Fernando Chacón Corral
2016-04-29
Hoy, en el marco de las celebraciones del Día del Niño se festeja una etapa llena de inocencia, sueños y felicidad. Las escuelas llenan de dulces y actividades recreativas a sus pequeños. A la vez, las familias llevan a sus chiquitines por un helado o bien, a un parque de diversiones.
Sin embargo, este día debe servir principalmente para recordar, promover y aplicar los derechos de los niños que se encuentran salvaguardados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Son, precisamente los menores de edad, quienes se encuentran mayormente vulnerados en sus derechos más fundamentales debido al desconocimiento que tienen sobre estos temas, tanto ellos como sus familiares e inclusive quienes conforman su entorno escolar.
Actualmente, la lucha por la construcción de un Estado de Derecho y la promoción de los valores de la democracia como lo son: la libertad, la igualdad y la fraternidad resultan muy difíciles de llevar a la práctica política cuando tenemos que en las familias, más que democracias en donde se tome en cuenta a todos, encontramos dictaduras.
El problema de nuestra “Conservadora Sociedad Mexicana S.A, de C.V”, es que tenemos al mismo nivel de dogmatización las figuras de Dios, la Virgen de Guadalupe y los Padres. Ya sea por elementos identitarios de la cultura mexicana, creencias religiosas y entronizaciones del concepto de familia. Desde la óptica antropológica, estos conceptos son el punto de partida de la vida del mexicano y tienen sus elementos positivos. Pero, al mismo tiempo, tienen elementos negativos producto de esa misma dogmatización que vuelven muy difícil cuestionarlos cuando de su inviolabilidad resultan contrarios a los derechos humanos.
Para ilustrar un poco el cómo se transpolan estos dogmas a la vida jurídica, pongo el ejemplo de los juzgados familiares; lugar donde se privilegia la denuncia falsa por violencia de género sobre el bien superior del menor, donde nace la separación entre hijos y madres/padres, siguiendo criterios arcaicos y obtusos que son generadores de violencia.
En los juzgados familiares comienza la violencia de género, por un lado contra la mujer al momento de otorgarle la guarda y custodia de los hijos asumiendo que su rol es el de cuidar a los hijos estando en casa y haciendo dichas labores, por otro lado al hombre al considerarlo incapaz de cuidar y ver por los hijos anteponiéndose al principio rector establecido por la Suprema Corte al indicar que ambos progenitores están en igualdad de derechos para el cuidado de los hijos y por último vulneran el bien superior del menor al prohibirles la convivencia con alguno de sus padres basados sólo en los dimes y diretes de alguna de las partes.
Por desgracia, la alineación parental, es un fenómeno en el cual, ya sea por parte de la madre o el padre, siembra odio a los hijos en contra del otro padre producto del rencor de su separación y donde además, se utiliza a los niños como rehenes para dañar, presionar o chantajear al cónyuge que ahora se observa como enemigo a vencer, ya sea para que pague la pensión o cumpla con alguna otra demanda a cambio de permitirle ver a sus hijos, antes que observarlo como la o el progenitor que con su existencia auxiliará en la adecuada formación de los hijos menores. Estos son dispositivos jurídicos y psicológicos que legalizan y normalizan el secuestro en menoscabo del sano desarrollo del menor.
Por fortuna, ya hay legislaciones estatales como la de Querétaro que han creado leyes para combatir la alineación parental. Ahora los padres de familia de ese estado podrán utilizar un recurso más para obtener la custodia de sus hijos en caso de que estén siendo manipulados por el otro progenitor, o por algún familiar a este; esto derivado de la adición de un cuarto párrafo al artículo 447 del Código Civil del Estado de Querétaro. La pregunta es ¿Chihuahua para cuándo? La alienación parental es un fenómeno mundial, el estado grande no puede seguir permitiendo que se maltrate a lo más preciado que tiene: sus niños.
Por último, los dejo con un mensaje de Margarita, una niña de padres separados: “¿Están divorciados? mamá no me hables mal de papá, papá no me hables mal de mamá. No dañen la imagen de lo más sagrado que tengo. El odio entre ustedes, para mí es dolor, lágrimas y soledad. Juntos o separados... ustedes son mis padres”.