Opinion

Usted, ¿a quién le cree?

Carlos Murillo M./
Abogado

2016-04-23

En la antigua Grecia, según el Dr. Rolando Tamayo y Salmorán, pensaban que había una relación entre el abogado, el sacerdote y el mago, porque los tres usaban un lenguaje simbólico parecido lleno de fórmulas técnicas (el abogado usa términos como jurisprudencia que solo entienden los juristas, el sacerdote dice amén y el mago abracadabra) ya que intentan convencer a su audiencia con los mismos recursos retóricos que motiven a la acción.
Considero que estos discursos también son parecidos a los que usan los políticos, porque todos quieren algo, el abogado quiere que el juez falle a su favor, el sacerdote que el escucha se sume a su religión, el mago que el público crea que su magia es real y el político ganarse la voluntad (legitimidad) de la gente para gobernar.
Hagamos un ejercicio imaginario. Usted es juez y debe resolver a favor o en contra de un inculpado. Aunque quiera, no hay otra salida. Es lo que se llama en lógica el principio de tercero excluido, porque sólo hay dos opciones; si o no, es culpable o no-culpable. No existe la posibilidad de que la persona sea un poco culpable y un poco no-culpable (no hay fifty-fifty dirían en el barrio).
Los casos fáciles, se presentan cuando todos los elementos que señalan a un sujeto son consistentes: como los testimonios, las pruebas científicas, aunadas a que el sospechoso confiesa y explica el porqué lo hizo (que se convierte en el móvil); el cómo lo hizo (con las circunstancias de tiempo, modo y lugar). Entonces, cuando unimos todas las piezas del rompecabezas, no hay contradicción y eso genera certeza, se acaban las dudas y el juez resuelve fácilmente: este sujeto es culpable.
Por el contrario, en los casos difíciles existen dos versiones, dos teorías contradictorias, el defensor aporta pruebas de que no existe móvil, ni estaba en el lugar de los hechos, por lo que todo lo demás es falso. Por otro lado, la fiscalía aporta pruebas de que sí estaba en el lugar de los hechos y aunque se desconoce el móvil, existen elementos para señalar al acusado. Las dos versiones se contradicen. Las dos partes quieren cosas distintas. Pero sólo una pueda sobrevivir, ¿Qué haría usted?
Depende ¡claro!, usted necesita conocer más para poder decidir, no es una cuestión simple, al contrario, es bastante complejo tomar partido, porque entiende la responsabilidad que esto significa.
Lo mismo sucede con las elecciones. En la gubernatura hay seis opciones, todos quieren lo mismo. Se contradicen y se acusan frecuentemente de que el otro no merece el cargo por cualquier razón, (por más débil que sea la acusación, el caso es atacar, pensando que atacar es sinónimo de ganar, pero no es así). La gran pregunta es ¿a quién le creo?
Aquí debo una consideración importante: la pregunta está bien planteada ¿a quién le creo? dista mucho de otra pregunta más ambiciosa como podría ser ¿quién dice la verdad? o ¿quién tiene la razón? Desde ahorita le digo que ninguno de los candidatos dice la verdad ni tiene la razón (desde un punto de vista formal).
Me explico, la lógica es el estudio formal de lo real y verdadero, ambas condiciones se pueden encontrar en enunciados como “juan es un ser humano” (el enunciado en tiempo presente afirma y es real y verdadero), otro ejemplo es “maría no es hombre”, (en este caso el enunciado niega, pero es evidente que cumple con la regla de la lógica y, por lo tanto, es demostrable). Estos son los casos fáciles que nos enseñaron desde la educación básica (espero que lo sigan enseñando).
Sin embargo, cuando le agregamos al enunciado un elemento como el futuro, abandonamos la lógica formal, un ejemplo es lo que hacen los políticos cuando dicen “propongo construir un puente en el 2017”, déjeme que le diga que a ese enunciado, propositivo que se refiere a un tiempo futuro, no es posible aplicarle las reglas de la lógica, por lo tanto no es real ni verdadero, pero tampoco falso o irreal.
Cuando la gente escucha una propuesta política y dice “es que eso que dice no es verdad”, tiene razón, las propuestas nunca son verdad, son propuestas, yo no puedo decir: es verdad que haré un puente en el 2017 porque eso ¡todavía no sucede! (¡ojo! tampoco es mentira), por lo tanto los hechos futuros no son demostrables y no corren con la misma suerte que los enunciados que describen una realidad (y una verdad).
El discurso político no es lógico, es un razonamiento ético y como tal, atiende a los valores y principios de la humanidad, es el compromiso de la persona lo que hace creíble el discurso. La intención del político, contrario a lo que se piensa, es que la gente crea en su proyecto y así ganar adeptos.
Por eso, en el discurso político es más importante quién lo dice, que el mensaje mismo, porque dependiendo de la credibilidad del político, es el peso del argumento, que podrá ser mayor o menor. Si llega Adolfo Hitler y propone hacer albergues para los niños judíos ¿usted le creería?, estoy seguro que no.
Entonces la pregunta es correcta ¿a quién le creo?, porque el acto de creer no es lógico, usted no cree en una religión porque pueda ser demostrada a través de los principios lógicos, al contrario, en todas las religiones hay contradicciones evidentes como el dogma de combinar vida y muerte, cuando lógicamente esto es imposible, una persona o está viva o está muerta, la mayoría de las religiones tienen un discurso ilógico pero se ha convertido en creíble para sus seguidores.
Las creencias por tanto, son indemostrables, es ilógico que alguien quiera demostrar la verdad o falsedad de una religión, como es ilógico que quieran demostrar la verdad o falsedad de un discurso político.
En política, una persona que intenta demostrar su creencia política debe acudir a las razones éticas, el discurso político, por tanto, no debe ser verdadero, debe ser plausible, no por eso puede caer en lo absurdo o en lo fantasioso, porque el discurso (aunque no sea verdadero) sí debe mantener coherencia.
Por ejemplo, existen miles de religiones, pero las que reúnen a más creyentes son las que logran que sus dogmas sean creídos, por esa razón podemos encontrar a pequeñas religiones aisladas, algunas muy nuevas como la Cienciología, que aglutina a un grupo selecto famosos y hombres de dinero, mientras que la religión Católica ha logrado permear durante más de dos mil años en millones de personas, ¿se fija? ¡la razón es que es más creíble!
En resumen, estamos en un proceso electoral donde los chihuahuenses vamos a elegir a los gobernantes, cada uno tiene un discurso ideológico y una carrera política (que debe ser ética y coherente), estos elementos se traducen en una campaña de mercadotecnia para darle credibilidad a sus propuestas, la sociedad está haciendo un cálculo a partir de los discursos y de los actores.
Son únicamente seis opciones, usted puede compararlos y sacar sus propias conclusiones, cuando se haga la pregunta ¿a quién le creo?, la respuesta será: a quien cuente con mayor capital político y ético, el candidato que convenza a más chihuahuenses de votar a su favor ganará en las urnas.
Afortunadamente estamos en una democracia, todos podemos libremente simpatizar con cualquiera, de preferencia sin fanatismos y respetando el derecho de los demás a que se adhieran a quien les pegue la gana, que evalúen y crean en quien quieran. Yo le creo a Enrique Serrano.

Usted, ¿a quién le cree?

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