Opinion

Formación y educación, para bien o para mal

Javier Cuéllar

2016-05-03

Un gran sector de la población se encuentra desconcertado porque habiendo proporcionado a sus hijos una educación esmerada, un buen cuidado a sus personas, a su alimentación, a su salud, a sus hábitos de higiene y en general, a su preparación, nada más superan un poco la niñez y se vuelven la piel de Judas Iscariote y prácticamente toman una vida despatarrada que, irremediablemente, los conducirá a ser unos fracasados si no es que carne de presidio.
Ambos padres por lo general les entregan sus vidas en atenciones y esfuerzos que luego en la adultez no se ven recompensados ni siquiera con un triunfo de mediana envergadura. Triunfo para ellos, para que no vayan por esta vida como en un valle de lágrimas y luego casados inauguren su nueva fábrica de limosneros, ¡sus hijos!
Napoleón Bonaparte decía que “La buena o mala educación de los hijos es cosa totalmente responsabilidad de las madres” y aunque en estos democráticos tiempos muchas madres considerarán esta sentencia injusta, en mucho sigue siendo la verdad porque son ellas las que ocupan el papel preponderante en la educación y formación de nuestros hijos; en muchos casos porque el padre afanado en su trabajo generador de recursos para la familia tiene poco tiempo para ellos, otro tanto porque las madres consideran a sus hijos como suyos de su propiedad e impiden a los padres intervenir en su educación y otros tantos porque muchas veces la madre tiene que trabajar para aportar recursos económicos para el sostenimiento del hogar, sin olvidar aquellas madres que, pudiendo dedicarles todo el tiempo necesario a la educación y formación de los hijos, prefieren voluntariamente trabajar. En cualquiera de estos supuestos es la madre la responsable única de ellos. Injusto o no, así es la vida.
Así las cosas, si el muchacho sale mal es su culpa pero si el muchacho sale bien es justo reconocer que es también su legítimo triunfo. Triunfo que no muchas veces se ve recompensado en estricta justicia.
De los malos hijos ya hemos hablado en otras ocasiones pero como es muy raro que actualmente se produzcan buenos muchachos es realmente admirable cuando esto sucede y es justo reconocerles su innegable éxito.
Sucede que en nuestra sociedad se han dado casos de jóvenes positivos que dan una gran satisfacción a sus padres por desempeñarse elevadamente en su escuela, en sus actividades deportivas y el su vida productiva cuando ella ha comenzado. Esas excepciones nos dan satisfacciones y causan admiración al ente comunitario.
No existe espectáculo más agradable para los padres que ver a nuestros muchachos acudir a la universidad, recinto sagrado donde se forman las mentalidades más nobles de este país y de donde egresarán los profesionistas que dirigirán el futuro de la humanidad para bien o para mal.
En este sentido es muy agradable observar en el evento de galardonados con el Premio Impulso a la Innovación que organiza el grupo Impulso: el primer premio se le otorgó en esta ocasión a la empresa denominada TCCSoft por haber fabricado una impresora en tercera dimensión de nombre Atom IV cuyo autor fue Joan Miramontes Marrufo.
El segundo premio se dio a José Luis Jasso Chávez por haber creado un controlador industrial escalable para automatización y robótica (Uta madre, ¿Qué es eso?)  Y el tercer premio se le otorgó al joven Rodrigo Javier Rodríguez Velarde, un juarense que actualmente estudia en la UTEP y que es egresado del Tec de Monterrey campus Ciudad Juárez e hijo del doctor Héctor Javier Rodríguez Guisar y nieto de monseñor Guisar y Valencia, que inventó un cable multipropósito a base de grafiteno y cobre que sirve para muchas cosas.
Estos galardonados nos hacen renacer la confianza en las nuevas generaciones de jóvenes que están desarrollando talentos locales y sueños que en otros tiempos se creían difíciles de alcanzar. Felicidades a ellos, a sus madres y a sus apreciables y orgullosas familias. Vamos muchachos. Bien lo dijo filósofo eterno Platón: “Con la buena educación y formación es el hombre una criatura mansa y divina; pero sin ellas es el más feroz de los animales. Educación y enseñanza mejoran a los buenos y hacen buenos a los malos”.

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