Opinion

Niños, chambismo y demagogia

Miriam A. Ornelas

2016-04-28

La convención internacional que dio origen al Tratado Sobre los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes fue firmado por México a finales del año 1989 y ratificada por el Senado de la Republica pocos meses después y desde entonces por mandato del artículo 130 de nuestra ley fundamental pasó a ser norma constitucional de observancia obligatoria para todas las autoridades del país.
Sin embargo, su texto ha sido letra muerta durante todos estos años que suman ya más de dos décadas.
En ese tratado se consignaron de origen, los criterios fundamentales para resolver todo tipo de problemas relacionados con la niñez mexicana y sin embargo pocas autoridades han reparado en su existencia.
Es cosa de sentido común comprender que un niño jamás va a estar mejor cuidado que por sus padres, de hecho toda madre y todo padre, son una especie de seguro de supervivencia y buena educación que Dios le da a cada niño que nace y así la preservación de los matrimonios ha sido considerada en el pasado como de interés público para la correcta superación y subsistencia del Estado.
En Ciudad Juárez, por virtud del endurecimiento de las condiciones de vida y por el fenómeno de la maquila, muchas madres han sido obligadas a salir de sus hogares a trabajar para contribuir al gasto familiar, dejando en el abandono a sus hijos, quienes deben acudir idealmente a una guardería.
En Ciudad Juárez existen aproximadamente 150 mil niños que teóricamente deben acudir a una guardería y sin embargo hay capacidad en la ciudad para atender apenas a unos diez mil niños, quedándose todos los demás en un cierto grado de abandono. Ese es un verdadero problema de desatención y descuido integral de nuestros niños, ese es el problema primario al que se enfrentará esa fantasmagórica Secretaría Ejecutiva del Sistema Municipal de Protección Integral de los Niños, Niñas y Adolescentes. ¿Alguien se los cree? Nada harán, sólo cobrar su elevado sueldo nepotista.
Ahora, 26 años después del tratado, nuestras autoridades crean ese sistema municipal que tiene como fin dar seguimiento al conjunto de normas y criterios establecidos por la Convención Internacional nombrando como su secretaria ejecutiva a la licenciada María Teresa Montero Mendoza, sin que a la fecha existan las mínimas condiciones operativas y sin que tenga otra cosa para funcionar que no sean las puras uñas.
Se trata pues, de un claro caso de chambismo donde se crea un puesto público artificialmente para dar empleo a quien presumiblemente es tan sólo un nepote del sistema político mexicano carente de empleo, pero sin ninguna utilidad práctica a excepción de su sueldo, que cobrará puntualmente desde ahora aunque nada trabaje.
Son patéticas las declaraciones del otro aviador licenciado Eric Hinostroza Lozano quien se ostenta como secretario ejecutivo del fantasmagórico Sistema Estatal de Protección integral de los Niños, Niñas y Adolescentes de quien nadie sabía de su existencia porque sus acciones desde siempre han sido nulas.
La observancia del tratado de los derechos de los niños debe ser positiva en todos nuestros tribunales y en nuestro sistema educativo porque es ahí donde sus intereses se controvierten y afectan con mucha frecuencia pero, a pesar de ser una norma constitucional de cumplimiento obligatoria, nadie le toma en cuenta porque sencillamente ni la conocen.
Ahora, con la Secretaría Ejecutiva de rimbombante denominación, están considerando hacer planes para convocar a las más diversas organizaciones de la sociedad civil para que sean ellas las que trabajen en la protección de la niñez, lo cual habla mucho de su inoperancia y de su inutilidad presente, pasada y futura.
Lo único cierto es que esta glamorosa secretaría ejecutiva no es más que chambismo puro y su trabajo no redundará en beneficio de la niñez juarense durante muchos años. Para eso ya existen otras instituciones que tampoco funcionan y mientras tanto la fila de empleados públicos inútiles a cargo del tesoro público, sigue creciendo inversamente proporcional a la atención de nuestra niñez que, una vez más, es sólo instrumento de su demagogia.

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