Opinion

La juventud juarense y la política

Samuel F. Velarde

2016-05-02

Las viejas generaciones de jóvenes eran idealistas, utópicas, repletas de ideología, poco pragmáticas. Tenían la capacidad de generar grandes movilizaciones, los viejos aún recordamos el movimiento del 68, las marchas universitarias, los apoyos a los sindicatos independientes del siglo pasado que tenían una tendencia democrática como el SUTERM. En provincia igualmente recordamos la simpatía hacia los movimientos guerrilleros o a los movimientos campesinos. Por supuesto que también existían los jóvenes que participaban en otras agrupaciones conservadoras o católicas, con otra perspectiva y objetivos, pero se confluía en el objetivo de cambiar las cosas o dejarlas como estaban.
Hoy las nuevas generaciones no se movilizan, no son ideológicas, no son utópicas ni dogmáticas. Tienen una ventaja por la cantidad de información que reciben diariamente a través de la red. Tienen acceso a toda una gama de datos, desde los más superfluos hasta aquellos que ponen en jaque al poder.
Los jóvenes de hoy desprecian la política, son apáticos a ella y no precisamente porque sea su naturaleza, sino porque han aprendido a ser menos dependientes de la demagogia política y mejor aceptan juzgar con los hechos. Es decir los políticos tradicionales no son de su gusto.
Desde que comienzan las campañas políticas en nuestra ciudad, en el medio universitario se dejan escuchar las voces jóvenes de incredulidad hacia los diversos candidatos. No saben de las plataformas de los partidos ni de sus “virtudes políticas”; los jóvenes miden la política a partir de observar el entorno en donde viven y sus carencias, de sus expectativas laborales, de su percepción de la corrupción, pues nacieron en los noventa cuando el país comenzaba a estar en la lista de los países más corruptos.
Entonces los jóvenes se vuelven pragmáticos al no creer en discursos, cifras, promesas de campaña, pues ellos viven en carne propia las carencias y problemas que los políticos dicen haber resuelto o resolverán.
A pesar de que se observa en los cruceros a cientos de jóvenes con pancartas y distribuyendo volantes, difundiendo las linduras de los candidatos, parecería ser que solamente para eso se les procura. Como paradoja, si algo falta en esta ciudad son políticas públicas destinadas a ese gran sector juvenil, que les proporcione una visión distinta y un desenvolvimiento de mayor calidad en esta ciudad. A pesar de que el voto joven es importante, es un voto indeciso, apático, desconfiado. Y con sobrada razón.
Los jóvenes son fuertes críticos de la política porque se les ha fallado. Ellos asumen la política como una actividad para transar, ganar y tan sólo poseer poder. No creen en los partidos políticos porque se han distanciado de ellos, sienten que los partidos acuden a ellos por el simple voto, no hay una interacción continua para conocer sus inquietudes y frustraciones. La política es un mal necesario me dijo un estudiante de administración la semana pasada y creo en nuestras circunstancias tiene razón.
La violencia de los años pasado perjudicó mucho a los jóvenes; se asustaron, se replegaron, desconfiaron. Hoy en día se desatienden de lo político porque no creen en esa actividad social, que en otras partes da frutos y resultados tangibles e intangibles. A estas alturas, la pregunta es ¿a qué político le interesará rescatar a los jóvenes y dignificar a la política?

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