Opinion

Reorganización municipal

Juan Carlos Loera de la Rosa

2016-05-01

No se requiere ser muy analítico para darse cuenta del obeso aparato burocrático municipal, basta ver el organigrama general del municipio, publicado en la página de Internet para sospechar que en los nombres de muchas de las direcciones y coordinaciones generales parece existir dualidad de funciones, ya que son para el mismo objetivo.
Son más de 20 los altos mandos y 70 direcciones de segundo nivel que son un gasto excesivo para el erario público, no sólo por los altos sueldos que perciben sino por el costo que implica el manejo de las oficinas: auxiliares, servicios, celulares, “guaruras”, etc.
El Código Municipal para el Estado de Chihuahua en su artículo 60 menciona: “El municipio, para el despacho de los asuntos de carácter administrativo y para auxiliar en sus funciones al presidente municipal, de acuerdo con sus posibilidades económicas y sus necesidades, podrá contar con las siguientes dependencias…” y luego enumera un total de 10 direcciones de primer nivel.
Es un hecho  de todos conocido que las posibilidades económicas  de nuestro municipio son limitadas y que se recrudecen aún más con la altísima deuda a las que nos han condenado las administraciones tanto anteriores como la actual. ¿Por qué habremos entonces de tener una coordinación de asesores con el rango de dirección general?... Lo ideal sería que los asesores principales del presidente municipal sean los juarenses extraídos de pueblo que representen auténticamente a la sociedad ¿Quién puede ser mejor asesor que el mismo pueblo que padece del olvido y marginación? También habría que cuestionar si el presidente municipal realmente necesita un secretario particular también con rango de “mandamás”… Un grupo de secretarias (os) profesionales sería más que suficiente para que auxilien al presidente en su agenda, relaciones públicas, etc.
Existe una dirección de audiencias públicas y varias de atención ciudadana, la primera ha servido más que nada para promover la imagen del presidente en turno, para que se dé baños de pueblo y consolide el trabajo territorial que los miembros de su partido (muchos de ellos disfrazados de promotores de la Dirección de Desarrollo Social) hacen para detectar los núcleos vulnerables, ya que son el blanco perfecto para el clientelismo electoral. 
Con la privatización del servicio de recolección de basura y del relleno sanitario resulta innecesario que la dirección de limpia siga siendo ubicada bajo el mando directo del presidente municipal, pues bien pudiera fusionarse con alguna otra dirección; por otra parte, es tiempo de que la Dirección de Desarrollo Urbano desaparezca y se remuevan sus funciones. Urge además dotar de mayor presupuesto al Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP), que por cierto, por falta de liquidez hace unos meses poco les faltó a sus empleados para hacer una colecta y completar el pago de sus aguinaldos, ya que se tuvo que pedir al cabildo prerrogativas extraordinarias para subsanar el problema.
La operatividad del municipio resulta demasiada cara a los juarenses tomando en consideración lo raquítico del presupuesto anual y el tamaño de su deuda, es por ello que urge una reorganización de las funciones y volver a lo básico como lo indica el Código Municipal, no puede haber gobierno rico con finanzas en bancarrota.
Con casi 10 mil empleados entre activos y pensionados, una deuda de más de 8 mil millones de pesos y un aparato de gobierno caro e ineficiente. No hay más opción que recurrir a un intensa política de ahorro municipal, teniendo como meta el reducir en un 30 por ciento el gasto corriente para que el dinero sea destinado a mitigar el grave rezago en obra pública, que por cierto ni con 20 años del presupuesto actual podríamos superar, pero por algo se empieza, hay que “limpiar primero la casa para meter muebles nuevos”.
También hay “mucha tela de donde cortar”, los altos sueldos erogados y las exageradas compensaciones, –sobre todo éstas–, han sido por años señalados como un pago turbio, y privilegiado. Los incentivos son necesarios pero no se deben otorgar indiscriminadamente.
Los gastos absurdos deben eliminarse. Los festivales costosos, la difusión inflada de la imagen del presidente y la escasa obra pública, son ominosas para la mayoría de la población que a diario sortea los miles de baches que existen, pero no hablo sólo de baches en el pavimento, sino en el desarrollo social, en espacios de convivencia, salud, alumbrado y el más grave bache…¡el de la honestidad!  

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