Opinion

Los 7 pecados de Javier Corral (parte I)

Carlos Murillo M./
Abogado

2016-04-30

La auténtica ideología panista tiene su origen en las doctrinas demócrata-cristianas, que son apegadas a la moral religiosa (digamos que es su versión retorcida). En el PAN entienden el bien común a través de la libertad económica. Son conservadores y rechazan cualquier iniciativa progresista que vaya en contra del cristianismo. Veneran a Manuel Gómez Morín como el mesías y le prenden veladoras a los mártires de la Guerra de los Cristeros. Para los panistas, el nacionalismo se entiende solamente en comunión con la fe católica (¿qué loco?).
Si usted es militante panista, seguramente pasó por un programa de adoctrinamiento intensivo donde le dieron coco-wash sobre la teoría del complot, lo convencieron de que el maligno enemigo del mundo es el PRI, pero que es peor y más temible el PRD y que, por encima de esos dos monstruos abominables está el Peje. Todos los que estén afuera  son herejes.
Seguramente, en el mismo curso le explicaron la desgastada teoría del liberalismo económico y que “el pobre es pobre porque quiere” (y además así debe de ser porque según ellos así lo quiere el Altísimo). Por las mismas razones metafísicas están en contra de todo lo que vaya en contra de la naturaleza (obvio las leyes de la naturaleza son las mismas leyes que dicta la Biblia). En resumen son bastante mochos los panistas. La gran mayoría son buenas personas, pero bien mochos.
Y como toda regla debe tener una sanción (según Hans Kelsen si una ley tiene una pena es una norma perfecta). Entonces, en el mismo lenguaje, quienes no cumplan con las leyes divinas cometen pecado, de ahí nace la culpa y la pena.
Para sujetarnos a ese lenguaje particular, aquí describiré (en dos partes) los siete pecados capitales de Javier Corral, candidato a la gubernatura por el PAN (desde ahora lanzo un reto para los fanáticos que suelen escribir en los comentarios de la versión digital: en caso de que usted sea un Corral-Zombie y sea su programa contradecirme, por favor no se vaya por el camino fácil agrediendo al autor de estas líneas, mejor súbale dos rayitas al nivel del debate y mencione el número de pecado y señale lo que considera que es mentira. P.D. siempre los leo, amigos, y hasta a los más agresivos los llevo en mi corazón).

La soberbia
De todos es sabido que Javier Corral es un megalómano. Un soberbio empedernido. Siempre quiere figurar, si va a una fiesta quiere ser el cumpleañero, si va a un funeral quiere ser el muertito. Su estilo político es de un hombre enajenado por el poder.
La soberbia le viene a Javier Corral desde su juventud, cuando se aprendía discursos de memoria para repetirlos y hacía gracia (como los cachorritos, cuando van creciendo pierden la gracia), entonces, cuando se mete en su papel de concursante de oratoria, se engalla, saca el pecho, frunce el ceño y levanta las cejas como Lucha Villa, corrijo: como María Félix que es más diva. Javier, cuando está montado en su personaje se convierte en una caricatura de sí mismo para manotear como una avispa enardecida, se contonea y sube la voz con ese sonsonete que me recuerda Cantinflas (es genial, me da mucha risa verlo…a Javier).
El equipo de Corral cree que su habilidad para insultar y agredir es oratoria, pero se les olvida que las palabras deben servir para el diálogo que construye, no para el enfrentamiento que destruye (están en un error, amigos).
Al contrario de lo que piensan los panistas, en el debate programado para 21 de mayo Javier Corral perderá de calle contra su peor enemigo, un poderoso e infalible enemigo que siempre lo sigue, el mismo que le ha ganado todas las elecciones en las que ha participado: él mismo. Perderá contra su propio carácter colérico y locuaz que es repelente para el ciudadano pensante e imparcial, porque la violencia simbólica es una agresión que Javier Corral confunde con la capacidad de debatir y los chihuahuenses lo menos que quieren es ver violencia.
Esa soberbia llega hasta que alguien descubre la verdad, lo que pasó cuando Emilio Chuayffet Chemor en la Cámara de Diputados le dijo a Corral: “es de un hartazgo insoportable, que una persona y no un partido, se dedique a insultar…¿qué pasa con esa persona? Que no está en las grandes negociaciones, que su partido lo ocupa para lo que sirve, para la camorra, que no es más que un chicanero del trámite, que le falta talento que sustituye con impostura de voz y con mímica aprendida en la academia Andrés Soler… ni modo, señor Corral, no le queda más estilo que el que su propio nombre le impuso, ser un Corral y nada más”(¡Zaz-cuaz!).

La avaricia
El segundo pecado, es la avaricia porque le encanta acumular curules ¿no le basta a Javier Corral con 20 años de legislador?, además, no se resiste a ir a cualquier elección aunque pierda como en el 2004 la gubernatura o en el 2015 la presidencia del PAN, Corral “a todo le tira pero a nada le pega”, a menos que sea por la vía fácil: las plurinominales que la sociedad tanto odia, pues sí, lo único que sabe hacer Javier Corral es conseguir puestos de legislador plurinominal ¿ese tipo de políticos quieren los chihuahuenses de gobernador?, definitivamente no.
Después de perder por segunda ocasión la gubernatura de Chihuahua en este año, seguramente regresará dos años a su curul en el Senado y después de eso buscará cualquier oportunidad para seguir de legislador, porque es lo único que ha hecho en su vida, y no conoce otra forma de vivir más que del presupuesto del mismo gobierno al que denosta, sin importar que el presidente sea Enrique Peña Nieto o Felipe Calderón, porque “cuando la perra es brava hasta a los de casa muerde”, para muestra la carta que escribió Javier Corral a Felipe Calderón cuando todavía era presidente de México, misma carta que quedará para la historia, donde lo menos que le dijo es “eres un cobarde, colérico y fracasado”, pero las ansias de Javier Corral por ganar la elección lo hicieron comerse sus palabras y aceptar el apoyo de Felipe Calderón el viernes pasado en la capital, ante la mirada atónita de todos, porque después de escupirle al expresidente Calderón ahora lo recibe como orador estrella en su campaña. Es evidente que el contenido de su discurso está más deforme que el de la chimoltrufia que “como dice una cosa, dice la otra” y todavía pregunta “¿tengo o no tengo razón?”. Pues no Javier, no tienes razón. No necesitamos llegar al debate para ver las contradicciones en que vive Javier Corral.

La envidia
Para este pecado, sólo falta preguntarle a los damnificados de Javier Corral, antes amigos ahora enemigos jurados, ¿qué opinión de Javier Corral tendrá Cruz Pérez Cuellar?, a quien prácticamente le arrebató la candidatura a senador en el 2012, (después de que Javier perdió en las urnas y ganar en los tribunales una candidatura que nunca debió ser suya). ¿Qué pensará Carlos Borruel?, a quien Javier Corral también le aplico “la de la casa”, cuando presionó desde el centro del país para bajarlo de la candidatura a gobernador. ¿Y Jaime Beltrán del Río? expanista que salió huyendo de la mafia azul y del mismo Javier Corral, ¿cuál será su opinión? No le pregunten a los intelectuales de izquierda su opinión, ellos no viven aquí, pregúntenle a los damnificados de Corral, porque por encima de todos ha pasado para lograr sus candidaturas.

Continuará…

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