Opinion

Cuidado de ofender

Javier Cuéllar

2016-05-17

Las campañas políticas han adquirido una respetable movilidad con la participación de los candidatos a presidentes municipales, diputados y síndicos, lo cual es natural porque más gente se involucra en ellas y algunos comentarios de café nos dicen que en el renglón de diputados la lucha es más cerrada.
Por cierto, se me informa que el evento organizado por los dirigentes de Abogados Revolucionarios el pasado sábado en el Salón Sepia del área del Pronaf, se vio muy concurrido. Se calcula convocaron a unos doscientos abogados que se manifestaron comprometidos con la causa del PRI por sus candidatos Enrique Serrano y Héctor ‘Teto’ Murguía Lardizábal y de todos los candidatos a diputados locales, síndico y algunas personalidades del CEN del partido aplanadora. El recinto se vio a reventar.
Bien organizado por sus líderes el licenciado Lorenzo González Lechuga y Héctor González Mocken quienes dispusieron de todo a la perfección y la distribución de propaganda priista fue efectiva entre los profesionales del Derecho que ahí asistieron.
Los discursos triunfalistas fueron el corte predominante en la reunión como es natural en toda campaña política y dio la impresión que los representantes del CEN del PRI quedaron complacidos por el excelente trabajo de proselitismo electoral que se está haciendo en nuestra ciudad y en nuestro estado. La campaña ha adquirido un respetable nivel de temperatura y el partido tricolor se mira arrasando el 5 de junio.
El mensaje central estuvo a cargo del candidato a la Presidencia municipal para Ciudad Juárez y en él se apreció un respetable grado de conocimiento de las principales tareas que deben hacerse en nuestra frontera en los próximos dos años, se le vio fuerte y decidido pero en un pasaje de la alocución, el ‘Teto’ se mostró molesto con su adversario Armando Cabada y en mucho tiene razón.
La campaña concluirá en poco más de dos semanas y después todas las aguas volverán a su cauce, tendremos que seguir viviendo todos en esta ciudad que es un pañuelo.  Desde luego, la comunidad no puede ver con buenos ojos que un hombre joven y fuerte y ni de ninguna edad, insulte a una persona mucho mayor que él, me dicen que hasta poco antes de los golpes en los corrillos del debate. ¿Qué necesidad?
Considere esto mi querido lector: si a usted, joven y fuerte, se le encara un niño de seis años o un hombre de la tercera edad y le canta un tiro, usted tiene dos salidas, o se lo da o no se lo da, si se lo da, pueden pasar dos cosas, una que usted le parta su mandarina en gajos en cuyo caso usted se verá como un abusón, o que él se la parta a usted, en cuyo caso usted se verá muy… penitente. Luego entonces, ¿qué caso tiene aceptar o provocar una riña de esas donde usted nada tiene que ganar? El respeto es mejor. Lo peor fue que aquí quien buscó la confrontación fue usted, no el niño o el adulto mayor.
La campaña política es una confrontación de ideas y de propuestas, de entusiasmo y de alegría, nunca debe llegar a las manos ni a los insultos ‘macapaleros’, eso nadie puede verlo bien, mucho menos en tratándose de personajes cuyas familias se profesan amistades profundas de muchos años.
Respeto a los mayores y a todas las personas, nada deben hacer que después pueda avergonzarles y dejar resentimientos que no se diluyan una semana después de terminado el proceso electoral. Ganará el que tenga más votos y luego todos seguiremos aquí, trabajando, sumándonos a la tarea de engrandecer a nuestra comunidad. Piensen en la frase del afamado humorista español Antonio Fraguas: “La violencia es miedo a las ideas de los demás y poca fe en las propias”.
La gente de baja condición moral festina los enfrentamientos físicos y violentos con cierta morbosidad, pero sólo la concepción de ideas y planes de trabajo aterrizados en la realidad de nuestra comunidad pueden llevar a los pueblos a su superación integral. Nuestra tierra no requiere de la sangre de sus hijos, requiere del sudor esforzado de sus frentes para acometer los retos que nos presenta el futuro. Bien lo dijo el prócer cubano José Martí: “Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra”.

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