Miriam A. Ornelas
2016-05-19
De acuerdo a las declaraciones de la señora Flor Córdova Baylón, subjefa del Departamento de Planeación de los Servicios Educativos del Estado de Chihuahua, el gobierno ofertará 436 plazas de maestros del nivel básico, las cuales son pretendidas por más de seis mil profesores entre normalistas y profesionistas que buscan impartir clases en el sistema educativo del estado de Chihuahua por lo que una inmensa mayoría se quedará con las ganas de ser profesor. Esto genera un descontento en todos los aspirantes que se quedarán sin nada.
El problema es simple, son muchos los que quieren ocupar un empleo de maestro debido a las grandes prestaciones que se les pagan y a los incontables días de ocio de que disfrutan con pago de sueldo completo, pues en el calendario escolar se contabilizan poco menos de la mitad de lo que cualquier otro trabajador normal debe laborar.
En estas circunstancias, ser maestro es una ocupación de privilegio y muchos ambicionan esas plazas, no tanto porque tengan una verdadera vocación por el magisterio. De hecho, muchos profesionistas desempleados de las más diversas ocupaciones ambicionan ser profesores, de lo que sea, con tal de abandonar las filas del desempleo.
Lógicamente las autoridades educativas les darán preferencia a los egresados de las escuelas Normales, que es la profesión específica para el proceso enseñanza-aprendizaje, con desdén de los de nivel licenciatura de Ingeniería, Derecho y los muchos etcéteras que ahora egresan de las universidades que no tienen el perfil de docentes.
Así, el otorgamiento de empleos en el magisterio chihuahuense se ha convertido en una prebenda política pues muchos obtienen una plaza a base de sus influencias pasando por alto el nivel de eficiencia o estudios que tengan. La arrebatiña se ha puesto a la orden del día.
Sin embargo, mientras en el magisterio chihuahuense la oferta de mano de obra supera a la demanda, en la industria maquiladora se da una escasez de trabajadores como nunca antes se había observado en nuestra comunidad, al grado que existe un déficit de alrededor de diecisiete mil empleos, poco más de los 15 mil con que cerró el año 2015 y no se pueden llenar por falta de aspirantes.
Claro, los niveles salariales son más bajos para comenzar, pero es indudable que en esa rama de la actividad económica de nuestra entidad la oportunidad de hacer carreras profesionales más largas y fructificas es un hecho; pero nadie quiere batallar y quieren comenzar ganando excelentes sueldos desde un principio, desde abajo lo cual en la vida real es técnicamente imposible. La gente no quiere batallar, quieren comenzar en cualquier cosa desde arriba, cuando para ello en cualquier parte se requiere ser el hijo de papi o tener familiares con muchas influencias y muy poderosos, como sucede en la política, donde vemos un movimiento de juniors incursionando en puestos clave sin esfuerzo alguno, apadrinados por su padre; nepotismo claro.
En nuestra sociedad cada vez existe menos la cultura del esfuerzo y todos quieren todo a la facilita; sin embargo, el verdadero precio de todas las cosas, lo que todas las cosas cuestan realmente al hombre que quiere conquistarlas es el esfuerzo y la molestia que supone adquirirlas. Pero son pocos los que quieren tomarse esas molestias y son aún menos los que quieren trabajar con denuedo toda una vida para alcanzar un sueño, mucho menos cuando no se tiene vocación, por eso la popularidad de la carrera magisterial; poco esfuerzo y buen dinero, con todas las prestaciones habidas y por haber.
No podemos decir que todos, porque debe haber alguna excepción de maestros bien nacidos, pero muchos de esos aspirantes al magisterio no son sino terroristas en capullo que a la larga se convertirán en murciélagos, manifestantes por todo e inconformes con todo, que los veremos pronto lapidando, incendiando y siendo carne de cañón en las campañas políticas del sistema o de sus opositores. Esos son grillitos, amantes de los puentes y de la holganza. Lo que menos quieren es trabajar.