció en el debate fue Cruz Pérez Cuéllar del Partido Convergencia, el expanista trae tablas en la tribuna, supo ganarse la atención combinando propuestas concretas y réplicas cortas, con una estrategia técnica bien planeada, seguramente crecerá en las próximas mediciones.
En un penoso tercer lugar está Chacho Barraza, que se fue con la finta de leer ataques bizarros contra el PAN y el PRI, pero la indignación no le queda ¿contra qué se puede enojar un rico?, me imagino que se enoja porque no hace el dinero suficiente, nunca porque la gente necesita más servicios o mejores empleos, el independiente parecía indignado, pero no convence su papel de abuelito enojón, es una lástima que sea un candidato tan malo.
En un cuarto lugar se estancó un colérico Javier Corral, quien de nuevo perdió la rienda de su propio carácter y se olvidó de su estrategia cuando se arrancó como caballo desbocado contra todos, con esto, además de diluir el impacto de su réplica, se muestra además como un intolerante que lo mismo ataca a Chacho, a Cruz, a Serrano, a Duarte, a Reyes Ferriz y hasta a Alejandro Cacho si se atraviesa.
A Corral se le acabó el tiempo en casi todas sus intervenciones, su mirada rencorosa y ademanes sobreactuados son su única carta. En este debate, como es costumbre, no hubo propuestas de Javier Corral, sólo ataques.
Seguramente Corral perderá el 5 de junio, lo dicen las encuestas y el debate que evidentemente perdió, pero aún así, cuando pase la elección todavía tiene que dar cuentas de su declaración en la iniciativa de transparencia “3 de 3” que nomás no coincide, del 2012 al 2016 recibió 6.5 millones y compró bienes por 13.3 millones ¿cómo le hizo?, ¿qué pasó con sus hermanos delincuentes?, ¿qué pasó con el embargo de Televisa?, todo eso trae cargando el candidato panista.
Y, finalmente, en el debate los sotaneros fueron Francisco Javier Félix Muñoz de Morena y Jaime Beltrán del Río, quienes no aportaron mucho, pero dieron la nota chusca con sus improvisadas intervenciones.
Ya estamos a 14 días de la elección y todo parece indicar que esto ya no se mueve, de continuar así, Enrique Serrano será gobernador y Javier Corral se regresará a su senaduría plurinominal cargando un desgaste histórico en su menguada carrera política.