Opinion

Sueños de juventud

Sergio Conde Varela

2016-04-28

Una cabeza informativa del Diario del pasado miércoles en la sección B, dice: “Les enseñan a soñar” y se complementa esa cabeza con el agregado: “Con obra de teatro siembran el valor de la perseverancia en cientos de estudiantes”.
Algunos adultos no se sienten motivados por esas palabras, porque se les ha repetido desde su juventud hasta la vejez, que los sueños, sueños son.
Si lo anterior fuera verdad el sueño de Martin Luther King de quitar la desigualdad entre blancos y negros hubiera sido una quimera, espuma pasajera, o vapor que rápido desaparece. Pero no fue así. Hoy en el vecino país el sueño de King es una definitiva e histórica realidad; tan lo es, que el presidente Obama es un mandatario de color refrendado por el pueblo por segunda ocasión, para asombro del mundo en los pasados 8 años.
Por el sueño de Luther King y la perseverancia de Barack Obama de ganar la presidencia, es magnífica la idea de interesar a los jóvenes en el arte de soñar, imaginando sucesos o escenas que deben perdurar durante toda la vida con una perseverancia transformadora, que es lo que les enseña la obra de teatro preparada con profesionalismo por quienes la llevan a escena, con la participación de más de medio ciento de personas mayoritariamente jóvenes.
El sueño, como una serie de imágenes, no debe desparecer ni se debe dejar que desaparezca a la mañana siguiente, sino hasta hacer realidad el deseo que impregnó esa ensoñación.
Jóvenes y adultos, hombres y mujeres, pueden hacer realidad con perseverancia, decisión y firmeza, las visiones que vienen desde el fondo de la conciencia, para hacer que triunfen sin duda alguna en muchos campos y actividades.
Nuestra Patria nos lo pide, nuestra tierra nos lo exige y nuestros afectos familiares se unen para obtener el gran sueño de México. No está lejos de alcanzarlo, no es idea sin resultados. Puede ser un sueño que estremezca al mundo y proyecte con velocidad sorprendente a todas las generaciones.
A los lectores, les decimos que lo anterior no es un sueño guajiro sino una realidad que ya se percibe con singular afecto para que las cosas cambien para bien. Por eso en la obra, se pone en relieve que princesas, reyes y duendes vienen en auxilio de la niña actriz asegurándole el triunfo. No es remoto pensar que ese tipo de ayudas recibió Miguel Ángel en la Capilla Sixtina del Vaticano o en la gran escultura hecha por él, llamada La Piedad.
El triunfo en lo narrado depende de cada persona, sea joven o vieja, madura o tierna. El secreto se palpa en la decisión de convertir esas imágenes en una realidad magnifica que cambie fundamentalmente, dejar de lado la apatía y el desinterés que a nada conducen.
Por ello, urge aprovechar los sueños para hacer reaparecer la creatividad que todos llevamos dentro, en las artes, la música, el teatro, la ciencia, la literatura. Darle a la economía el papel que debe tener para lograr los equilibrios sociales y hacer con esto un camino exitoso de un pueblo como el nuestro, que no fue ajeno desde la prehistoria a las grandes y colosales realizaciones que todavía perduran no como imaginaciones sin trascendencia, sino como esencias que todos los pueblos de nuestro mundo reconocen.
Para lo anterior debemos interesarnos en la gran capacidad que como pueblo tenemos para crear. Definitivamente por instinto, los juarenses, chihuahuenses y mexicanos, somos creadores como lo demuestran las pinturas colosales y las de caballete; los artistas serios y los cómicos;  hombres y mujeres de letras, periodistas, maestros, autores, compositores, hombres y mujeres de empresa, amas de casa, obreros enjundiosos, y tantos más que desde diferentes trincheras ennoblecen a la Patria.
Es tiempo de saber que hoy se ha despertado y el sueño de los jóvenes es avance inusitado que camina como una realidad imparable. Si no, al tiempo. De verdad.

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